Por Cambio16
16/07/2018
Las celebraciones del mundial pueden resumirse en una sola foto. Puños alzados, el cuerpo ligeramente inclinado y un rostro de alegría. Es la primera vista de la instantánea que este domingo acaparó la atención mundial, incluso más que las que tenían lugar en la cancha.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, personificó la alegría de su país por la victoria en el Mundial de fútbol, protagonizando una foto histórica. A simple vista, puede pensarse como su eufórica celebración. Pero, en su sustancia, condensa su dominio de la comunicación política. Fue tomada en la tribuna del estadio Luzhniki de Moscú por el servicio de prensa del Kremlin tras el primero de los cuatro goles. Y muestra una gestualidad desmesurada, lejos de los corsés de un cargo cuyo protocolo ha exigido en otras ocasiones para hacerse respetar ante los ciudadanos.
«Mueve su cuerpo para inscribirse mejor en la dinámica del acontecimiento. Posa para la posteridad. Su voluntad icónica, aquí, habla más a la leyenda que a la mera actualidad», consideró el especialista en Historia de la Comunicación Arnaud Benedetti en las páginas de «Le Figaro». El autor de «Le coup de com’ permanent«, libro que la estrategia comunicativa del jefe del Estado, precisa. «Macron aprovechó la energía del momento. Principalmente para intensificar el volumen de su presencia».
Y bien que lo logró. El presidente explotó esa euforia ante los franceses y el mundo con un sentido de la oportunidad que, en plena época de las redes sociales, no tardó en hacerse viral convirtiéndose en la fotografía de las celebraciones del mundial. Poco importa si fue sincero o impostado.
Macron, más allá de las celebraciones del mundial
La foto de Macron engloba las celebraciones del mundial. Pero su presencia en ellas se extendió luego al campo y a los vestuarios. Incluyendo arenga en mangas de camisa y un entusiasmo respondido con la misma intensidad por los jugadores.
«¡Os dije a vosotros y al entrenador que trajerais la segunda estrella y lo habéis hecho!», dijo en un discurso a gritos con el que, según Benedetti, «reactivó esta idea del hombre que no se equivoca» al recordar su profecía. Los «Yes, sir!» (¡Sí, señor!) con los que futbolistas contestaban cada estímulo ofrecieron un momento de comunión magnificado por el hecho de haber ido acompañado por un soldado herido en Mali.
Su inmersión en el momento quedó reflejada también en el terreno de juego. Al presidente no pareció incomodarle la intensa lluvia mientras abrazaba a los jugadores o tomaba entre sus manos sus cabezas. Lejos quedó la seriedad con la que reprobó a un estudiante por haberle llamado «Manu» en aquel video, también viral, donde exigió al adolescente que se refiriera a él como «señor presidente o señor».
En consecuencia, como escribimos en éste articulo sobre los orígenes étnicos de la selección francesa, Macron buscará capitalizar esa victoria. Por ende, mientras que está la espera de si las encuestas reflejan el posible rédito político de la victoria, ya dejó un testimonio de versatilidad que pasa de la autoridad a la cercanía, y que en pleno éxtasis colectivo no ha recibido críticas.
Hoy la Francia campeona se dará su baño de masas en los Campos Elíseos. Y luego serán recibidos en el Elíseo por un Macron que volverá a las tradicionales formas. Pero sin borrar las sonrisas.