Por Cambio16
22/02/2018
El humorista gráfico Antonio Fraguas, más conocido como Forges, ha fallecido en Madrid, a los 76 años. Padecía un cáncer de páncreas, y ha fallecido, de madrugada, en la clínica de la Fundación Jiménez Díaz. La enfermedad se le diagnosticó en febrero de 2017.
El fallecimiento ha sido comunicado por su familia al diario El País, periódico en el que publicaba sus viñetas desde hace 23 años. A lo largo de su carrera profesional, el humorista trabajó en Hermano Lobo, La Codorniz, El jueves, Pueblo, Informaciones, Diario 16, El Mundo o el propio El País.
Ese rotativo le considera como «el humorista que mejor ha retratado el último medio siglo de la historia de España«. Y destaca que «supo plasmar con ternura e ironía la evolución de una sociedad». La que pasó «del desarrollismo franquista de sus primeros dibujos al mundo hipertecnológico de su última etapa».
Forges hacía «chistes en serio»
Antonio Fraguas De Pablo había nacido en Madrid, el 17 de enero de 1942. Lo hizo en una familia numerosa. Era el segundo de nueve hermanos, de madre catalana y padre gallego. Que también era humorista y periodista. A él le planteó que quería ser «dibujante de chistes en serio».
Su padre, que no puso objeciones a su vocación, solo le pidió que fuera original. «Que se reconozca un dibujo tuyo a quince metros«, le dijo. De ahí esos bocadillos de perfiles negros muy gruesos de sus viñetas, o sus «forgendros», llenos de palabras imposibles e inventadas como «tontolcool».
Forges comenzó la carrera de Telecomunicaciones. Pero dejó los estudios ya que trabajaba desde los 14 años en TVE. Allí fue técnico, mezclador de imagen y coordinador. Hasta que en 1973 pidió una excedencia para dedicarse de lleno al humor gráfico.
Humanidad y talento
Tradujo su apellido al catalán, Forges. Porque durante el franquismo, no se veía bien ser funcionario y humorista. Su primera viñeta la publicó el diario Pueblo en mayo de 1964, pero no empezó a ser conocido hasta su llegada al diario Informaciones (1967-79).
Su humor inteligente recoge lo absurdo y contradictorio en la sociedad española. Y sus originales personajes derrochan la misma humanidad y talento que su autor. Estaba comprometido en la defensa de la dignidad del ser humano. Sus ‘blasillos’, ‘marianos’ y ‘conchas’, funcionarios profundos, beatas o náufragos perdidos son reconocidos por varias generaciones de lectores. Después de que haya publicado sus viñetas diarias, e ininterrumpidamente, durante 50 años.