Si en la aclamada primera entrega de Food Inc de 2008 nos hablan del poder que tienen las industrias sobre nosotros y sus productos, vendiéndonos alimentos alterados químicamente, la secuela dirigida por Robert Kenner y Melissa Robledo lleva a los espectadores a un viaje por injusticias ocultas, caos en los supermercados, agricultores que entierran sus cultivos, cadenas de suministro que se descomponen y el ganado que sigue siendo sacrificado en masa.
Aunque irónicamente más esperanzadora que la primera, Food Inc 2 describe una realidad muy parecida a la de hace 16 años, con grandes corporaciones dominando o queriendo hacerse con todo el negocio del sistema alimentario en Estados Unidos. El primer documental describía la forma en la que la industria nos convence de consumir productos dañinos para la salud y lo mal que nos alimentamos. Alimentos alterados desde su siembra con genes exógenos de otros alimentos. Con el objetivo de que resistan a las plagas y a los cambios de clima durante todo el año, pero sin medir el costo para la salud de los consumidores.
Hace década y media
El documental inicial presentaba a Monsanto Company, una poderosa empresa que gobierna sobre los granjeros estadounidenses y sobre toda aquella persona que se quiera trabajar la agricultura. La compañía se dedica a la fabricación de agroquímicos con investigaciones en biotecnología enfocadas a la agricultura. Es líder mundial en ingeniería genética de semillas y herbicidas y en los campos agrícolas de Estados Unidos tiene mala reputación. Aseguran que socios y ejecutivos presionan para que sus semillas alteradas genéticamente sean las únicas que se siembren y comercialicen en los campos.
También tienen como política exigir de mala manera a los agricultores para que usen sus productos agroquímicos con advertencias de ocasionar destrozos y daños a sus producción agrícola si se niegan. El documental mostraba de manera cruda la forma agresiva y violenta como también se maneja y comercializa a los animales para producir carne, productos lácteos y huevos.
Uno de los argumentos que más impresiona del documental es una escena en un galpón de cría de pollos, el único que se ve con ventilación por un ventanal. Una granjera explica que debido a la alimentación modificada que les impone la empresa, los animales son capaces de crecer muscularmente (hipertrofiar) en un tiempo récord. Por ello, muchos pollos apenas pueden dar dos pasos se rompen una pata, o ambas, porque sus huesos no aguantan el peso de los músculos.
El documental presentaba un punto de vista nuevo para la época, centrándose no en las cadenas de comida rápida, sino en los alimentos que se compran en los supermercados o se consumen en cualquier restaurante. Valiéndose de un relato con mucho realismo, entrevistas en primera persona con los productores, agricultores y granjeros, comandados por las grandes multinacionales con las que tienen contrato de servicio.
Producir a cualquier precio
Los contratos imponen numerosas cláusulas estudiadas sobre cría, alimentación y aspectos clave del crecimiento y desarrollo de los animales. Por ejemplo, la alimentación en base a piensos manipulados específicamente en laboratorio para que los animales se desarrollen de forma más voluminosa (con más carne) en menos tiempo.
Los argumentos que manejan los realizadores de Food Inc, tanto en la primera entrega como en la secuela, son realmente preocupantes. Dejan al descubierto que la industria alimentaria está en manos de unas cuantas empresas que controlan biológicamente la producción de carne, vegetal y todo lo que comemos y compramos en el supermercado. Que su objetivo es producir y producir para abastecer a toda la nación, con los menores costos literalmente posibles y de la forma más rápida para lucrarse más allá de aspectos éticos o de salubridad.
También queda evidenciado el desamparo legal de los granjeros y trabajadores del campo que no están respaldados por nadie. Es un círculo de poder completamente cerrado en el que si las corporaciones descubren que usan semillas naturales, u otras que no son las que ellos les proporcionan, pueden verse envueltos en demandas legales sin salida. Demuestra cómo está manipulada la industria alimentaria para perseguir el poder y el absoluto control sobre la población, evidentemente con fines económicos.
Actualidad con olor a pasado
La secuela de la película retoma donde la primera entrega nos dejó, revelando las prácticas a veces inquietantemente poco saludables de las corporaciones alimentarias estadounidenses que nos manipulan para consumir alimentos perjudiciales. Comienza compartiendo una noticia aparentemente positiva: la creciente conciencia alimentaria está haciendo que opciones saludables y deliciosas estén más disponibles para nosotros.
Sin embargo, pronto se sumerge en los desafíos y obstáculos que enfrenta el sistema alimentario, como monopolización antes descrita. Las corporaciones multinacionales han fortalecido su control sobre el gobierno de Estados Unidos. Esto ha privado a los trabajadores de un salario justo. Igualmente ha permitido que las empresas se centren en maximizar sus ganancias, incluso a expensas de la salud pública. En la cinta se aborda la escasez y el caos que se generó con la pandemia de COVID-19. La situación reveló la fragilidad del sistema alimentario. Las cadenas de suministro se rompieron, los agricultores tuvieron que enterrar sus cultivos y el ganado fue sacrificado en masa.
Al principio de la cinta el espectador es llevado a Immokalee, Florida. Un lugar donde se les miente a los trabajadores migrantes latinos y haitianos sobre sus condiciones de trabajo y salarios. Contrastan la importancia de comer alimentos saludables y la falta de protecciones para los trabajadores que los producen. Destacan cómo durante la pandemia estos trabajadores fueron tratados como desechables, sin políticas claras para proteger su salud.
De mal para peor
La siguiente parada fue Waterloo, Iowa, donde el rastreo de contagios para COVID-19 se centró en la planta empacadora de carne Tyson. A los trabajadores los obligaron a procesar y empacar carne sin las más mínimas normas de seguridad. Hubo 1.300 casos positivos entre 2.100 empleados. El brote llevó a un aumento de muertes en la región. Llama la atención el testimonio de John Tyson. Expresó que un artículo alarmante sobre una posible escasez de carne llegó al escritorio de la presidencia. De manera inmediata se giraron órdenes para garantizar que las plantas se mantuvieran abiertas.
La película destaca la importancia de la conexión entre los alimentos y las personas. La explotación de los trabajadores migrantes en Florida desencadena una serie de eventos relacionados con los laboratorios biológicos que producen alimentos ultraprocesados. El cambio climático también tiene un papel importante en la crisis alimentaria. Cuestionan la ética de las grandes empresas. Ejemplifican con la de refrescos al reducir calorías mediante edulcorantes artificiales. También destacan que los restaurantes de comida rápida están aumentando el tamaño de sus porciones, lo que afecta nuestra salud.
Desafíos
Food Inc 2 asegura que los productores que deseen mantener su independencia deben enfrentar la presión para que las grandes empresas no los absorban. Que la lucha por la supervivencia y la sostenibilidad es real. Que la producción de alternativas genéticamente modificadas, como la Impossible Burger, puede ser costosa. Aunque esta alternativas ultraprocesadas pueden ser prometedoras, existe escepticismo sobre su naturaleza y efectos en la salud.
Food Inc 2 subraya el papel vital de las fuerzas antimonopolio en la preservación de la competencia y la prevención de monopolios. Leyes antimonopolio que garanticen una dinámica de mercado justa en industrias como la alimentaria, protegiendo a los consumidores y competidores de la dominación dañina. Cita ejemplos del mundo real como consecuencia de una aplicación antimonopolio defectuosa en la industria alimentaria. Refiere que las empresas Cargill, Tyson, JBS y National Beef Packing controlan más de 80% del mercado de la carne. Esto después de adquisiciones sin control.
Otra revelación alarmante es el impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud humana. La cinta presenta una investigación de los Institutos Nacionales de Salud. Uno de los datos que arrojó fue que quienes comen estos alimentos suman 500 calorías más por día que aquellas que no los consumen. El perjudicial hábito puede causar un aumento de peso de una libra por semana. Estos alimentos están diseñados para crear adicción y convenientemente consumidos en exceso.
Los realizadores también profundizan en las luchas de los trabajadores de comida rápida en cadenas de restaurantes como McDonalds y Taco Bell. Especialmente mujeres a las que les resulta cada vez más difícil sobrevivir. A pesar de que los consideraron “trabajadores esenciales” durante la pandemia, laboran en precarias condiciones caracterizadas por el peligro, la codicia y la crueldad.