Desde 2015 inició la corriente migratoria de venezolanos por el mundo. Más de 7 millones de sus ciudadanos ha abandonado el país; de estos, 6 millones se han establecido en otros países de América Latina. Según estimaciones del FMI, la rápida integración de estos migrantes venezolanos permitirá a las economías de los países de acogida incrementar el PIB en hasta 4,5 puntos porcentuales para 2030.
La gruesa migración, la más importante de la región y una de las más impactantes en el mundo, tiene su origen en el colapso de la economía en Venezuela y falta de libertades, represión política y torturas, inseguridad jurídica, ausencia de oportunidades, entre otros tantos factores. Sus aportes podrían impulsar el desarrollo y el crecimiento de las economías de esas naciones que les abren las puertas.
Se estima que entre 2013 y 2021, el producto interno bruto de Venezuela disminuyó más del 75%. El porcentaje más elevado de los últimos 50 años para un país que no está en guerra. La pandemia agravó la crisis económica y humanitaria. En 2020, más del 95% de los venezolanos vivían por debajo del umbral de pobreza.
Sostiene el Fondo Monetario Internacional que la llegada de venezolanos en busca de una vida mejor ha generado tensiones en las economías y sociedades de los países latinoamericanos de acogida que enfrentaban presupuestos ajustados.
Otra mirada a la migración venezolana
Colombia, el país que ha recibido el mayor número de migrantes venezolanos, calcula que gastó unos 600 dólares por migrante en 2019. Este monto se destinó a ayuda humanitaria, salud, cuidado de niños, educación, vivienda y apoyo a la búsqueda de empleo. Con más de dos millones de recién llegados, esto significa 1.300 millones de dólares en asistencia. En 2019, el costo alcanzó el nivel máximo: el 0,5% del PIB de Colombia.
No obstante, en el largo plazo, esta inversión podría reportar un incremento del PIB de hasta 4,5 puntos porcentuales para 2030 en los países de acogida, según se desprende del estudio más reciente sobre las repercusiones de la migración venezolana.
Para obtener beneficios de la migración de venezolanos es necesario que los países de acogida integren a los recién llegados en la fuerza laboral formal. Y también en la sociedad, mediante la concesión rápida de permisos de trabajo y el acceso a los servicios de educación y salud.
Luego de una breve interrupción por la pandemia, debido al cierre de muchas fronteras, la migración venezolana se ha reactivado. El FMI calcula que el número de migrantes venezolanos alcanzará los 8,4 millones en 2025, lo cual representa más del 25% de la población del país en 2015.
Las características de los migrantes han evolucionado con la intensificación de la crisis económica. La primera ola de migrantes estuvo constituida principalmente por profesionales con un nivel educativo superior. La segunda, por jóvenes de clase media con titulación universitaria. Desde el colapso de la economía en 2017-2018, los migrantes han provenido de hogares de bajo ingreso con un nivel educativo inferior.
Contribución al crecimiento económico
En términos generales, el perfil demográfico de los migrantes venezolanos es similar al de la población local de los países de acogida. Casi dos tercios están en edad de trabajar, y casi la mitad son mujeres. La mayoría se han establecido en otros países de América Latina, pero algunos han emigrado a América del Norte y Europa, sobre todo a Estados Unidos y España.
Colombia sigue siendo su destino principal, pero Chile, Ecuador y Perú también han recibido flujos importantes. La suma de los migrantes recibidos por estos tres países supera los dos millones, lo cual representa más del 3% de la población local, en promedio, precisa el FMI.
El estudio considera que los migrantes venezolanos -muchos de ellos con una formación superior a la de la población local- enfrentan un mayor desempleo. Tienen más probabilidades de trabajar en el sector informal inicialmente, y ganan menos que los trabajadores locales.
“No observamos indicios de que los migrantes estén desplazando a los trabajadores nacionales, aunque sí detectamos presiones a la baja sobre los salarios en el sector informal”, señala el texto.
La brecha salarial entre trabajadores nacionales y migrantes aumenta con el nivel de formación, lo cual indicaría deficiencias en la asignación de capital humano. Los migrantes con un alto nivel de estudios por lo general solo encuentran empleo no calificado. En promedio, los trabajadores nacionales ganan un 30% más que los migrantes.
Según el análisis, prestar asistencia humanitaria a los migrantes y darles acceso a los servicios públicos acarrea costos fiscales considerables. Y ejerce presión sobre los presupuestos de los países de acogida, como revela el ejemplo de Colombia.
Mayor incorporación, mayores beneficios
El análisis de la FMI también identifica beneficios importantes a mediano plazo en materia de productividad y crecimiento. Consecuencia de un incremento de la fuerza laboral y un mejor alineamiento entre el capital humano de los migrantes y los puestos de trabajo. Estos beneficios son mayores en los países que reciben flujos migratorios más importantes y cualificados en relación con la población local.
Las estimaciones indican que, con las ayudas y las políticas de integración adecuadas, los migrantes venezolanos pueden incrementar el PIB real de Perú, Colombia, Ecuador y Chile entre 2,5 y 4,5 puntos porcentuales para 2030 con respecto al escenario de referencia sin migración.
Asimismo, las proyecciones señalan que el costo de integrar a los migrantes se iría reduciendo con el tiempo. A medida que estos se incorporasen a la fuerza laboral, al aumentar la actividad económica y ampliar la base tributaria.