En el Día de San Valentín, la costumbre es regalar flores como una muestra de afecto. En España, una sola floristería puede vender entre 800 y 1.200 rosas rojas, la mayoría proveniente de Holanda, Ecuador y Colombia. Este último, es el segundo exportador de flores en el mundo y España es uno de sus principales mercados. Sin embargo, la floricultura en el país sudamericano está marcada por explotación laboral y contaminación.
La Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), asegura que el sector genera 140.000 empleos directos e indirectos, los cuales se concentran en la Sabana de Bogotá. Sin embargo, las condiciones están muy lejos de ser las ideales, especialmente para las mujeres, que ocupan los cargos más bajos, como cortadoras, y en los que sufren más precariedad, según denuncia el informe Las mujeres en la industria de las flores colombianas (2014) del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL).
Como la mayor parte de la venta de flores y rosas se da en fechas específicas, como San Valentín o Sant Jordi, se les exige trabajar durante jornadas más largas y duras. Además, esta situación también lleva a las empresas a recurrir a la subcontratación, los que les permite mantener salarios bajos y reducir el personal cuando sea necesario. Para subir sus ingresos, estas tienen que realizar horas extra de forma sistemática.
«Una entraba a las seis de la mañana pero no sabía cuándo iba a salir (…) Era muy esclavizante», dijo una trabajadora citada en el estudio.
Uso de insecticidas y de agua
Además, los trabajadores de los invernaderos ven su salud seriamente afectada por el manejo diario de insecticidas y otras sustancias químicas. Esto ha ocasionado intoxicaciones masivas, como la de 374 trabajadoras de la empresa Aposentos en 2003. Clientes de Europa y Estados Unidos han presionado para que se retiren este tipo de químicos y se establezcan medidas preventivas para cuidar a los trabajadores. Aunque “sí ha habido avances”, según el informe, no se cumplen en todas las empresas. Por ejemplo, el tiempo de parada necesario tras cada fumigación se acorta para poder satisfacer la demanda de producción de flores.
San Valentín supone un 10% de las ventas anuales del sector, según indicó la directora de Asociación Española de Floristas (Aefi), Olga Zarzuela a Efeagro.
Por otro lado, el sector es uno de los que tiene mayor consumo de agua. Según un estudio hídrico del Servicio Geológico Colombiano, la producción de flores utiliza hasta 54,8 millones de metros cúbicos de agua al año, mucho más de los 10,7 millones de metro cúbicos que se dedican al consumo humano en los municipios colombianos de Madrid, Funza y Subachoque, donde se concentra la floricultura.
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