Flint, en Michigan, se ha convertido en un cuento con moraleja para otras ciudades del cinturón del óxido de Estados Unidos. Lejos de la gloria y prosperidad que vivieron en los años del auge industrial, arrastra con una infraestructura insostenible. Hace una década la crisis del agua contaminada con plomo, le colocó en las primeras planas de la prensa norteamericana. Ahora es el fuego con el que los pirómanos se ceban en decenas de escuelas abandonadas. Son las consecuencias de depender de una sola industria.
Flint se encuentra en el condado de Genesee, en Michigan. En el corazón del «cinturón de óxido». Tiene una historia rica y tumultuosa. Con altibajos económicos, conflictos laborales y desafíos sociales que dejaron una marca indeleble en su paisaje urbano y en la vida de sus habitantes. Fundada en 1819 por el comerciante de pieles Jacob Smith, comenzó como un modesto asentamiento a orillas del río Flint. En el siglo XIX, se convirtió en un importante centro de explotación maderera y en 1855 obtuvo el estatus de ciudad.
La ciudad que alguna vez fue el corazón de la industria automotriz estadounidense ahora lucha contra la pobreza, la violencia y la contaminación. Antes de que el agua de sus grifos se tornara marrón, antes de que sus residentes fueran envenenados por el plomo y antes de ser apodada «Murdertown USA», Flint, era conocida como la «Ciudad Automotriz». La historia de Flint está intrínsecamente ligada a la de General Motors, empresa que nació en esta ciudad hace más de 100 años.
Auge de Vehicle City
El comienzo de su prosperidad tiene fecha exacta 1908. El año que William Crapo Durant fundó General Motors en Flint y las fábricas de Buick y Chevrolet se establecieron en la ciudad. Con el apodo de “Vehicle City”, se convirtió en epicentro de la industria automovilística. Creció económicamente y la población llegó a rozar los 200.000 habitantes en la década de los sesenta.
Flint se convirtió en una ciudad empresa de GM, albergando decenas de fábricas de automóviles en la región durante décadas. La ciudad alcanzó su apogeo en los primeros años de la empresa antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue testigo del nacimiento del movimiento obrero automotriz moderno y durante mucho tiempo un lugar donde la clase trabajadora podía encontrar empleos bien remunerados. Según un estudio de la Universidad Estatal de Michigan, en su apogeo, GM empleaba a más de 80.000 residentes de la zona. El complejo de fabricación Buick City, el más grande de la empresa en Estados Unidos, empleaba más de 27.000 trabajadores. GM era el centro de la vida de la ciudad.
Comienza el declive
La Segunda Guerra Mundial marcó un cambio en la estrategia corporativa de General Motors. Trasladó sus medios de producción a los suburbios, lejos de los núcleos urbanos. De acuerdo con Andrew Highsmith este movimiento fue impulsado por una combinación de intereses productivos empresariales y políticas públicas.
En los suburbios de Flint, GM construyó ocho fábricas, llamadas «arco alrededor de la ciudad». A fines de la década de los años cincuenta, un tercio de los empleados de GM en el área de Flint ya habían emigrado a instalaciones suburbanas. Los terrenos agrícolas baratos, el crecimiento de los mercados automovilísticos fuera de las ciudades, los bajos tipos impositivos suburbanos y las subvenciones federales a la descentralización industrial fueron algunos de los factores que impulsaron el traslado.
Flint se alienó de su futuro
GM no habría conseguido implementar su estrategia sin el apoyo de las autoridades de la ciudad. Los directores de planta de GM necesitaban grandes cantidades de agua, alcantarillado sanitario y otros servicios municipales que no estaban disponibles en los suburbios. En consecuencia, los gerentes de planta y otros funcionarios corporativos presionaron agresivamente a los comisionados de la ciudad de Flint para que extendieran las líneas de agua y alcantarillado a cada una de sus nuevas plantas suburbanas. Y funcionó. siete instalaciones suburbanas de GM tenían conexiones de agua y alcantarillado, gracias a Flint. Se habían sentado las bases de la caída de la ciudad. La consecuencia de este proceso fue la decadencia de la ciudad, que se alienó de su propio futuro.
Mientras avanzaban las décadas de los setenta y ochenta, los cierres de plantas de GM en Flint se multiplicaron. Lo que agravaba la presión financiera de la ciudad y la llevó al borde de la quiebra. Según Andrew Highsmith, profesor adjunto de Historia en la Universidad de California-Irvine, los funcionarios municipales otorgaron numerosas exenciones fiscales a GM en un intento por retener a la empresa en la ciudad. Pero el esfuerzo por parte de los funcionarios fue en vano. Aunque GM siguió siendo la principal fuente de empleo en la ciudad, la pérdida neto de casi 15.000 empleos locales en la empresa golpeó duro a la economía local. La próspera ciudad que alguna vez fue el epicentro de la empresa automotriz ya no era la misma.
Quiebra de GM
La ciudad, que una vez fue el corazón de la industria automovilística, se vio obligada a cerrar fábricas y perder empleos cuando General Motors (GM) comenzó a retirarse de la zona. A partir de la década de 1980, la demanda de los modelos Buick LeSabre y Pontiac Bonneville comenzó a disminuir. Lo que llevó al cierre gradual de las instalaciones de GM en Flint. En 1999, la mayor parte de Buick City fue clausurada. Entre el 2008 y 2010 la crisis de la industria automotríz arrastró a GM. La cual declaró la quiebra en 2009. Cerró 11 fábricas en Estados Unidos. La caída de GM también arrastró a Flint consigo: 30.000 personas se fueron al paro. la empresa movió sus plantas en México en busca de abaratar costos.
Las fábricas cerraron, las chimeneas se apagaron y la ciudad se sumió en una profunda depresión económica. Para el año 2015, la cantidad de empleados de GM en el área de Flint se había desplomado de más de 80.000 a apenas 7.000. La pérdida de empleos y actividad económica tuvo consecuencias devastadoras. A mediados de la primera década del siglo XXI, Flint se ganó una triste reputación. Altos índices de delincuencia. Las tasas de crímenes violentos superaban siete veces la media nacional. En la segunda década del nuevo siglo las cosas no mejoraban. Entre 2011 y 2015 se amparó en dos declaratorias de estado de emergencia financiera. La lucha por la supervivencia se intensificó, y aparecieron nuevos problemas.
La desindustrialización de Flint tuvo un impacto devastador en la infraestructura de la ciudad. Diseñada para soportar una robusta base industrial. El sistema de agua de Flint, construido hacía décadas, no estaba preparado para las nuevas realidades. La ciudad pasó de utilizar 90 millones de galones de agua por día a solo 13 millones. Con menos clientes, había menos ingresos para mantener adecuadamente la infraestructura.
Crisis del agua de Flint
En 2014 ocurrió una de las mayores tragedias de salud pública en la historia estadounidense reciente. La crisis del agua en Flint duró dos años y expuso a miles de residentes, especialmente a niños a agua contaminada con plomo. Hubo consecuencias devastadoras.
Todo comenzó cuando la ciudad cambió su fuente de agua potable. La compraba al Departamento de Agua y Alcantarillado de Detroit. Pero para ahorrar y afrontar la crisis económica contrató la Autoridad del Agua de Karegnondi, que le prometía gastar hasta 200 millones de dólares menos en los próximos 25 años. Una oferta muy tentadora, solo había que construir una tubería funcional hasta Karegnondi. Mientras hacía los ajustes y discutían sobre la tubería, en 2014 expiró el contrato con Detroit. Se quedaron sin una y otra fuente a abastecimiento.
El alcalde Dayne Walling pulsó el 25 de abril de 2014 el botón que cambiaba la fuente de agua de la ciudad al río Flint. Directamente, sin planta de tratamiento. El ahorro era mucho mayor de lo esperado, salvo que surgieron quejas sobre la calidad del agua. El líquido mal tratado corroía las tuberías. Era veneno por su alto contenido de plomo y otras sustancias tóxicas.
Efecto devastador
El plomo en el agua potable tuvo un impacto devastador en los residentes de Flint. Los niños sufrieron daños neurológicos, problemas de aprendizaje, de comportamiento y de crecimiento. La crisis también provocó un aumento en casos de legionelosis, una enfermedad pulmonar grave. La respuesta a la crisis fue lenta e inadecuada.
Las autoridades se negaban a reconocer la gravedad de la situación y no tomaban medidas para remediarla. El alcalde Walling culpó al gobernador Rick Snyder, que puso a Flint bajo la gestión de emergencia. “Las decisiones críticas llegaron de su escritorio. Fue una era de decisiones desastrosa”, afirmó.
Más de doce funcionarios enfrentaron cargos penales, pero no hubo condenas. En 2021, los residentes de Flint obtuvieron cierto éxito en los tribunales civiles. El estado de Michigan, la ciudad de Flint y empresas acordaron resolver decenas de miles de demandas que superan los 650 millones de dólares para quienes de niños sufrieron los daños del plomo. Agravando el déficit fiscal de la ciudad.
Privilegio de GM
En mayo de 2014, apenas unas semanas después de que Michigan cambiara la fuente de agua potable de Flint al río contaminado, surgió un problema crucial en las instalaciones de General Motors (GM) en la ciudad. El mismo suministro de agua que afectaba a los residentes con olores desagradables, decoloración y altos niveles de bacterias también estaba dañando las piezas en la planta de motores de GM y causando problemas significativos en la fábrica de ensamblaje cercana.
GM se encontró con un dilema en octubre de 2014: el agua en su planta de motores se había vuelto tan problemática que convenció a las autoridades para que le permitieran volver a la fuente anterior, suministrada por la ciudad de Detroit. Sin embargo, según GM, nunca analizaron la calidad del agua en los grifos de sus operaciones en Flint durante 2014. No fue hasta el otoño de 2015 que se descubrió que el plomo se filtraba de las tuberías de agua y contaminaba el suministro de agua de Flint. Un dato que se conoció posteriormente fue que mientras los residentes lidiaban con la necesidad de hervir la turbia y toxica agua, sin que nadie atendiera a sus quejas. Los funcionarios de la ciudad diligentemente autorizaron a GM para que abandonara el sistema apenas lo solicitó.
El estudio de 1963
La automotríz no tuvo una participación directa en las decisiones gubernamentales que llevaron a la contaminación del agua con plomo. Pero su historia está entrelazada con la crisis del agua de Flint. Años de vertidos de las fábricas de automóviles contribuyeron a la contaminación del río. Muchos residentes creen que el agua del río Flint podría haberse potabilizado si se hubiera tratado adecuadamente. Sin embargo, la realidad es que el río estaba contaminaso desde hacía décadas. Principalmente debido a los vertidos de residuos tóxicos por parte de las empresas locales, especialmente Buick.
Un estudio realizado en 1963 por el Departamento del Interior de los Estados Unidos ya advertía sobre la grave situación del río Flint. El estudio señalaba que recibía «la mayor parte de su contaminación de dos fuentes: las plantas industriales y la planta de tratamiento de aguas residuales de Flint». Irónicamente, el mismo estudio de 1963 también incluía una recomendación que, de haberse seguido, podría haber evitado la tragedia. La comisión municipal de Flint desaconsejaba ampliar las instalaciones públicas de agua para abastecer a las empresas de la ciudad. El estudio señalaba específicamente que cuatro plantas de General Motors (Chevy) eran «los mayores usuarios industriales entre los que están fuera de la ciudad».
Además, GM había reducido drásticamente su presencia en Flint. Como resultado, los ingresos fiscales se evaporaron. La crisis del agua de Flint es una clara muestra del impacto de la desindustrialización. Gladyes Williamson, una residente jubilada de GM, resume la situación: “Lo que nos dejaron aquí en Flint es una economía quebrada, tierra envenenada y agua envenenada. Los políticos los dejaron irse y destruir Flint”.
Ahora incendios
Diez años han transcurrido desde la crisis del agua, pero el déficit fiscal de la ciudad sigue siendo crítico. Casi una ciudad fantasma, Flint se encuentra en medio de una ola de incendios. Desde 2017 ha habido más de 70 en las escuelas abandonadas. En lo que va de 2024, la tendencia persiste: 35 clasificados como provocados hasta el 16 de junio. Cientos de los incendios en Flint son sospechosos de ser intencionados.
Las escuelas vacías, vestigios del otrora próspero sistema educativo de Flint, se han convertido en imanes para el vandalismo. La ciudad, que alguna vez albergaba 50.000 estudiantes en 50 escuelas, ahora apenas cuenta con una matrícula de 3.000 alumnos en 14 escuelas. Entre 2010 y 2015, el cierre de nueve edificios escolares dejó un panorama desolador. Estructuras abandonadas y con signos de grave deterioro, como algunas edificaciones auxiliares del distrito escolar. Algunas, como la antigua McKinley Middle School, Zimmerman y Washington Elementary School, fueron incendiadas antes de su demolición. Otras, como el edificio de mantenimiento en Flint Northern High School y Lavoie Field House en el campus de Flint Central High School, están en total abandono.
Los incendios de las escuelas desocupadas afectan a quienes viven cerca. Una residente describe su vecindario como “el corazón de la zona de peligro”. Su propia casa resultó dañada cuando la vivienda vecina se incendió. La causa: la antigua escuela Washington que ya fue demolida, pero antes la quemaron ocho veces.
Tanto el alcalde Sheldon Neeley como Laura MacIntyre, de la junta escolar, han estado en el centro de la batalla, pero las soluciones son esquivas. En una reunión a principios de este año, Neeley intentó privatizar las propiedades vacías, pero MacIntyre se niega a regalar las escuelas vacías «porque alguien les prenda fuego”. Opina que esas edificaciones son recursos públicos que merecen una solución más sólida. Pero no se avanza. Solo se ha demolido un edificio. La razón: la ciudad carece de recursos financieros para hacerlo. Tampoco tiene para reforzar la seguridad, menor para recuperarlos y darles otra utilidad.
Crisis estructural
El distrito escolar, que posee algunas de las parcelas más grandes de la ciudad, planea cerrar más escuelas en los próximos años, pero carece de un plan para dar uso a los edificios. La junta escolar recibió ofertas para la venta de 13, ninguna se vendió. La Fundación Universal del Riñón, sin fines de lucro, ofreció un millón de dólares por la escuela Flint Northern en 2018. Creían que el edificio podría ser utilizado como base de operaciones para atención médica domiciliaria, diálisis y atención urgente. El trato fracasó cuando solo ofrecieron pagar 10.000 dólares de adelanto. La sospecha de MacIntyre es que los incendios son orquestados y diseñados para forzar ventas o demoliciones. Mientras, dice que el problema exige nuevas asociaciones, no ventas apresuradas.
Flint es un símbolo de los problemas que enfrentan muchas ciudades en la actualidad. Un informe reciente del Centro de Política Local, Estatal y Urbana de la Universidad de Michigan revela los factores que han contribuido a la crisis económica, social y de infraestructura de la ciudad.
A medida que General Motors, el principal empleador de la ciudad, redujo su base fabril, la base impositiva disminuyó y la población se redujo a poco más de 80.000 habitantes en 2021. Tampoco contó con el apoyo del gobierno estatal para afrontar los enormes costes heredados. El legado de la deuda y las obligaciones de pensiones sigue pesando sobre el presupuesto municipal. Casi una cuarta parte de los recursos de la ciudad no está disponible para operaciones corrientes, servicios ciudadanos o inversiones públicas. Además, la participación estatal en los ingresos también ha disminuido y ha dejado a Flint con pocas opciones. Mientras, se agravan los problemas estructurales de la ciudad.
El error de Flint
La crisis del agua expuso la falta de inversión en el sistema de abastecimiento y aumentó el déficit fiscal. Flint es solo un ejemplo de lo que puede pasar cuando la población y la base fiscal se vacían y no se aborda la tensión fiscal crónica. Decenas de estructuras se quedaron sin habitantes y, como en las escuelas de Flint, no hay recursos para demolerlas, menos para recuperarlas.
Flint que en su momento de máximo esplendor fue considerada la segunda ciudad más grande de Michigan, gracias a la General Motors va camino de convertirse en una ciudad fantasma. Cerradas sus plantas de ensamblaje, las 80.000 almas que quedan viven con la sospecha de que el agua sigue teniendo plomo y el temor de que en algún momento los carbonice el fuego de alguna vetusta y abandonada estructura que había sido un símbolo de progreso. Paradójicamente, General Motors recuperó su liderazgo a finales de la década del 2000, pero Flint lo que lidera es la lista de las «ciudades más peligrosas de Estados Unidos». La moraleja es que al basar su prosperidad en una sola empresa, la ciudad sentó las bases de la crisis. Una trágica lección para otras urbes.