Por Gorka Landaburu
23/05/2018
El final de siglo pasado se caracterizó por la estabilidad económica y la política de alternancia en los distintos gobiernos europeos. También por crisis como la del petróleo que se resolvieron sin grandes sobresaltos. Pero estamos ante un futuro incierto. El nuevo siglo nos ha traído el euro y, además, una reducida cohesión de la Unión Europea. No obstante, ha supuesto un cambalache político en la que la globalización sigue jugando un papel preponderante.
Un futuro incierto
Si la Guerra Fría fue una constante en el siglo XX, hoy las tensiones y las divergencias nos dejan un mundo revuelto. Con muchos frentes abiertos, lleno deudas. Un futuro incierto. Donde el populismo, los fanatismos, los nacionalistas, los abanderados y hasta los euroescépticos han encontrado el perfecto caldo de cultivo.
Quién iba a pronosticar que el Brexit triunfaría. O que Trump llegaría a la Casa Blanca. Que la intranquilidad mundial se trasladaría de Corea del Norte a Irán. Y que países de América Latina seguirán, desesperadamente, intentando deshacerse de sus dictaduras.
En Europa tampoco estamos para lanzar campanas al vuelo. La llegada de Emmanuel Macron en Francia hizo crecer la esperanza de un relanzamiento de sus instituciones. De un nuevo impulso tras una parálisis que lleva muchos años. Todo ello pese al apoyo mitigado de Ángela Merkel al entusiasmo del presidente francés. Así como el resultado de las elecciones en Italia. Sin embargo, se ha enfriado toda perspectiva de nuevos avances. En consecuencia, se confirma que estamos ante un futuro incierto.
Mientras tanto el nuevo zar Vladimir Putin consolida su imperio mandando fuera y dentro de Rusia.
Al que no se le caen los anillos es a Netanyahu, el mandatario israelí que sigue, y sin ningún escrúpulo, disparando y matando a palestinos.Lo señala Mario Vargas Llosa al decir “ No son los palestinos quienes representan el mayor peligro para Israel, sino Netanyahu y sus secuaces y la sangre que derraman”.
El mundo al revés
En ese mundo al revés el belicismo, el racismo, la xenofobia, el querer ser diferente se expanden de forma preocupante. Muchos son los que pretenden cerrar fronteras en vez de abrirlas y expulsar sin miramientos al extranjero, al inmigrantes o al exiliado.
Todo esto nos recuerda los años 30 y la llegada del fascismo a España, Alemania o Italia. La falta de lideres mundiales, de políticas responsables a largo plazo, contamina a todo el planeta. Estamos en plena transición donde los modelos políticos van cambiado. Pero lo nuevo no es siempre garantía de futuro.
Entradas anteriores:
- Cataluña, suma y sigue
- Agur ETA y hasta nunca
- ETA cierra la persiana
- Cataluña, la hora del diálogo
- El máster de los másteres
- El Waterloo independentista
- Putin, Putin y sólo Putin
- El mal absoluto
- La rebelión de los jubilados
- Dejemos las lenguas en paz
- Ciudadanos, viento en popa
- Puigdemont, se acabó
- Del chavismo al madurismo