Por Gorka Landaburu
12/04/2018
En una reciente entrevista concedida por Felipe González, el expresidente del Gobierno ha reclamado que los dirigentes independentistas encarcelados salgan de prisión. Por su parte el lehendakari Iñigo Urkullu ha solicitado diálogo entre los partidos. También una solución política para resolver la crisis catalana. Así como un gobierno solido y estable que ponga fin a la situación excepcional de la aplicación del articulo 155 de la Constitución.
Una solución política
Son dos mensajes fuertes y llenos de sentido común de dos referentes de la política. Dos mensajes que deberían haber sido tomado en consideración hace tiempo por los unos y los otros.
La no entrega de Carles Puigdemont por delito de rebelión por parte de la justicia alemana ha supuesto todo un varapalo para las autoridades españolas.
Sin embargo, la excesiva judicialización del procés no ha sido quizás la mejor respuesta. El despropósito y disparate en el que se ha metido todo el movimiento secesionista necesita una solución política.
Se han cometido delitos y tendrán que ser juzgados en consecuencia. Pero desde Europa nos han señalado que la rebelión no tiene lugar en este caso.
Tampoco es de recibo y supone una barbaridad la detención de la dirigente de los Comités de Defensa de la Republica Tamara Carrasco. La fiscalía la acusa de rebelión y terrorismo.
Banalizar el terrorismo es un flaco favor que se hace a las víctimas del terrorismo. Sobre todo en un país donde sabemos lo que es sufrir el terror de las bandas armadas.
“No se puede usar el comodín de la rebelión o del terrorismo ante cualquier infracción”. Así se ha expresado Joaquín Bosch, magistrado y portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia.
Sensatez y diálogo
Es la hora de la sensatez y del diálogo. Se tiene que formar cuanto antes un gobierno estable en Cataluña, en el que nadie esté sometido a procedimientos judiciales. Un ejecutivo que cumpla con la legalidad y vuelva a la Constitución y al Estatut catalán. Un ejecutivo que acepte las reglas de juego y que permita la retirada del 155.
Hay que volver a la política. Lo que no se ha hecho hasta ahora. A la política del consenso donde Cataluña encuentre un lugar cómodo dentro de España. Pero esta salida dialogada debe ser bilateral. Es decir con el esfuerzo y el compromiso de la Generalitat y de la Moncloa.
Entradas anteriores:
- El máster de los másteres
- El Waterloo independentista
- Putin, Putin y sólo Putin
- El mal absoluto
- La rebelión de los jubilados
- Dejemos las lenguas en paz
- Ciudadanos, viento en popa
- Puigdemont, se acabó
- Del chavismo al madurismo