Por Gorka Landaburu
04/06/2018
Decía el político alemán Otto von Bismark que “la política no es una ciencia exacta sino un arte”. Lo que hemos vivido en estos últimos días en el Parlamento no ha sido precisamente artístico, pero sí una lección de democracia que, dentro de la más absoluta legitimidad, ha tumbado un gobierno que se ha encontrado en minoría y acorralado. Apelar a la indignación o a la conspiración y argumentar que el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha beneficiado en su moción de censura de los votos de los separatistas y nacionalistas es ignorar que en un Parlamento todos los votos tienen el mismo valor.
A Pedro Sánchez el órdago a Mariano Rajoy le ha salido que ni pintado. Pero sus problemas empiezan ahora con un gobierno débil. Con un ejecutivo que tendrá que pactar y acordar gran parte de sus iniciativas con los que le han propulsado a la Moncloa. Es probable que la mitad del país se encuentre indignado y la otra mitad feliz. Esta es la imagen de una nación compleja y que siempre ha tenido que gestionar esta complejidad.
Los retos para el Sánchez presidente
Ahora bien, y ante la tarea titánica que le espera a Pedro Sánchez, sería un error de la oposición apelar al apocalipsis. A la guerra de trincheras y al caos. Sobre todo cuando la tormenta puede llegar del enfrentamiento entre el PP y Ciudadanos para hacerse con los votos del centro derecha.
Pedro Sánchez, que a corto o medio plazo tendrá que convocar elecciones, tiene sin embargo un tiempo razonable para buscar consensos, pactos y acuerdos que deberían empezar por Cataluña. Pactar no es claudicar, es negociar. La cultura del acuerdo entre diferentes es la que va imperar de aquí en adelante y en los próximos años. Los partidos políticos lo van a tener que asumir. Y si no que miren a Portugal, Alemania o el propio País Vasco, donde se gobierna en coalición en todas las instituciones.
Nadie tiene el derecho ni los votos suficientes para patrimonializar e intentar abanderar los sentimientos nacionales de todo un país. Sobre todo cuando España es plural y plurinacional.
Vamos a ver, porque nos esperan tiempos complicados pero de sumo interés político. España no se va a fracturar ni a hundir como algunos vaticinan. Lo afirmaba el escritor y clérigo francés Jacques Bossuet. “La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”