El Procés catalán se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza, incluido para los propios nacionalistas.
La celebración del Consejo de Ministros previsto en Barcelona y que Pedro Sánchez intenta vender como un acto de normalidad, no lo es en realidad como lo demuestra la presencia prevista de 1500 mossos, guardias civiles y policías nacionales para blindar la capital catalana.
Desde la Moncloa y desde la Generalitat se viene intentando rebajar la tensión para que este próximo viernes no se produzca un nuevo choque de trenes.
Es más que probable y recomendable que, finalmente, Pedro Sánchez y Quim Torra se reúnan aunque con escasas posibilidades de sintonía entre ambos mandatarios.
No hay motivo para el optimismo
Sin embargo, frente a las tesis más apocalípticas y a los que defienden la mano dura para que se aplique, sin contemplaciones, el artículo 155 y se cierre toda vía al entendimiento, es preciso, y hasta más razonable intentar buscar la última oportunidad que permita restablecer el diálogo interinstitucional, así como contribuir a desatascar la incomprensión y el surrealismo de una situación que ha contaminado y enquistado todo el Procés.
No hay ningún motivo para el optimismo; para que el independentismo vuelva a la senda del diálogo o del acuerdo. La propia división del separatismo catalán no auguran ningún cambio de rumbo.
No obstante, hay que intentar, y si es preciso, hasta la extenuación indagar y escrutar todas las vías posibles para lograr un mínimo entendimiento aunque sea a corto plazo.
La vía represiva sería un duro golpe y un fracaso para todos, aunque la mayor responsabilidad la lleven los soberanistas.
Cuánto tiempo se ha perdido en todo este asunto y cuántos errores se han cometido por todas las partes.
Josep Borrell ha señalado que ha llegado la prueba del algodón… Lo veremos. Pero la única salida que se tiene que dar, es la vía del dialogo y del acuerdo, que inexorablemente conducirá a un referéndum pactado que se impondrá tarde o temprano.
Es el momento de llamar a todos a la prudencia, a la cordura y a la sensatez.
Entradas anteriores:
- Arde París, Macron se quema
- Seísmo electoral en Andalucía
- “Golpista”, “fascista” y escupitajo
- Un supremo escándalo
- A vueltas con los restos de Franco
- Más que unos presupuestos
- Ultimátum interruptus
- Cloacas y podredumbre
- Los cien días
- Una Diada triste
- Una rentrée endiablada
- Por fin
- Dejen a las víctimas en paz
- Que nadie utilice la inmigración
- Casado, pata negra
- “Les bleus” multicolor
- El valor del diálogo
- Sacar a Franco
- Efecto Huida
- Sánchez viento en popa