Un años más y como todos los años han sido miles los catalanes que han salido a la calle para celebrar la Diada. Pero ha sido una Diada triste. Esta vez, como el año anterior, se ha visibilizado la fractura que vive la sociedad catalana.
Los independentistas muestran músculo y lo harán también el próximo uno de octubre. No pueden ocultar su división y su falta de estrategia clara para avanzar hacia la secesión.
Una Diada triste
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, cobijado bajo el paraguas de Piugdemont, pretende mantener su hoja de ruta. Esta consiste en seguir la vía de la independencia y la república; si es preciso de forma unilateral.
Pero a pesar de la insistencia, el discurso radical se va achicando. Son cada vez más, como lo expresan desde ERC, los que intentan buscar otra salida.
Se mire por donde se mire, hay dos realidades que se han visibilizado en esta Diada triste. Dos realidades enfrentadas cuya negación marca la irresponsabilidad y una falta de sentido común. El Procés ha llevado a Cataluña a una encrucijada cuya fractura tardará en recomponerse.
Ni España ni la UE admitirán ni pueden admitir jamás que una parte de su territorio se separe de forma unilateral.
Tampoco y en contrapartida se puede amenazar con la aplicación permanente del artículo 155 de la Constitución. Al menos hasta que no se den los motivos suficientes.
Asimismo nadie puede negar que en Cataluña un 80 % de la población, y no todos independentistas, desearía modificar el actual statu quo que se mantiene con el Estado. Nadie debe imponer ni nadie debe impedir.
No hay otra salida
Aunque parezca por ahora una quimera el conflicto catalán no tiene otra salida que una solución acordada entre el Gobierno de España y la Generalitat.
Un acuerdo que acepte la legalidad vigente pero que permita, a su vez, el desarrollo de un amplio autogobierno para los catalanes, todos los catalanes.
El dialogo es imprescindible e ineludible, se pongan como se pongan los unos y otros. Tardará lo que tarde pero la responsabilidad no puede caer solamente en la Moncloa y en la Generalitat. También es de las demás formaciones políticas que deben trabajar por el consenso, el acuerdo y la transversalidad.
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