Mascarillas reutilizables y con altos niveles de protección son posibles. Un proyecto del IATA (Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos) trabaja en el desarrollo de filtros antivirales y biodegradables para mascarillas EPI (Equipos de Protección Individual).
El propósito principal es la producción de filtros con certificación FFP2 y FFP3. Se estima que las mascarillas desechables, lavables y reutilizables puedan usar estos filtros. También se podrán utilizar en respiradores biodegradables.
Mascarillas EPI
Contrario a lo que el común denominador pueda pensar, el uso de las mascarillas es mucho más complejo de lo que parece. Lamentablemente, no todas tienen el mismo nivel de protección frente a los virus. Lo primero que hay que saber es que existen tres tipos: quirúgicas, higiénicas y EPI.
Las mascarillas EPI son equipos de protección individual que se recomiendan a los profesionales para crear una barrera entre el riesgo potencial y los usuarios. También a grupos vulnerables por indicación médica.
Su finalidad es filtrar el aire que se respira para evitar la entrada de partículas contaminantes en el organismo. Se dividen en FFP1, FFP2 y FFP3 de acuerdo al grado de filtración de partículas. En el caso de la COVID-19 se aconseja las EPI FFP2.
El proyecto busca solventar la dificultad de acceso a materiales de filtración y mejorar la calidad de las mascarillas, para que protejan de forma pasiva, impidiendo la entrada del virus, y activa, con viricidas en los filtros, indica @ChemaLagaron
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Filtros antivirales y biodegradables al rescate
Sin embargo resulta que no todos tienen acceso a estas mascarillas con los más altos niveles de protección. Por lo tanto un filtro antiviral sería de gran ayuda. Solo que eso significa generar más desechos. Recordemos que ya organizaciones conservacionistas como Ocean Asia han denunciado el potencial problema de contaminación de las mascarillas desechables.
La iniciativa de filtros antivirales y biodegradables es la solución a ambos problemas. El IATA, un centro del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) está desarrollando materiales biodegradables y viricidas para dispositivos sanitarios de alta protección, como respiradores y las mascarillas desechables. La idea es integrar los materiales de filtración a las mascarillas.
El IATA pretende solventar el difícil acceso a materiales de filtración. Además, de optimizar la calidad higiénica de las mascarillas. En teoría, las mascarillas con estos filtros ofrecerían una doble protección. Una defensa pasiva que impida la entrada del virus y una protección activa, que incorpora viricidas -compuestos químicos que destruyen partículas virales- en los filtros.
Un problema de contaminación resuelto
La producción de filtros desechables para las mascarillas podía generar un problema de contaminación. De manera que para atajar de una vez el escollo, el equipo de investigación del IATA-CSIC ha trabajado en lograr un material biodegradable que no produzca residuos por el uso masivo de mascarillas.
La innovación de la investigación dio con filtros fungibles -literalmente que se consumen con el uso- para evitar que se desechen las mascarillas en su totalidad. Los filtros se podrán intercambiar diariamente. También la iniciativa ha dado con los niveles más altos de filtración.
Se ha alcanzado el nivel de protección FFP3, que indica que de cada 100 virus que intenten traspasar el filtro, uno o menos lo conseguirá. De acuerdo con José María Lagarón, el científico que lidera el proyecto, en los estudios certificados en instalaciones, los aerosoles han logrado penetrar los filtros en un 0,079%, lo que sugiere que los filtros antivirales y biodegradables conseguidos hasta ahora son muy efectivos.
El proyecto está aprobado por la plataforma Salud Global del CSIC y la AVI (Agència Valenciana de la Innovació) como una iniciativa para abordar la pandemia de la COVID-19. La Universitat Jaume I participa como una unidad asociada al proyecto, analizando los niveles de biodegradación que se desarrollan para los filtros.
La empresa Bioinicia -derivada del CSIC- fabricará los filtros desechables y biodegradables, ya que cuenta con una sala blanca que reúne las normas de seguridad e higiene para fabricar material farmacéutico y biomédico. Además de contar con una capacidad de producción de 10 toneladas al año, lo que permitiría la producción de varios millones de mascarillas. De hecho, ya se están fabricando los primeros filtros de protección tipo FFP2 y FFP3.
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