¿Cómo admirar la pintura de los grandes maestros sin ser una víctima pasiva de su fascinación? ¿Cómo sumergirse en el arte del pasado sin abdicar del compromiso con las vanguardias modernas y contemporáneas. La respuesta de Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984) fue a un tiempo simple y enormemente sofisticada: estudiarlos para comprenderlos, y luego, reinventarlos
El Museo Nacional del Prado expone, hasta el 5 de marzo de 2023, el resultado de una vida de miradas, dibujos, bocetos y reflexiones sobre el arte y los artistas recogidas en centenares de cuadernos de dibujo, y lo ofrece para la atenta contemplación de toda persona interesada en interrogar el arte del pasado para hacerlo vivo en el presente. La exposición, organizada con la colaboración de la Comunidad de Madrid, ha contado con el apoyo de Ayala Foundation (Manila) y la Fundación Juan March.
Para saber pintar, primero hay que saber mirar. Y a mirar se aprende. Esto creía Fernando Zóbel (Manila, 1924–Roma, 1984), y así lo puso en práctica en una fascinante investigación pictórica, tan sistemática como creativa, que desarrolló a lo largo de más de cuatro décadas.
Formado en Filipinas, Europa y América, graduado en Harvard e instalado en España desde finales de los años cincuenta, Zóbel fue al mismo tiempo pintor, estudioso, profesor, traductor, coleccionista y, entre otras iniciativas insólitas, el fundador de dos museos: la Ateneo Art Gallery en Manila (1961) y el Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca (1966). Fernando Zóbel no fue solo un pintor enormemente curioso y erudito, también fue un viajero permanente y un artista radicalmente cosmopolita.
Un extremo de la vanguardia del siglo XX
La pintura de Zóbel constituye un caso singular –si no único, desde luego extremo– de la vanguardia del siglo XX. Provisto de un conocimiento profundo y brillante de las tradiciones artísticas y literarias de Occidente y de Asia, Zóbel no entendía la modernidad como una ruptura con la figuración y con la historia de la pintura, sino como su redescubrimiento; no como el olvido del pasado, sino como el desvelamiento del futuro que encierra la obra de los grandes maestros.
Zóbel. El futuro del pasado reconstruye el itinerario poético y artístico de un pintor guiado por un doble principio: “Enseñar a ver y aprender a ver”.
42 pinturas, 51 cuadernos de apuntes y 85 dibujos y obra sobre papel, procedentes de colecciones españolas, filipinas y norteamericanas, conforman el recorrido con el que el Museo Nacional del Prado rinde homenaje a una figura fundamental de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX: Fernando Zóbel trabajó de forma intensa sobre las pinturas del Prado. Un artista que concibió su pintura como una suerte de instrumento con el cual transitar –para admirar, pero sobre todo para entender– las complejas rutas por las que discurre la historia del arte.
UNA LARGA CONVERSACIÓN EN EL PRADO CON LOS GRANDES MAESTROS
Comisariada por Felipe Pereda, Fernando Zóbel de Ayala Professor of Spanish Art en la Universidad de Harvard, y Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación March, ambos muy ligados profesional e institucionalmente a la figura del pintor, Zóbel. El futuro del pasado recrea la larga conversación del artista moderno con los grandes maestros, una conversación que se fraguó en museos de todo el mundo, y en el Prado quizá como en ningún otro.
Zóbel no solo pasó innumerables horas dibujando y estudiando sus pinturas, sino que incluso donó generosamente al museo un número importante de dibujos de maestros españoles datados entre los siglos XVI y XVIII para sus colecciones.
La exposición explora la obra del pintor a lo largo de dos itinerarios que son fundamentales para valorar su original contribución a la pintura abstracta contemporánea: el primero, entre la modernidad y el legado de la tradición, reúne los estudios del pintor realizados en museos a lo largo de todo el mundo, el Museo del Prado muy particularmente, reconstruyendo su proceso creador.
En segundo lugar, la exposición sigue la obra de Zóbel a través de un segundo itinerario, internacional y geográfico, mostrando cómo el dibujo fue la herramienta que le acercó a una forma original y alternativa de modernidad que Zóbel descubrió en Asia, en la tradición vernácula de las Islas Filipinas o en la pintura china y japonesa. Ambos itinerarios nacen de la particular condición biográfica del artista: nacido en Manila, formado en los Estados Unidos para acabar instalándose en España.
UN APASIONANTE EJERCICIO DE PEDAGOGÍA ARTÍSTICA
Estructurada en cinco ámbitos, la exposición reconstruye el itinerario poético y artístico de Zóbel, entre los extremos de un mismo principio: aprender a mirar, para entender el arte de los grandes maestros, por un lado, y, por el otro, volcar lo aprendido en su propia obra para así compartirlo. Zóbel. El Futuro del Pasado aborda su trabajo desde una perspectiva transnacional, que sobrevuela los límites geográficos de los tres continentes –Asia, Norteamérica y Europa— en los que transcurrió la vida del artista. Desafiando los intentos de clasificar su obra dentro de los estrechos límites de las tradiciones nacionales, esta exposición ofrece una lectura fundamentalmente novedosa de su obra.
La obra de Zóbel constituye, por último, un apasionante ejercicio de pedagogía artística. Los dibujos de Zóbel enseñan a mirar, lenta, sosegada y analíticamente. Sus pinturas y sus dibujos encierran el esfuerzo por comprender la voluntad artística que empujaba a artistas como Zurbarán o Sánchez Cotán, como Van der Hamen o Velázquez.
Para completar este recorrido por la obra de Zóbel, al final de la exposición –y junto a numeroso material documental gráfico y visual– se proyectará el documental Memorias del instante. Los cuadernos de Zóbel, producido específicamente para la muestra y cuyo tema es la larga conversación con los maestros del pasado que puebla los casi doscientos cuadernos de apuntes que dejó el artista.