Por Andrés Tovar
25/05/2017
Él sabe que su objetivo es muy ambicioso: «Tengo la intención de ganar la Triple Corona: Mónaco, Indy, y Le Mans«.
Hablamos de nuestro Fernando Alonso, quien recientemente le lanzó esta contundente frase al New York Times. Y sí que es ambicioso, sólo un piloto en la historia, Graham Hill, lo logró hacer y eso fue en 1972.
El asturiano tiene los palmarés para intentarlo: es considerado como uno de los mejores pilotos activos de Fórmula Uno, ganó el Gran Premio de Mónaco en back-to-back en 2006 y 2007 y este domingo se probará en el icónico circuito de las 500 de Indianápolis. Se clasificó en la quinta posición en las pruebas del domingo pasado, lo cual no está mal para alguien que nunca había conducido un IndyCar hasta hace un mes. Una victoria el domingo le daría «dos de las tres patas» que Alonso necesita para su anhelada Triple Corona del automovilismo.
Pasar de una raza de los deportes de motor a otro es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo. Alonso está lejos de ser el único piloto de Fórmula Uno en dar el salto a la IndyCar. Nigel Mansell, Takuma Sato, y Juan Pablo Montoya lo han intentado, pero pocos han conseguido dominar ambas disciplinas con efectividad.
Aparte de Graham Hill, Montoya es la única otra persona en ganar tanto en Mónaco y la Indianápolis 500. Aún no se ha probado en Le Mans.
Las pistas
El cambio es difícil, en parte, porque las pistas pueden hacer sentirse completamente extraño a un conductor que está acostumbrado a una de las ramas. La F1 tiene circuitos en países de todo el mundo, desde como Sochi hasta Abu Dhabi, pasando por Mónaco a Barcelona. Cada circuito es único, y por lo general tiene una combinación de largas rectas, curvas fluidas y cerradas. En la competencia, los conductores atesoran el mayor número de vueltas necesarios para superar los 305 km, a excepción de la «creme de la creme» Mónaco, ligeramente más corta en distancia y con menos vueltas, pero considerado el circuito más difícil en el calendario debido a sus calles estrechas, curvas cerradas, y el túnel que los conductores tienen sortear.
Las 500 de Indianápolis, por su parte, se lleva a cabo en una pista ovalada. Es 2,5 millas de largo y tiene cuatro vueltas en sentido izquierda que están peraltadas en ángulos de 90 grados. En esencia, exige a los conductores lanzarse por la pista a una velocidad de 230 mph y girar a la izquierda justo antes de chocar contra la pared de la pista, y luego repetirlo una y otra vez hasta que se hayan completado 200 vueltas para un total de 500 millas. Es emocionante y bastante peligroso. También puede ser muy irritante para los conductores que no están acostumbrados al movimiento antihorario constante.
“Una de las cosas más grandes con las que más sufrí fue con los óvalos” describía el experimentado Nigel Mansell a CNN, sobre su transición de la F1 a IndyCar. “Tienes que salir del coche después de 10, 15, quizás 20 vueltas y no puedes caminar en línea recta. Te mareas, es muy dificil».
Los coches
Otra de las diferencias fundamentales F1 y es IndyCar. El alma de la F1 es el diseño del coche que cada equipo elabora. Existen regulaciones que los coches deben cumplir, pero los fabricantes tienen mucha libertad para hacer sus propios diseños personalizados. Y son mucho más alta tecnología que los IndyCars y cuestan mucho más. Los equipos pasan la mayor parte del desarrollo trabajando el tema de la aerodinámica porque es clave para el deporte.
En la Indy, todos los equipos utilizan el mismo vehículo básico: Un chasis Dallara y motores Honda y Chevrolet. Y cada uno puede desarrollar sus propia aerodinámica. En IndyCar, el motor Honda de Alonso es realmente competitivo, al contrario que el que ha llevado por estos días en la F1.
El calendario
La otra razón por la que los pilotos de Fórmula Uno históricamente han tenido dificultades para competir en Indy 500 es que las carreras de esta última se han celebrado en el mismo fin de semana cada año desde 1974. Eso hacía imposible que los conductores puedan competir en las dos carreras en el mismo año. Y la F1 no está ansioso de ver cualquiera de sus conductores, especialmente uno tan talentoso como Alonso, dejar la temporada. El entusiasmo del asturiano por participar -otros se lo adjudican a la baja en el ritmo- fue aprovechado por el nuevo director ejecutivo de McLaren, Zak Brown, para negociar un acuerdo para que Alonso pudiera participar en la Indy.
“Es sólo fue posible este año”, Alonso dijo al Times. “Es una situación única. En la F1 este año, estoy trabajando con un coche de bajo rendimiento. El ganar en Mónaco no es posible, pero ganar en Indianápolis es, sin duda posible. ¿Por qué no intentarlo?”
Velocidad, curvas y resistencia
En la F1 el reto es la velocidad y en la IndyCar es dominar las curvas. Y aunque ambas necesitan obviamente un importante régimen físico, ninguna supera en la necesidad de resistencia a LeMans. La mítica carrera francesa tiene lugar durante un período de 24 horas y es tanto una prueba para los vehículos, que deben ser fiables y eficientes en combustible suficiente para sobrevivir a la carrera larga, como lo es para los conductores. Tres pilotos comparten cada vehículo. Y juntos, cubren más de 3.000 millas en un solo día. Eso es seis veces la longitud de la Indianápolis 500, y 18 veces más que Mónaco.
Por ahora, el reto de Alonso está en Indianapolis este fin de semana, que esperamos prevalezca. La siguiente y última etapa de su viaje de la Triple Corona sería Le Mans, que es una carrera en sí misma.