El Partido Comunista de Chino, bajo la dirección de Xi Jinping, ha promovido valores sociales conservadores y presiona a las mujeres a enfocarse en la maternidad y el hogar. A ser buenas esposas y madres, dedicadas a enseñar a su familia a amar su país. Desde que asumió el poder, el divorcio se ha restringido. Se impuso a la pareja un período de 30 días de buen entendimiento obligatorio.
Aunque las diferencias jerárquicas entre el hombre y la mujer encuentra algo de espacio en el ánimo del gobierno, no se traduce en cambios. No existe voluntad política. Las feministas chinas se niegan a aceptarlo. La historia reciente del feminismo en China es de valentía y represión. Activistas como Zheng Churan, conocida como Datu o Conejo Gigante, lideraron una ola de protestas que desafiaron las normas de género y abogaron por cambios políticos significativos. Sin embargo, la respuesta del gobierno fue poco femenina: arrestos, cierre de organizaciones y una vigilancia asfixiante.
Más allá del férreo control gubernamental sigue emergiendo un movimiento underground que trasciende las fronteras chinas. La mujer es cada vez más consciente de la discriminación y manifiesta fuerte y decididamente su inconformidad.
Lejos de las luces
Grupos de mujeres reclaman silenciosamente sus propias identidades. Muchas pertenecen a una generación que creció con más libertad que sus madres. El tema de la igualdad y el respeto de derechos fundamentales se discute en bares escondidos, en callejones y en salones y librerías de Shanghai. Sin miedo, las mujeres debaten su lugar en una República Popular en la que los hombres hacen las leyes. También han usado vestidos de novia para protestar y han hecho votos públicos de compromiso consigo mismas. Otras se reúnen para ver películas hechas por mujeres sobre mujeres. Las amantes de los libros acuden en masa a librerías feministas para adquirir títulos como La mujer destruida y Vivir una vida feminista.
Las mujeres de Shanghai y de otras grandes ciudades de China negocian con más energía sus frágiles condiciones de expresión pública en un momento políticamente precario, y la amenaza no tan solapada contra el feminismo y la detención de las activistas. El acoso y la violencia contra las mujeres se ignoran o se silencian, mientras que disminuye la participación de la mujer en el trabajo y en los cargos públicos. No hay mujeres miembros del círculo íntimo de Xi ni del Politburó, el órgano ejecutivo encargado de formular políticas.
Bar para mujeres
«Creo que todos los que viven en esta ciudad parecen haber llegado a la etapa de querer explorar más sobre el poder de las mujeres», dice Du Wen, fundadora de Her, un bar que organiza salones de debate. Her es un bar autodenominado feminista en Shanghai en donde las mujeres se reúnen para hablar sobre su lugar en la sociedad.
Frustrada por la estrecha comprensión de la mujer por el público, Nong He, estudiante de cine y teatro, proyectó tres documentales sobre mujeres realizados por directoras chinas. “Creo que deberíamos tener un espacio más amplio para que las mujeres puedan crear. Vamos a organizar una proyección pública para que la gente sepa cómo es nuestra vida, cómo es la vida de otras mujeres, y con ese entendimiento conectarnos y brindarnos ayuda unas a otras», manifestó.
En eventos publicitados discretamente, las mujeres cuestionan los tropos misóginos de la cultura china. Comparten consejos para principiantes en el feminismo y cómo ser más fuertes. Hay pocas estadísticas confiables sobre la violencia de género y el acoso sexual, pero los incidentes de violencia contra las mujeres vienen ocurriendo con más frecuencia, según investigadores y trabajadores sociales. Por Internet circulan historias de mujeres mutiladas físicamente o asesinadas brutalmente por intentar dejar a sus maridos, o golpeadas salvajemente por resistirse a la atención no deseada de los hombres.
La reacción es diversa. Unos denunciaron a los atacantes, otros culparon a las víctimas. Un empresaria y ex editora adjunta de Vogue China, le preocupa la situación. Mientras sus amigas compartían sentimientos de vergüenza e inutilidad por no casarse, buscó un marco para expresar lo que sentía. Abrió Paper Moon, una tienda para lectores intelectualmente curiosos. «La gente está ansiosa por hablar, pero no saben de qué están hablando», dijo.
Librerías con toque femenino
La librería está dividida en una sección académica que incluye historia feminista y estudios sociales, así como literatura y poesía. Hay un área de biografías. «Es necesario tener algunas historias reales para alentar a las mujeres», asegura Wang Xia, propietaria de la librería Xin Chao, que la describe “de temática femenina”.
Cuando la abrió en 2020, la tienda era un espacio extenso con rincones para fomentar conversaciones privadas y seis salas de estudio con nombres de autoras como Simone de Beauvoir. La librería atendió a más de 50.000 personas a través de eventos, talleres y conferencias en línea. Tenía más de 20.000 libros sobre arte, literatura y superación personal. Libros sobre mujeres y libros para mujeres.
Más allá de China
El movimiento Me Too en China, nacido en Internet en 2018, ganó apoyo entre los jóvenes pero no logró avances de significación. Los señalamientos contra prominentes académicos, hombres de negocios y figuras de los medios terminaron en acusaciones y juicios por difamación de sus víctimas.
Ahora la lucha por la reivindicación de la mujer migra fuera de las fronteras del China con un espíritu de protesta más fuerte y llamativo. Aspira a recoger frutos poniendo de relieve ante el mundo lo que no puede combatirse a nivel doméstico. En grandes ciudades como Nueva York se están presentando obras de teatro que ponen el acento en las condiciones de la mujer en la Republica Popular China,
Intentan captar la atención del público occidental sobre hechos como el conservatismo en el seno de las familias, las detenciones y el abuso de la policía china a las mujeres. También las agresiones sexuales, la violencia doméstica y la falta de oportunidades a pesar de la mejor preparación académica de las mujeres. En el corazón de Manhattan invitan a las mujeres chinas a compartir con el público experiencias que en su país no podrían exponer.