El feminicidio es una realidad en Alemania, a pesar de que no todo el mundo quiera hablar de ello o aceptarlo. En febrero de 2019 Julia Schäfer, que era fiscal entonces, tuvo que asistir a una escena del crimen. Un hombre había apuñalado 18 veces a una doctora de 35 años de edad, en Fráncfort. Su expareja.
«Un caso trágico, pero clásico», dice Schäfer hoy en día. La pareja había mantenido una relación. Durante un tiempo él intentó recuperarla, pero en ese período el hombre cometió algunos actos de violencia. La mujer lo denunció y obtuvo un orden de alejamiento. La tarde del crimen la esperó varias horas. Cuando ella le reiteró que su relación estaba terminada, sacó un cuchillo y la apuñaló.
No es un suceso aislado. En Alemania, todos los días un hombre intenta matar a su actual o antigua pareja. Cada tres días uno intento termina en asesinato. No son crímenes que ocurren de la noche a la mañana. Usualmente la muerte llega luego de una larga historia de violencia doméstica, insultos, humillaciones e incluso presión económica.
La gravedad detrás del feminicidio, lo que consideran un tema tabú
Es un problema real y grave. Los grupos que defienden los derechos de las mujeres critican el tratamiento de la prensa alemana a estos asesinatos. Pasa muchas veces los romantizan y escriben sobre «celos», «dramas amorosos» o «tragedias familiares». Y no es una novelita rosa ni el drama de Romeo y Julieta.
Los feminicidios no tienen mucha resonancia en los medios de comunicación de Alemania. Abunda la opacidad y la falta de rigor. La Fundación Rosa Luxemburgo ha denunciado sel poco profesionalismo para informar sobre los feminicidios o asesinato de mujeres. La nomenclatura cambia cuando se trata de un caso entre extranjeros. Saltan del «trágico final de una vida» sin el asesinato es cometido por un alemán al ‘crimen de honor‘ si el asesino es turco o árabe. Tratan de asumir que la violencia doméstica se relaciona con migrantes, no con la cultura alemana. Las cifras reales no lo certifican.
“Me parece que la política minimiza los casos de violencia de género relacionándolos directamente con la migración”, afirma Jehieli Fernández. “Es decir, para la política alemana, es un problema de migrantes viviendo en el país. Un problema de culturas no alemanas.” El error lo señalan, esta vez, las estadísticas mencionadas:
Desde la organización Terre des Femmes afirman que las descripciones que publican de los hechos influyen en la manera en que la gente ve los asesinatos. El crimen se convierte en otro problema privado más que no le interesa a toda la sociedad en conjunto y que supone no la afecta. «Es un tema tabú, de la intimidad familiar», afirman.
Las cifras ocultas son altas. Las estadísticas solo incluyen los casos que se denuncian y condenan. Un estudio que se realizó en la Unión Europea en el año 2014 encontró que solo uno de cada tres casos de violencia doméstica se denuncia a la policía.
El peso de la ley y la responsabilidad en los casos
A veces los atacantes son condenados a cadena perpetua por asesinato, pero no siempre. En muchos los jueces suelen ser indulgentes y los asesinos reciben condenas por diez años.
En el caso de los tribunales, suelen tener en consideración todas las circunstancias, pero pasa que los jueces toman la situación emocional del agresor como atenuante. Y así de alguna forma se da a entender que el atacante, el culpable, se lastima a sí mismo al matar a la mujer que dice amar.
De hecho, muchos jueces suelen hacer referencia a una sentencia del Tribunal Federal de Justicia, del año 2008. Un caso de muerte tras una separación. No se consideró que hubiera agravantes como premeditación y alevosía, requisitos para dictar sentencia de asesinato. Contra toda lógica, el tribunal determinó que la separación fue una iniciativa de la víctima y que el acusado de privó a sí mismo de lo que no quería perder. Una formulación que, de acuerdo con la Asociación Alemana de Mujeres Abogadas, expresa una «forma de reproche» a la víctima. La víctima resultó culpable.
¿Tiene la justicia un ojo destapado? Cuando un hombre mata a su actual o antigua pareja porque ella quiere dejarlo o lo ha dejado, es un asesinato por celos. Algo parecido a los llamados «crímenes de honor», cuando a niñas o mujeres son asesinadas por sus parientes porque «deshonraron» la familia.
Sin embargo, en Alemania estos «crímenes de honor» se clasifican en un contexto social distinto y se castigan con severidad. Pareciera como que en Alemania los feminicidios serían más reconocidos como un problema real si estuvieran vinculados con minorías étnicas o religiosas. No es así. Dos tercios de los agresores son ciudadanos alemanes y la violencia contra las mujeres se da en todos los estratos sociales.
Feminicidio reconocido en el papel, no en la realidad
Alemania firmó en 2018 la Convención de Estambul, el primer tratado vinculante del mundo para combatir y evitar la violencia doméstica. Reconoce los feminicidios como un problema social estructural y se centra en proteger a las víctimas. Contiene medidas que se deben incorporar al sistema legal alemán.
Optimistas, los grupos que defienden los derechos de las mujeres esperan que haya más capacitación para policías y jueces, se amplíen las asesorías psicológicas y legales para las víctimas y se desarrollen campañas contra la violencia domésticas. Y, sobre todo, aumentar la cantidad de refugios para mujeres víctimas de violencia. Cada año, aproximadamente 16.000 víctimas de la violencia machista encuentran seguridad en casas para mujeres. Pero se necesita el doble de refugios para cubrir las necesidades de todas las víctimas.
Desde la Asociación Alemana de Mujeres Abogadas aseguran que Alemania quiere ser país pionero en la lucha contra la violencia de género, pero se están quedando atrás. Los ciudadanos deben estar más informados, muchos creen que el feminicidio, si es que lo conocen, tiene que ver con problemas que ocurren en otros países como México, donde las mujeres son secuestradas, violadas, mutiladas y asesinadas. El primer paso sería, entonces, aceptar el problema.
La violencia contra la mujer en Europa
El problema de violencia contra la mujer no es exclusivo de Alemania. Es una realidad que afecta a todo el continente europeo, con Francia a la cabeza. Le siguen Alemania y el Reino Unido como los países con más feminicidios.
La situación se ha agravado con la pandemia y el confinamiento. Se calcula que en algunos países europeos los ataques contra las mujeres se han elevado hasta un tercio.
De acuerdo con un informe de 2019 de la Organización de Naciones Unidas de 20.000 asesinato de mujeres por sus parejas íntimas u otro miembro de su familia en todo el mundo, 3.000 ocurrieron en Europa.
En el primer semestre de 2020, España hubo 41 feminicidios, registrados. Sin embargo, pese a todas las medidas y seguridades, sigue siendo muy complejo determinar el impacto de la pandemia sobre la violencia de género en Europa. Sieguen siendo muy pocas las víctimas denuncia. En Francia, por ejemplo, solo lo hace el 20% de las mujeres .
Organizaciones como Amnistía Internacional, la Federación Internacional de Planificación de la Familia y Women´s Link Worldwide coinciden en que el cierre y el confinamiento para controlar la transmisión de la COVID-19 expone a mujeres y niñas de manera desproporcionada a abusos por parte de sus parejas y familiares.
En el mundo, asesinan a seis mujeres cada hora. El responsable puede ser su pareja, expareja o incluso un familiar. Es una situación que, como una segunda pandemia ensombrece a todos los continentes.
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