Por Cambio16
La crisis de la democracia representativa y de liderazgo en la política son algunas de las principales preocupaciones de Felipe González, que disertó sobre estos temas en el número de mayo de Cambio16 con motivo del 45 aniversario de la revista.
El expresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE sostiene que “gobernar no es sumar todas las indignaciones, sino priorizar para resolverlas”. Y denuncia que “los populismos tienen exactamente el mismo discurso” tanto a izquierda como a derecha. “El discurso de los de abajo y los de arriba, que antes era de la lucha de clases (…) ha sustituido al de antes. Y ese discurso es exactamente igual en el caso de Marine Le Pen que en el de Pablo Iglesias”.
Y en una conversación sobre populismos, el caso venezolano no podía quedarse por fuera. Conoce bien del tema pues con su fundación ha seguido de cerca el devenir político y económico del país caribeño. Consultado sobre el tema, afirmó que no ve “ninguna solución inmediata” para Venezuela, sosteniendo tajantemente que no conoce “ningún caso de ningún país del mundo que, sin una guerra, haya destruido tanto en tan poco tiempo (…) la corrupción española, comparada con la venezolana, sería casi un juego de niños» y cargó contra la izquierda española por su “ceguera voluntaria» en relación al chavismo.
En todo caso, recalcó en que “la única solución” para el país es “sentarse a dialogar y buscar un camino de transición de esta locura de régimen hacia otro normalizado”.
¿Cómo ve el legado de la izquierda latinoamericana que ha gobernado en la última década?
No es un legado común. Es diferente. En América Latina se produjo un fenómeno que nadie tiene en cuenta. Cuando la izquierda latinoamericana comprendió -después de la fantasía de Fidel Castro- que se podía llegar al poder a través de los votos, que no era inexorable llegar a través de las botas y, por tanto, que las revoluciones se podían hacer democráticamente, y accedieron al poder a través de fuerzas de izquierda, progresistas o como quieran llamarlas, empezaron a gestionar el poder. Y donde ha habido más fallos ha sido en la gestión del poder ganado a través de las urnas. Pero los fallos no son idénticos. El total, definitivo y destructivo ha sido el de Venezuela, que además ha tratado de influir en otros. ¿Ha tenido alguno de los fallos la gobernanza de Evo Morales? Si, pero las cuentas las ha llevado bien, ha mejorado la situación social del país y su economía sigue creciendo. En Brasil, a pesar de la inmensa crisis actual y de los fallos que ha podido haber, se ha sacado a 40 millones de personas de la marginalidad. Ahora estan pasando por una crisis, con una caída del PIB de tres puntos y medio, y una crisis política añadida. Esto es cierto. Como también ha habido fallos en Argentina o Ecuador. A este último le ha ido razonablemente bien con los fallos que sea de las tensiones de Rafael Correa… Hay un amigo y actual ministro que no diré de qué país, que es muy amigo mío desde hace años, que me dice «Felipe, tenemos que reflexionar sobre el fenómeno que tenemos en América Latina. La izquierda ha llegado a comprender que se puede ganar el poder por las urnas. Pero ahora tiene que aprender a cómo gestionar el poder para tener éxito y no sólo por la bonanza. En eso estamos un poco más escasos. A ver si discutimos y hablamos de cómo se ejerce el poder porque tú lo hiciste en España».
¿Alguna solución política para Venezuela?
No veo ninguna inmediata. Es decir, si con dos tercios de triunfo de la oposición en la Asamblea Nacional el gobierno es capaz de no respetar el resultado de las urnas; cambiar en el período intermedio del mes de diciembre antes de constituirse la nueva Asamblea, la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional, designando a capricho a servidores del poder y no a jueces; es también capaz de cambiar las normas del Banco Central de Venezuela, etc. Están anulando la voluntad de dos tercios de representación porque no consideran que eso sea el pueblo sino que el pueblo es lo que hay fuera de eso. Estan matando la posibilidad de que haya reformas que arreglen la catástrofe del país. A mí me duele Venezuela por una razón que resumo de la siguiente manera: No conozco ningún caso de ningún país del mundo que, sin una guerra como la de Siria, haya sido capaz de destruir tanto en tan poco tiempo. Es el país más rico de América Latina. Pero ha destruido el aparato productivo, no tiene alimentos básicos, ni papel higiénico que se ha convertido en un lujo. Aquí estamos agobiados por la corrupción. Pero la corrupción española , comparada con la venezolana, sería casi un juego de niños. Es una cosa tremenda. Nunca he visto un proceso más rápido de destrucción de un país institucionalmente, económicamente, socialmente y en materia de seguridad. Caracas es la ciudad más insegura del mundo. Pero, dicho todo esto, creo que la única solución es sentarse a dialogar y buscar un camino de transición de esa locura de régimen hacia uno normalizado.
En el acto de presentación del libro de Leopoldo López en Madrid con Lilian Tintori, le recordó usted a Pedro Sánchez que el partido del líder opositor es socialdemócrata
Es de la Internacional Socialista. Ahora hay tres allí
Pero, ¿por qué cree que en España existe la imagen de que todos los partidos de oposición en Venezuela son de derecha?
En primer lugar, porque la izquierda española en general se ha quedado con la impronta -que no ha sido verdad- del discurso chavista como el discurso de izquierda contra la oligarquía. La gente se lo sigue creyendo. Es verdad que liquidaron a una oligarquía pero para crear otra, que es la boliburguesía, mucho más depredadora y mucho más destructiva. Lo que más me impresiona de los análisis que he leído es uno de un tipo que es un humorista de origen asturiano, Laureano Márquez. Decía él en un artículo fantástico a los dirigentes oficialistas: «Sean egoístas y sean prácticos. No sigan destruyendo el país porque no van a poder seguir robando porque ya no hay nada que robar, y tampoco se van a poder ir de aquí porque tampoco se lo van a poder gastar fuera. Entonces, si se lo tienen que gastar aquí por favor roben lo que sea pero creen riqueza para poder seguir robando y quede algo para la gente». Esa era la reflexión amarguísima del tipo. Aquí hay un reflejo que es dramático, de absoluto desconocimiento. Pero es una ceguera voluntaria. La gente no quiere ver Venezuela. Da igual que tengamos a 300.000 canarios allí.