Desde que se reportó el primer brote del SARS-CoV-2 y la nueva enfermedad respiratoria a finales de 2019, en Wuhan, China, el mundo ha ido encontrando muchas respuestas a una situación que, al principio, generó mucha confusión. Ahora se sabe más sobre este coronavirus, cómo se transmite, cuáles son los síntomas e, incluso, han aparecido las primeras vacunas. Sin embargo, muchos aspectos aun están envueltos en el misterio. En especial, sobre el origen mismo del virus, cuándo apareció realmente, cómo atendieron el caso las autoridades chinas, cuánto saben y se calcula que es mucho lo que no han dicho.
Ha habido una larga cadena de datos contradictorios, información insuficiente, negativas a inspecciones de la OMS y otros organismos. Además hay denuncias sobre el presunto origen del virus en un laboratorio. A esto se une la persecución a científicos y periodistas por reportar los hechos. También la muerte de uno de los primeros doctores que reportó el brote. Las dudas no hacen más que aumentar, mientras la COVID-19 sigue avanzando por el mundo. Aun así, las voces de denuncia no se detienen.
La cruzada de Fang Fang
Una de esas voces es la de Fang Fang. La escritora china se ha dedicado a documentar en sus diarios la vida en Wuhan desde los primeros días del brote de coronavirus y ha enfrentado la reacción violenta del Gobierno y sus esbirros. No obstante, asegura que no será silenciada.
El trabajo de Fang Fang comenzó a finales de enero. Cuando Wuhan se convirtió en el primer lugar del mundo en entrar en un estado de bloqueo total. Sus escritos sirvieron para dar ánimo a los 11 millones de residentes confinados en la ciudad. También se convirtieron en una fuente de información, de primera mano, de lo que sucedía en el lugar donde se reportó el primer brote del virus.
Una visión personal
Quizás el mayor valor que tiene el trabajo de Fang Fang es que ofrece una visión personal de lo que ocurre en China. En sus publicaciones diarias en su cuenta de Weibo (el «twitter chino»), relata como vivía sola con su perro durante el encierro. Desde esa perspectiva, comparte el «lado oscuro» de la gestión de la pandemia del Partido Comunista para contener la propagación del virus.
Fang Fang, de 65 años de edad, dice que escribió los diarios como parte de un proceso que la ayudó a «canalizar su mente» y reflexionar sobre lo que estaba sucediendo durante el encierro. Sus escritos captaron lo que es estar aislada del resto del mundo; el dolor y la tristeza colectivos por la pérdida de vidas y el fuerte enojo con los funcionarios locales por lo que ella considera un mal manejo de la crisis.
Fang Fang ilustró vívidamente sus actividades diarias y sus sentimientos sobre la sociedad, mientras que la ciudad en la provincia central de Hubei estuvo aislada del mundo exterior durante tres meses después del brote inicial del coronavirus. Sus observaciones claramente sacudieron a las autoridades.
Al principio, su diario en línea fue elogiado a nivel nacional. Incluso el Servicio de Noticias de China, describió sus publicaciones como inspiradoras.
Fang Fang es amordazada
Pero la reacción cambió significativamente cuando sus textos y videos ganaron la atención internacional. Las críticas alcanzaron su punto máximo cuando surgió la noticia de que sus diarios serían traducidos al inglés y publicados por la editorial estadounidense HarperCollins.
A los medios de comunicación chinos se les ha ordenado no publicar ninguno de sus artículos. Ahora, los editores se niegan a publicar su última novela y otras obras ya contratadas para su lanzamiento.
«Me enfrento a la fría violencia del Estado. No quiero pensar que esta situación continuará por mucho tiempo, pero actualmente no tengo más remedio que esperar pacientemente a que termine la fría violencia», manifestó Fang Fang en un comunicado.
Señaló que no se había dado ninguna explicación sobre la decisión de bloquear el lanzamiento de sus obras. «Las editoriales de China de repente dejaron de publicar mis libros. Es obvio que el Gobierno de alguna manera ha ejercido presión sobre ellos”, afirmó.
La censura sigue
La persecución contra Fang Fang es solo una más entre un creciente número de denuncias el régimen chino, por tratar de censurar las informaciones independientes sobre el pésimo manejo de la pandemia en ese país.
Zhang Zhan, una abogada convertida en activista y bloguera independiente, fue detenida en mayo por publicar decenas de videos tomados en la ciudad de Wuhan donde se descubrió el virus en diciembre de 2019. Fue sentenciada en diciembre por un tribunal de Shanghai por provocar peleas y causar problemas. «Este es un cargo común para los activistas que el PCC considera que ha socavado la estabilidad social de China, según Zhang Keke, uno de sus abogados.
A través de clips de entrevistas y comentarios que colocó en los sitios de redes sociales chinos, Zhang Zhan documentó los repetidos fracasos de las autoridades en Wuhan durante tres meses. También publicó en Twitter y YouTube, plataformas estadounidenses que están bloqueadas en China.
Habló con dueños de negocios locales en dificultades y conoció a familias que se enfrentaban a la presión de la policía para guardar silencio sobre sus seres queridos perdidos. En su último video del 13 de mayo, acusó al gobierno de “violar los derechos humanos” al no proteger los medios de vida de los trabajadores de la ciudad. Mientras, Pekín repite y repite narrativa de que logró manejar con éxito el brote.
El origen del virus
Así mismo la doctora Li-Meng Yan ha denunciado que el SARS-CoV-2 se fabricó en un laboratorio. Asegura que es un arma biológica y que el Partido Comunista Chino ha intentado cubrir el verdadero origen de laboratorio del virus COVID-19 para escapar de la responsabilidad de la pandemia.
Durante meses después del inicio del brote, China inundó la literatura científica con mensajes sutiles y a veces no tan sutiles que respaldaban su narrativa «oficial» de que COVID-19 es una enfermedad de origen natural que «saltó» de los animales a los humanos en el mercado de mariscos de Wuhan. Li-Meng Yan tuvo que salir de China para escapar de las represalias.
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