Por Patricia Matey
Doménikos Theotokópoulos, más conocido por su nombre español El Greco (El griego), está considerado por muchos como uno de los más grandes pintores de la historia del arte europeo. Nacido en Creta en 1541, a medida que avanzaba su carrera pictórica también lo hacía el alargamiento de las figuras humanas en sus obras, como puede verse en su clásico St. Martín y el mendigo.
Fue en marzo de 1913 cuando el oftalmólogo s publicó un artículo titulado Por qué el Greco pintó como pintó (Archivos de Oftalmología Hispano-Americanos 1913:153-168). En él se afirmaba que su forma peculiar de representar las figuras se debía a que padecía alto astigmatismo miópico.
Sin embargo, la revista Información Oftalmológica se hace eco de un estudio que desmiente tal hipótesis sobre la que se lleva debatiendo ya un siglo. Enrique Santos Bueso, de la Unidad de Neuroftalmología del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid es su autor principal.
Desde hace más de diez años este especialista realiza estudios sobre la patología ocular en la obra pictórica. Estudio ocular en la obra de Leonardo da Vinci La Mona Lisa o el Parche de la Princesa de Éboli son tan sólo dos ejemplos de los más de 80 trabajos que se han publicado periódicamente en la sección histórica de los Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología.
“Se trata de la revista científica más importante en español, lo que contribuye a su difusión entre otros especialistas interesados en esta materia que, por otro lado, son cada vez más”, asevera.
Según él y el resto de firmantes del nuevo estudio, “la teoría presentada por el Dr. Germán Beritens en 1913 presenta varios errores y fue refutada por numerosos oftalmólogos, principalmente por el Profesor Manuel Márquez, catedrático de Oftalmología de la Universidad de Madrid. Según esta teoría, El Greco pintaba las figuras alargadas debido al alto astigmatismo que presentaba. Sin embargo, «no existe ninguna constancia ni ninguna referencia histórica sobre cualquier patología ocular padecida por El Greco”.
La teoría de Beritens reside en que “el astigmatismo del pintor sería más evidente hacia la mitad última de su vida permaneciendo latente en su juventud por efecto de la acomodación. Al disminuir la fuerza acomodatizia por razón de la edad, el pintor vería los objetos no definidos y borrosos y así los expresaría en sus obras pictóricas”, reza el ensayo.
Incluso este experto plantea que “el fenómeno acomodativo y su posterior fracaso fisiológico serán dos hechos fundamentales para diferenciar las distintas etapas creativas consideradas por los críticos de arte”.
Un concepto erróneo
Pero en palabras del doctor Santos Bueso, se trata de “un concepto realmente erróneo. El pintor que presenta astigmatismo, simplemente ve más o menos borroso en función del número de dioptrías que presente. Su realidad percibida es expresada en función de su estilo y de la percepción del mundo exterior. El Greco alargaba las figuras que quería, tanto en planos verticales como horizontales, como expresión de su estilo personal. En El Caballero de la mano en el pecho (foto) o el San Juan Evangelista, ambos en el Museo del Prado, pueden verse ambos planos o meridianos alargados tanto en la cara como en las manos de los personajes. Por tanto, en los meridianos vertical y horizontal. Este hecho es incompatible con la teoría del astigmatismo, que sería solamente en uno de estos meridianos y no en los dos a la vez. Sin embargo, como hemos comentado, el astigmatismo produce visión borrosa según el número de dioptrías padecidas por el paciente y no la visión alargada que refería el Dr. Germán Beritens”.
Es más, durante un corto período de tiempo, el pintor protagonista de una polémica centenaria, vivió en Roma, donde fue expuesto a la obra de Miguel Ángel, Rafael y Parmigiano. Estos artistas practicaban el estilo del manierismo, que valora la representación del desnudo en poses complejas y artificiales. Las figuras suelen tener extremidades alargadas, cabezas pequeñas y rasgos faciales estelizadas, que se pueden ver en forma exagerada en las últimas obras del artista.
Se ha sugerido, también, que muchos pintores, incluyendo, Holbein, Lucas Cranach el Viejo, Botticelli, Tiziano, Modigliani o Sargent también han sufrido astigmatismo. Esta sugerencia se basa en que el astigmatismo induce un alargamiento unidireccional en la percepción de los objetos, pero no siempre es la base o la consecuencia de un estilo pictórico. De hecho, en el caso de El Greco su tendencia hacia la elongación es simplemente estilística y se remonta a dos épocas: la bizantina y la manierista, que influyeron de forma notoria en su arte.
Una patología ocular común
El astigmatismo, que afecta a un 26% de la población y supone el tercer problema visual más común entre los españoles, sólo por detrás de la miopía (28%) y la presbicia o vista cansada (28%) se debe a una curvatura irregular de la superficie frontal del ojo, y tiene como principal consecuencia una visión borrosa y distorsionada que impide el enfoque claro de los objetos. Puede afectar a personas de todas las edades, por lo que puede convertirse en un importante obstáculo para el aprendizaje de los menores o para, en el caso de los adultos, desempeñar una actividad laboral o conducir. Afortunadamente, “actualmente disponemos de una oftalmología extraordinaria en nuestro país, con valiosos profesionales e innovadores medios de diagnóstico y tratamiento. Además, en Atención Primaria con médicos de Familia de extraordinaria formación velan por la salud ocular de nuestros pacientes. Creo que como pacientes, estamos en muy buenas manos”, apostilla el doctor del Hospital Clínico de San Carlos que adelanta los avances producidos en este campo.
“La oftalmología ha experimentado una evolución exponencial en su desarrollo en los últimos años. Las técnicas quirúrgicas se han perfeccionado considerablemente apoyadas, valga la redudancia en nuevas tecnologías: aparatos cada vez más precisos, asimismo estamos asistiendo al desarrollo y llegada de nuevos fármacos, por ejemplo para la degeneración macular, que están aportando innumerables beneficios para los pacientes”.
Ventajas que no existían en la época del pintor cretense aunque, como reza el artículo del Dr. Santos Bueso: “Durante la primera mitad del siglo XX se generó la polémica teoría sobre el astigmatismo del autor como causa de su estilo a pesar de la demostración del profesor Márquez de su inconsistencia. Doménikos Theotokópoulos fue un pintor único, innovador, precursor de las vanguardias artísticas del siglo XX. Su inconfundible estilo con la estilización y alargamiento de determinadas figuras no se debía a ningún error refractario sino a su propio estilo y a su evolución como artista”.
Oftalmología en el Museo del Prado
Enrique Santos Bueso reconoce que al “unir mi trabajo actual, la Medicina y la Oftalmología concretamente, con mi afición por la Historia del Arte, he encontrado una disciplina que como pasatiempo me produce muchas satisfacciones además de disfrutar de las diferentes obras de arte y de los museos que las contienen”.
Tal vez por ello, este especialista adelanta que próximamente publicará el libro (que no saldrá a la venta sino que será entregado en próximo Congreso de la Sociedad Española de Sevilla): Oftalmología en el Museo Nacional del Prado.
“Surge de la inmensidad de la pinacoteca madrileña, inalcanzable en una visita puntual. El recorrido por unas decenas de cuadros, en una ruta continua y fluida, con la disculpa de la patología ocular, supone una vista asequible de menos de dos horas por el Museo”, explica Santos.
Y comparte: “Aunque casi todos mis trabajos los considero importantes por el rigor y la disciplina impuestos para su producción, me han supuesto especial satisfacción el estudio de la Moira Átropos, en las Pinturas Negras de Goya y la investigación de todas las representaciones de santa Lucía presentes en el Museo Nacional del Prado de Madrid”.