Por primera vez podrán verse en el Reino Unido los huevos de pascua de Fabergé, el joyero de los Romanov, en una gran exposición del Museo Victoria & Albert dedicada al maestro orfebre y su filial en la capital británica
Hasta el próximo 8 de mayo podrá visitarse en el Museo Victoria & Albert la exposición Fabergé en Londres: del romance a la revolución, que será la primera gran exposición dedicada al prestigio internacional del legendario orfebre ruso y la importancia de su poco conocida filial en Londres. Centrándose en su clientela perteneciente a la alta sociedad eduardiana, la exposición pondrá de manifiesto los logros de Fabergé en Gran Bretaña y la fascinación mundial por la jubilosa opulencia de sus creaciones.
Tres de sus legendarios huevos de pascua imperiales podrán admirarse por primera vez en el Reino Unido en la espectacular sección final de la exposición. La exposición mostrará más de 200 objetos distribuidos en tres secciones principales para narrar la historia personal de Carl Fabergé y la trayectoria de la internacionalmente reconocida casa Fabergé, símbolo de elegancia y maestría rusa —una conexión reforzada aún más por su relación con el romance, el glamur y la tragedia asociados con la familia imperial rusa—.
La muestra explora esta dimensión anglo-rusa tan poco conocida de la casa Fabergé, cuya única filial fuera de Rusia se estableció en Londres en 1903. A este establecimiento acudieron miembros de la realeza, la aristocracia y la alta sociedad, adineradas damas americanas, maharajás y grandes duques exiliados de Rusia para obsequiarse unos a otros con regalos de un lujo inigualable. Las piezas de Fabergé eran igual de codiciadas en Gran Bretaña que en Rusia.
La primera sección principal destaca la importancia de tener a la familia Romanov como uno de sus principales clientes. Una réplica en miniatura de las insignias imperiales realizada para la Exposición Universal de París de 1900, en préstamo del Museo Hermitage, pone de manifiesto la posición de Carl Fabergé como orfebre de la familia imperial.
Los miembros de la élite social a menudo intercambiaban regalos íntimos de Fabergé, lo que se explorará mediante objetos hechos por encargo de elaborada decoración con flores de cristal de roca, oro y diamantes rosa, y exquisitos retratos de familia en miniatura. Este apartado también aludirá a la juventud de Carl Fabergé, sus viajes por Europa y sus comienzos en la empresa familiar.
Una de las piezas —tan inusual como los huevos de pascua imperiales— que podrá observarse es una estatuilla realizada por encargo del emperador Nicolás II retratando al guardaespaldas personal de su madre, la viuda del emperador. Un devocionario que el emperador Nicolás II regaló el día de su coronación a su esposa, la emperatriz Alejandra Feodorovna, estará expuesto junto a antiguas fotografías de la familia imperial con sus posesiones más preciadas.
A continuación, esta sección explorará el dominio de técnicas y detalles minuciosos por los que se dio a conocer Carl Fabergé y su empresa familiar. Carl Fabergé instauró una cultura de creatividad en sus talleres, y su imaginación sin límites inspiró la selección de atrevidos diseños y materias, mientras que la integración de diseñadores, artesanos y comerciantes bajo un mismo techo fomentó la colaboración creativa.
Fabergé instauró una cultura de creatividad en sus talleres, y su imaginación sin límites inspiró la selección de atrevidos diseños y materias, mientras que la integración de diseñadores, artesanos y comerciantes bajo un mismo techo fomentó la colaboración creativa
La deslumbrante belleza de la obra de Fabergé podrá apreciarse en una resplandeciente diadema de aguamarinas y diamantes que regaló Federico Francisco IV, gran duque de Mecklenburgo-Schwerin, a su prometida la princesa Alejandra de Hannover y Cumberland, en señal de su amor el día de su boda.
También formará parte de la muestra el único ejemplo conocido de servicio de mesa de oro macizo realizado por Fabergé. Este es uno de los artículos más extraordinarios que se fabricaron en la filial de Moscú. El espíritu docente de Fabergé quedará patente en la obra de Alma Pihl, una de sus diseñadoras más conocidas. La muestra incluirá algunas de sus obras más innovadoras y duraderas, como por ejemplo un centelleante colgante de “cristal de hielo” hecho con cristal de roca, diamantes y platino.
LA CAPITAL DEL LUJO
La segunda sección de la exposición hará referencia al vínculo de Fabergé con Londres, al modo en que su establecimiento prosperó con el apoyo de la casa real y sus creaciones se convirtieron en divisa tanto para el intercambio de regalos de la alta sociedad como para la ostentación de riqueza entre la élite cosmopolita que se congregaba en la capital.
El rotundo éxito obtenido en la Exposición Universal de París de 1900 demostró que si Fabergé decidiera ampliar el negocio fuera de Rusia contaría con una fiel clientela. Fabergé se decantó por abrir su nuevo establecimiento en Londres, en parte porque era la capital financiera del mundo y un centro de comercio de lujo capaz de atraer a clientes acaudalados e internacionales. También es aquí donde residían los asiduos coleccionistas de piezas de Fabergé Eduardo VII y la reina Alejandra, lo que hacía bastante probable contar con la casa real como clientes en Londres.
La exposición constará de una sección de transición que llevará al visitante desde Rusia hasta un ajetreado Londres, resaltando los fuertes vínculos familiares que existían entre la casa real rusa y británica. Entre las piezas que podrán verse en la muestra se encuentran fotografías de la familia real en marcos de Fabergé y regalos del emperador Nicolás II y la emperatriz Alejandra Feodorovna a sus familiares británicos, como por ejemplo un cuaderno que el zar y la zarina regalaron a la reina Victoria en las navidades de 1896.
Fabergé realizó obras minuciosamente personalizadas para su clientela británica. Creó tallas en piedras semipreciosas de los animales que criaban el rey Eduardo y la reina Alejandra en su granja de Sandringham —su finca predilecta— y objetos esmaltados del color que lucían los caballos del rey en las carreras.
Entre los objetos se encuentran encargos del rey para retratar a Caesar, su fiel fox terrier de pelo de alambre; una escultura en plata retratando a Persimmon, su caballo de carreras favorito con el que cosechó más éxitos; y una de las creaciones más insólitas de la casa Fabergé: una estatuilla que representaba a un soldado veterano inglés.
El artista realizó obras minuciosamente personalizadas para su clientela británica. Creó tallas en piedras semipreciosas de los animales que criaban el rey Eduardo y la reina Alejandra en su granja de Sandringham.
Fabergé se convirtió en el establecimiento más exclusivo y popular para adquirir regalos. La amante del rey Alice Keppel regaló a este una elegante pitillera de estilo art nouveau con una serpiente de diamantes que se mordía la cola en símbolo de amor inquebrantable y eterno.
Las tabaqueras decoradas con paisajes topográficos, edificios y monumentos también gozaron de gran aceptación. El 5 de noviembre de 1908, día de Guy Fawkes, el gran duque Miguel de Rusia compró una caja de puros de nefrita decorada con un paisaje esmaltado en sepia de las Casas del Parlamento y se lo regaló al rey Eduardo VII.
Entre otras piezas dignas de mención se encuentra un fastuoso jarrón de cristal de roca que regalaron al rey Jorge V y la reina María el día de su coronación.
El final de la segunda parte de la exposición refleja el fatídico impacto que tuvieron la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa sobre la casa Fabergé. Al entrar Rusia en guerra en 1914, la producción de Fabergé se transformó rápidamente. Los talleres se volcaron en contribuir a la causa bélica y pasaron de crear objetos de una delicadeza exquisita a fabricar munición. Dedicaron la suma destreza que hasta entonces habían empleado con joyas y metales preciosos a trabajar con cobre, bronce y acero. En 1917, cuando la Revolución afectó a los talleres de Fabergé en Rusia, se cerró la filial de la casa en Londres.
EL LEGADO DE FABERGÉ
La última sección de la exposición rendirá homenaje al legado de Fabergé a través de los emblemáticos huevos de pascua imperiales, con una muestra caleidoscópica de estos célebres tesoros. Varios de los huevos de pascua imperiales que podrán admirarse en la exposición no se han expuesto en el Reino Unido hasta ahora, como por ejemplo el más grande de la colección: el huevo del Kremlin, inspirado por la arquitectura de la catedral de la Dormición y prestado por el Museo del Kremlin de Moscú.
El huevo del palacio de Alejandro —decorado con retratos en color de los hijos de Nicolás II y la emperatriz Alejandra, y con una maqueta sorpresa del palacio en su interior— también ocupará un lugar privilegiado en la muestra junto al huevo del tricentenario de los Romanov, que se creó para conmemorar los 300 años de la dinastía Romanov apenas unos años antes de la caída de dicha dinastía.
Entre los huevos de pascua que podrán verse también se encuentra el huevo del cesto de flores de la emperatriz Alejandra Feodorovna, procedente de la colección de la casa real y prestado por su majestad la reina. Aunque la Revolución rusa y la guerra cambiaron irreversiblemente el orden social en Rusia y Europa, las creaciones de Fabergé conservaron su popularidad, especialmente en Londres, donde se siguieron apreciando los artículos de la casa.
A partir de la década de los años veinte, los marchantes de arte y casas de subastas de Londres se hicieron con objetos confiscados de Fabergé vendidos por la Rusia soviética. En la década de los años treinta, la casa Wartski de marchantes de arte adquirió varios huevos imperiales y los vendió a la clientela de Fabergé en Londres, así como a nuevas generaciones de coleccionistas de Europa y Estados Unidos. Más recientemente, y motivados por la recuperación de las piezas para la patria, la obra de Fabergé ha suscitado el interés de coleccionistas rusos.
Aunque la casa Fabergé de Carl Fabergé ya no exista, la leyenda que se forjó en torno a sus huevos de pascua imperiales y la popularidad de las piezas creadas por el orfebre se han mantenido vivas, y sus diseños siguen cautivando, deleitando y siendo fuente de inspiración en la actualidad.
La exposición celebra los excepcionales logros de Fabergé centrándose en la importancia de su filial en Londres, la única que abrió fuera de Rusia y que, sin embargo, suele pasar inadvertida.
En palabras de Kieran McCarthy y Hanne Faurby, comisarios de la exposición Fabergé en Londres: del romance a la revolución:
“La historia de Carl Fabergé, el mítico orfebre de la Rusia imperial, gira en torno al lujo más exquisito y una maestría insuperable. Esta exposición celebra los excepcionales logros de Fabergé centrándose en la importancia de su filial en Londres, la única que abrió fuera de Rusia y que, sin embargo, suele pasar inadvertida.
“Este establecimiento fue frecuentado por clientes de todo el mundo pertenecientes a la realeza, la aristocracia, la élite financiera y la alta sociedad.
“Esta muestra explorará mediante las creaciones de Fabergé multitud de historias intemporales de amor, amistad y el arribismo más descarado. Permitirá al visitante apreciar el arte sublime y el mecenazgo que se produjeron antes de la revolución que desgraciadamente provocó el cierre de la casa Fabergé. No obstante, la exposición dejará al visitante con buen sabor de boca, ya que el broche de oro lo pondrá una espectacular muestra final del legado más importante de Fabergé: sus emblemáticos huevos de pascua”.