Por José Juan Verón
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*Proyección realizada antes del anuncio de la ruptura de CIU
La lectura en clave nacional de las elecciones autonómicas es compleja. Unos dicen haber ganado por número de votos, mientras que otros lo escenifican en número de concejales o incluso de ayuntamientos o comunidades autónomas con posibilidades de gobierno. Pues bien, los diputados no se asignan de ninguna de estas formas.
Resulta posible hacer una proyección, de acuerdo con la ley D’Hont y la representatividad de cada provincia e intentar adivinar cómo sería la composición del Congreso de los Diputados si las elecciones del 24 de mayo hubiesen sido nacionales. Este ejercicio tiene algo de adivinación porque las claves en las que se expresa un voto y otro son bien distintas. Hasta las formaciones que se presentan a unas y otras elecciones cambian, lo que hace más complejo este trabajo (véase el caso de Izquierda Unida).
Pero hecho el ejercicio, en este escenario político no cabría buscar vencedores porque prácticamente todos pierden. Perdería el PP, dado que se dejaría casi 70 diputados respecto a las generales de 2011 y sería una fuerza casi residual en Cataluña o País Vasco. Lo haría también el PSOE, que aun manteniendo el tipo, no se aprovecharía en nada del desgaste de los populares en el Gobierno y no lograría darle la vuelta a la tortilla. Los socialistas que, por cierto, se quedarían sin diputados por Navarra y perderían la mitad de los del País Vasco.
Podemos no se libraría y también pierde. Se quedaría muy lejos de romper el bipartidismo, por mucho que irrumpa como ninguna otra tercera fuerza política lo hubiera hecho antes. El partido de Pablo Iglesias tiene menos tirón en las comunidades con componente más rural y es más complicado cuantificar su representatividad en Cataluña o Galicia al no haberse celebrado autonómicas. Para la simulación se han utilizado los datos de las municipales.
Ciudadanos sería hoy la cuarta fuerza política. Ciudadanos es casi una anécdota en el tercio norte de España. Comunidad Valenciana, Madrid, Cataluña y Andalucía podrían ser sus feudos más productivos. Retoma la herencia de UPyD, pero la acrecienta y la mejora, aunque apenas le serviría para nada. Para contemplar la situación desde la tribuna, para ir formando el partido.
Pierde claramente UPyD, condenado a desaparecer, y lo hace también IU, que sucumbe al empuje de Podemos, aunque faltaría ver hasta qué punto.
Del resto de siglas, poco que decir. La extrapolación de resultados dejaría un parlamento con una veintena de fuerzas políticas distintas donde sería necesaria la suma de, al menos, cinco de ellas para alcanzar mayoría alguna. Es decir, el modelo italiano corregido y aumentado.
Así que una clara derrota para el bipartidismo, pero también para los que aspiran a derrotarlo. Una combinación difícil de digerir.