Hombres, mujeres y niños trabajan por salarios irrisorios y en condiciones infrahumanas para extraer el cobalto que necesita la industria de dispositivos electrónicos y la automotriz. Esta materia prima se suma así a la lista de los llamados “minerales de sangre” que se explotan en zonas de conflicto vulnerando los más fundamentales derechos económicos, sociales, humanos y universales
Para 2016, Paúl, de 14 años de edad, ya llevaba dos años explotado en un área de minería artesanal en el sur de la República Democrática del Congo. Trabajaba en los túneles, donde podía pasar hasta 24 horas. En este país muchos mineros artesanales trabajan en diferentes lugares para extraer cobalto.
De acuerdo al informe realizado por Amnistía Internacional Esto es por lo que morimos. Abusos de los Derechos Humanos en la República Democrática del Congo empodera el comercio mundial del cobalto (2016), los mineros artesanales han excavado bajo tierra túneles para poder llegar hasta el mineral. Allí no tienen los más mínimos equipos de protección personal (guantes, botas o mascarillas) para acceder y extraer cobalto, actividad que hacen con cinceles, mazos y otras herramientas manuales.
De 10 a 12 horas por un dólar
En su mayoría son los hombres quienes trabajan en este tipo de minas; sin embargo, mujeres y niños están expuestos a esta actividad. Para 2014, Unicef señalaba que aproximadamente 40.000 niños laboraban en las minas de RDC, la mayoría de ellos en minas de cobalto.
Un estudio de 2016 llevado a cabo por Amnistía Internacional y Afrewatch –ONG que investiga la transparencia en la explotación de recursos naturales– subraya que la gran mayoría de los niños trabajaban porque sus padres no pueden costear su alimentación, ropa ni educación. Regularmente recolectan y transportan piedras con el mineral en las minas pertenecientes a concesiones empresariales. También lo hacen en los lagos cerrados por estas concesiones, lavando y clasificando el mineral. En esta actividad se exponen a diversos riesgos que los perjudican en un corto, mediano o largo plazo.
Loïc es uno de esos niños que padeció los estragos de la explotación laboral. Trabajó en las minas entre los 9 y 11 años de edad. Se quejaba de que solía sufrir de dolores en la espalda, pues recolectaba piedras y cargaba sacos de entre 20 y 40 kg Su jornada laboral era de 12 horas diarias. En lugares abiertos, con altas temperaturas o bajo la lluvia, expuesto a altos niveles de cobalto sin ningún equipo de protección personal. Todo por un salario de 1 a 2 dólares al día.
Sin mascarillas para protegerse de la gran cantidad de polvo, los niños están siempre resfriados. Y asisten a sus labores sin haber probado bocado.
“Yo solo podía comer cuando tenía suficiente dinero”, dice Mathy, una niña que fue forzada a trabajar en las minas desde los 9 años de edad.
Nunca es suficiente
Los pocos dólares que conseguían tenían que repartirlos en muchas ocasiones, a veces con los mineros adultos, a veces con los oficiales de seguridad de las empresas que tienen concesiones mineras. A veces con ambos. Cuenta el informe que para poder obtener rocas valiosas –rocas que contengan cobalto– deben entrar a las concesiones. Es allí donde los guardias de seguridad los atrapan y sobornan. Les pueden quitar a partir de medio dólar. Y en ocasiones los mecanismos de presión no respetan, prácticamente, ni la vida misma.
“Ellos nos pidieron dinero, pero no teníamos. Ellos agarraron a mi amiga y la metieron dentro de un tanque de diésel. Yo pude correr y esconderme, pero vi lo que pasó. Lloré. Estaba asustada. Corrí y me escondí. Entonces vi lo que pasó”, contó Mathy, de 12 años de edad, cuya amiga fue atrapada en 2012 por unos guardias de seguridad.
Otros niños reportaban ser golpeados por los guardias. En paralelo, los mineros adultos también roban los sacos que los niños recolectan. O los négociants no pesan los sacos de rocas a la hora de pagarles, sino que estiman el peso y solo les dan 1 dólar. Por supuesto, han ganado más.
¿Derecho a la educación?
El gobierno de RDC ha sido ampliamente criticado por los organismos de derechos humanos, ONU, expertos de la Organización Internacional del Trabajo y distintas ONG por las fallas en su sistema de fiscalización de minería artesanal, no terminar con una de las peores formas de trabajo infantil y no priorizar el acceso de los más pequeños a la escuela primaria. En este aspecto, detalla el informe de Amnistía Internacional, desde 2009 RDC cuenta con un Código de Protección a la Niñez que garantiza educación primaria gratuita y obligatoria. No obstante, la falta de fondos provenientes del Estado implica que los padres deben correr con el pago de maestros, los uniformes y materiales de aprendizaje. Entre 10 y 30 dólares al mes.
A esta carga, se suman los funcionarios comisionados para fiscalizar la minería artesanal que demandan de los mineros un pago ilegal.
La investigación revela que mucho del cobalto extraído de estas minas ubicadas en Kolwezi llega hasta un mercado en Musompo, donde comerciantes –en su mayoría chinos– compran el mineral sin importar su procedencia y cómo fue extraído. Luego de adquirido, los comerciantes venden el cobalto a grandes empresas para que lo procesen y exporten.
La Congo Dongfang Mining International –100% subsidiaria de China Huayou Cobalt Company– vende el mineral procesado a tres fabricantes para componentes de baterías de iones de litio en China (Ningbo Shanshan y Tianjin Bamo) y Corea del Sur (L&F Materials). De aquí los componentes pasan a fabricantes de baterías que aseguran ser proveedores de Apple, Dell, HP, Huawei, Lenovo (Motorola), LG, Microsoft, Samsung, Sony, Vodafone, Daimler AG y Volkswagen. La mayoría de estas empresas reportaban un año antes una política de minerales conflictivos, donde buscan abordar el problema que causa la extracción de este tipo de materias primas o señalan que no utilizan minerales provenientes de RDC.
Una batería totalmente ética para 2024
Un año después Amnistía Internacional publica otro informe, República Democrática del Congo: Hora de Recargar: Acción corporativa e inacción para abordar abusos en la cadena de suministro de cobalto. La organización analiza las prácticas de los gigantes tecnológicos y del sector automotor para corroborar la violación de los derechos humanos en sus cadenas de suministro.
El informe reporta que para ese entonces tanto las empresas electrónicas como la de automoción muestran “importantes puntos ciegos en sus cadenas de suministro” y que a pesar de ciertos avances, las empresas no están haciendo lo suficiente para impedir los abusos a derechos fundamentales.
Amnistía Internacional insiste con este tema. Para marzo de este año, lanzaba un desafío a las empresas del sector automotor durante la Cumbre Nórdica del Vehículo Eléctrico. La organización retó a través de un comunicado público a los líderes del sector de vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos a producir la primera batería totalmente ética en un plazo de cinco años.
En su comunicado, la organización reconoce la necesidad de los coches eléctricos para salir de los combustibles fósiles, pero apunta que la extracción del cobalto necesario para las baterías de vehículos eléctricos no es tan ética como “algunos vendedores quisieran hacernos creer”.
Exigen a las empresas de la UE la garantía de que los minerales que importan no procedan de zonas de conflicto
De acuerdo con la Guía de Principios sobre Negocios y Derechos Humanos de la ONU, las empresas tienen responsabilidad sobre cualquier actividad que cause o contribuya con la vulneración de los derechos humanos. Además, tienen el deber de evitar y disminuir todos los impactos a los derechos humanos asociados con sus actividades, productos y servicios. De allí la demanda de la primera batería “totalmente ética”.
Nuevo reglamento para la unión
A este respecto a partir del 1 de enero de 2021 entrará en vigor en la Unión Europea un reglamento sobre los minerales de zonas de conflicto con el objetivo de frenar la explotación de estaño, tantalio, wolframio y oro.
El reglamento no incluye el cobalto. Pero sí exige a las empresas de la UE la garantía de que los minerales que importan no procedan de zonas de conflicto. En este sentido, minerales cuyo origen está relacionado con la financiación de grupos armados para prolongar conflictos o trabajos forzados y otras violaciones de derechos humanos. Las empresas de la UE tienen la responsabilidad del manejo ético en la extracción, refinado y transporte de los mismos.
La Comisión Europea estima que el nuevo reglamento se aplicará directamente entre 600 y 1.000 empresas alrededor de la Unión. También afectará indirectamente a cerca de 500 fundiciones y refinerías, tengan sede o no en la UE. Por su parte, los Estados miembros están en la obligación de comprobar si las empresas exportadoras cumplen con el reglamento.
“Minerales de sangre” y dispositivos
No solo el cobalto está asociado a la violación de derechos humanos y no solo este es necesario para los dispositivos electrónicos que usamos. Por ejemplo, los móviles contienen wolframio en bajas cantidades para provocar la vibración ante un impulso eléctrico. Mientras que los móviles de gama alta tienen sus microchips bañados en oro para mejorar la conductividad.
El estaño se utiliza para soldar puntos de conducción y el tantalio lo usan las marcas más baratas para construir microprocesadores eléctricos. El tantalio se extrae del coltán, un mineral asociado al conflicto armado en RDC. La opinión pública los ha calificado como “minerales de sangre”, por ser extraídos en zonas de guerra.
Señala el informe 2017 de Amnistía Internacional que Apple es la empresa líder en el sector de abastecimiento responsable de cobalto. De hecho, este 2019 Apple presentó un informe en el cual afirma ser el referente en cuanto a abastecimiento mundial responsable. Por su parte, Daimler anunciaba a finales de 2018 su adhesión a diversas organizaciones de abastecimiento responsable, como la Iniciativa de Cobalto Responsable, en aras de garantizar una cadena de suministro de materias primas sostenible y transparente.
Mientras que Dell ha informado sobre su política de abstención de adquirir materiales procedentes de zonas de conflicto. Sin embargo, señala lo complejo que es rastrear el origen de los materiales que utiliza para sus productos.
Un soplo de esperanza
Luego del reto lanzado en marzo por Amnistía Internacional a las empresas de vehículos, en abril Volkswagen informaba que se unía a la plataforma de blockchain impulsada por IBM para incrementar la transparencia, eficiencia y sostenibilidad en las cadenas de suministro de minerales.
Esta plataforma, lanzada en enero de este año, es un proyecto piloto que busca demostrar que los materiales de las cadenas de suministro se producen, procesan y comercializan responsablemente. Está basada en tecnología blockchain con el objetivo de diseñar un seguimiento infalible que proporcione evidencia de la producción de cobalto desde que se extrae de la mina hasta el producto final.
La iniciativa la llevan adelante Ford, Huayou Cobalt Company, IBM, LG Chem y RCS Global Launch Blockchain Pilot.
Se estima que hacia 2026, la demanda de cobalto aumente gracias a la producción de coches eléctricos y dispositivos electrónicos. Por lo tanto, todos los participantes de este proyecto serán evaluados siguiendo los principios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Se estimaba que para mediados de este año el piloto se completara y la iniciativa estuviera abierta a toda la industria. Lo cual pareciera un soplo de esperanza sobre un panorama desolador, pero mientras tanto, ¿quién cuida y protege a estos niños donde el alcance del blockchain aún no llega? Pareciera que las empresas están moviendo su maquinaria para enfrentar una situación a todas luces desproporcionada. Habrá que esperar resultados. También habrá que pensárselo antes de cambiar el viejo móvil comprado hace 18 meses.
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