La COVID-19 colocó en relieve, de una manera descarnada y frontal, los acechos de la muerte. Sus distintas caras y sus distintas formas de encararla. Los tratamientos médicos, en general, pretenden alargar la vida, pero a veces solo prolongan el sufrimiento, además de arruinar a la familia. Expertos piden en la revista científico The Lancet cambiar la manera en la que se afronta la muerte y avanzar hacia un final de la vida menos invadido por la medicina y más compasiva.
Las urgencias de salud por la pandemia han priorizado la atención médica del paciente. Los cuidados intensivos por salvar las vidas y por evitar los riesgos de contagios, han impedido la presencia amorosa de familiares y amigos. Produciéndose por miles o millones, muertes desoladas. Pero este episodio traumático de la humanidad se inserta en el modo en que se aborda la muerte en este siglo.
A partir de esta percepción un grupo de expertos que conforma la Comisión sobre el Valor de la Muerte para la revista científica The Lancet, acaba de publicar un informe en el que pide “traer a la muerte de vuelta a la vida”. Más que un juego de palabras es una profunda reflexión que puede cambiar el abordaje en el vínculo entre medicina y paciente.
“Los avances tecnológicos y médicos han extendido la idea de que la ciencia puede vencer a la muerte. Aumentando la dependencia excesiva de las intervenciones médicas y alienando a las comunidades”, señaló el informe. Los expertos denuncian que los sistemas sanitarios están fallando en dar cuidados compasivos a quienes van a morir y a sus familias.
Comisión The Lancet ofrece otra visión de la muerte
Los expertos advirtieron que hay un énfasis excesivo en los tratamientos agresivos para prolongar la vida. Unido a las grandes desigualdades globales en el acceso a los cuidados paliativos y los altos costos médicos, llevan a millones de personas a sufrir innecesariamente al final de la vida.
En ese sentido, la Comisión The Lancet pide que se reequilibren las actitudes públicas hacia la muerte y el morir. Lejos de un enfoque estrecho y medicalizado hacia un modelo comunitario compasivo. En el que las comunidades y las familias trabajen con los servicios sanitarios y sociales para atender a las personas que mueren.
“La pandemia de la COVID-19 ha visto a muchas personas morir en un proceso medicalizado, a menudo solas. Con un personal enmascarado en hospitales y unidades de cuidados intensivos, incapaces de comunicarse con sus familias, excepto digitalmente”, dijo Libby Sallnow. Consultora de medicina paliativa y profesora clínico principal en St Christopher’s Hospice y UCL (Reino Unido) y copresidenta de la Comisión.
«La forma en que mueren las personas ha cambiado drásticamente en los últimos 60 años”, afirmó. “De un evento familiar con apoyo médico ocasional, a un evento médico con apoyo familiar limitado. Se necesita un replanteamiento fundamental de cómo cuidamos a los moribundos. Nuestras expectativas en torno a la muerte y los cambios que se requieren en la sociedad para reequilibrar nuestra relación con la muerte”.
La Comisión se enfoca principalmente en el tiempo que transcurre desde que a una persona se le diagnostica una enfermedad o lesión que limita su vida, hasta su muerte. Más el duelo que afecta la vida de los que quedan atrás. Pero no cubre las muertes repentinas o violentas, las muertes de niños o muertes por injusticia.
¿Compasión o evasión por asumir cuidados y costos?
La Comisión The Lancet sostiene que la muerte y el morir se han vuelto demasiado medicalizados, escondidos y temidos. Durante estos 60 años, morir ha pasado del entorno familiar y comunitario a convertirse en una preocupación de los sistemas de salud. En el Reino Unido, por ejemplo, solo una de cada cinco personas que requiere atención al final de la vida está en casa. Mientras que aproximadamente la mitad está en el hospital.
La esperanza de vida mundial ha aumentado constantemente de 66,8 años en 2000 a 73,4 años en 2019. Pero, a medida que las personas viven más años, viven más con mala salud. Y los años vividos con discapacidad aumentan de 8,6 años en 2000 a 10 años en 2019.
Antes de la década de 1950, las muertes eran predominantemente el resultado de una enfermedad o lesión aguda, con poca participación de médicos o tecnología. Hoy en día, la mayoría de las muertes son por enfermedades crónicas, con un alto nivel de participación de los médicos. La idea de que se puede derrotar a la muerte se ve impulsada aún más por los avances en ciencia y tecnología, que también han acelerado la dependencia excesiva de las intervenciones médicas al final de la vida.
El informe precisó que en los países ricos entre el 8 y el 11,2% del gasto sanitario anual se emplea sobre el 1% que muere ese año. “Cuidar esos últimos meses de vida es costoso y en los países si atención sanitaria universal puede llevar a familias a la pobreza”.
“Ha aumentado mucho la esperanza de vida pero la sociedad está cada vez más envejecida. Y no hemos sido capaces de afrontar bien la muerte”, sostuvo Irene Bernal doctora en Ciencias Políticas y experta en asuntos públicos, según El Independiente.
Tiempo de aceptarse y de compartir afectos
Se necesita un cambio fundamental en la atención de la sociedad a los moribundos, refirió el informe suscrito por 27 autores de distintos países.
La Comisión The Lancet reconoce que se están produciendo pequeños cambios. Desde modelos de acción comunitaria para hablar sobre la muerte. Hasta cambios en las políticas nacionales para apoyar el duelo u hospitales que trabajan en colaboración con las familias.
Si bien un cambio a gran escala llevará tiempo, la Comisión señala el ejemplo de Kerala, India. Allí, durante las últimas tres décadas, la muerte y el morir han sido reclamados como una preocupación y responsabilidad social a través de un amplio movimiento social. Integrado por voluntarios complementados por cambios en los sistemas políticos, legales y de salud.
“Cuidar a los moribundos realmente implica infundir significado al tiempo que queda. Es un tiempo para lograr la comodidad física. Por llegar a aceptarse y hacer las paces con uno mismo, de muchos abrazos. Para reparar puentes rotos de relaciones y para construir otros nuevos. Es un tiempo para dar amor y recibir amor, con dignidad. Los cuidados paliativos respetuosos facilitan esto. Pero solo se puede lograr con una amplia conciencia comunitaria y acción para cambiar el status quo”, dice el coautor del informe, M. R. Rajagopal. Un médico indio de cuidados paliativos y presidente fundador de Pallium India.