Año tras año se escucha decir que este es el momento decisivo para detener la crisis climática. Como si se tratara de una retórica aprendida y sin sentido. Mientras tanto, el deterioro se acelera y se alarga la meta de descarbonización. Los expertos Gonzalo Muñoz y Nigel Topping, campeones de alto nivel para la acción climática en las COP25 y COP26 de la ONU, aseguran que “crisis climática nos ha alcanzado”. Ya no es inminente. Sí, nos ha alcanzado aunque estremezca y cueste creerlo.
Sostienen que todavía “estamos lejos del rumbo del futuro saludable y resiliente de cero emisiones” que el planeta tiene por delante.
Además, coinciden con el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés). Allí se indica que los países retrasaron tanto la reducción de sus emisiones de combustibles fósiles que ya no pueden evitar que el calentamiento global se intensifique en los próximos 30 años. Incluso, advierte que si se comenzaran a reducir drásticamente las emisiones hoy mismo, el calentamiento global se elevaría alrededor de 1,5 grados Celsius en las próximas dos décadas. Un futuro más caluroso que ya está prácticamente asegurado.
En análisis publicado en Climate Change News, Muñoz y Topping reiteran que después de tanto vociferarlo, “esa inminente crisis climática nos ha alcanzado. Desde incendios forestales en Grecia, Siberia, Turquía y América del Norte, hasta inundaciones en Europa, Turquía y China. Atletas olímpicos que se derrumban en el calor japonés y tantos otros eventos, están afectando nuestra salud y seguridad económica”.
Sin embargo, asoman, que para “encaminarnos, se necesitan empresas, inversores, ciudades y regiones que tomen en serio la ciencia climática. Como lo que es, una advertencia existencial, y comiencen a reducir las emisiones y a desarrollar la resiliencia en 2021”.
La crisis climática vista por expertos de la ONU
Gonzalo Muñoz y Nigel Topping son campeones climáticos de Alto Nivel para la COP25 y la COP26. Señalan los expertos de la ONU que los gobiernos nacionales no pueden enfrentar solos la crisis climática.
Las empresas, los inversores, las ciudades y las regiones pueden demostrar a los gobiernos que están dispuestos y son capaces de seguir a la ciencia. Al hacerlo, llevarán a sus sectores, cadenas de valor, clientes y ciudadanos en la carrera e impulsarán una mayor ambición nacional.
”Los estudios científicos exigen que reduzcamos las emisiones globales en un 7,6% por año, o un 50% en la década de 2020, mientras revertimos la pérdida de biodiversidad. Pero, los ejemplos de los que ya reducen las emisiones anuales en un 7,6% son escasos. Incluso, de las decenas de compromisos loables para el cero neto en la década de 2040 son insuficientes”, precisan los expertos.
Por tanto, la cumbre climática COP26 de la ONU en Glasgow, este noviembre, es realmente la última oportunidad para hacerlo bien. Y el trabajo comienza ahora, con los países ricos y el sector privado mostrando solidaridad con los más expuestos a Covid-19 y la crisis climática.
Esto, dicen, asa por la iniciativa Build Back a Better World del G7, que movilizará capital privado en los países en desarrollo hacia la acción climática. También en la salud, la tecnología digital y la equidad e igualdad de género. A través de la Asamblea General de la ONU, que debería fortalecer la campaña para la vacunación universal Covid-19.
También la Cumbre de Sistemas Alimentarios, que dará lugar a iniciativas público-privadas para transformar el sector alimentario, importante emisor y fuente de empleo y medios de vida.
Un Plan Marshall climático
Los especialistas de la ONU para atender la crisis climática argumentan que se necesita que los líderes del G20 reafirmen su compromiso con cero emisiones para 2050. ¿Cómo hacerlo? En primer lugar, dejar de construir proyectos de carbón y asignar gastos de estímulo para la acción climática. Y apuntalar los $ 100 mil millones anuales prometidos por el mundo desarrollado en financiamiento climático.
Estiman que acertar en estos momentos convertirá a Glasgow en un punto de inflexión, donde se elige mirar hacia afuera en lugar de hacia adentro, para mostrar solidaridad en lugar de egoísmo. “Aquí es cuando creemos que se requiere de un Plan Marshall para la acción climática, no un Tratado de Versalles. El Tratado de Versalles puso fin a la Primera Guerra Mundial al repartir la culpa y la carga de la reparación a Alemania. Lo que paralizó la economía alemana y condujo a la Segunda Guerra Mundial”.
En cambio, apuntan, el Plan Marshall puso fin a la Segunda Guerra Mundial al generar inversiones públicas y privadas para la reconstrucción europea.
Un Plan Marshall para la acción climática pone a las empresas, los inversores, las ciudades y las regiones en su centro, recalcan. «Impulsando la ambición desde abajo hacia los gobiernos nacionales. Incorporando la ciencia del IPCC en todos los rincones de la economía. Dirigiendo la inversión pública y privada desde los combustibles fósiles y la deforestación hasta la energía limpia, el transporte eléctrico y activo. Y los negocios positivos para la naturaleza».
Adicionan que este impulso ha comenzado, como lo demuestra el crecimiento de las campañas Race to Zero y Race to Resilience de la ONU. Muñoz y Topping insisten en que “la ciencia muestra que todas las acciones de hoy limitará otra fracción de grado el calentamiento, por lo que debemos seguir corriendo”.
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