Ambientalistas y residentes rechazan el proyecto y denuncian manejos políticos, oportunistas y mezquinos ajenos al arte y a la naturaleza
La Reserva de Urdaibai es un ecosistema frágil y único. Uno de los pocos ambientales del País Vasco. Desde el siglo pasado los urbanizadores han intentado intervenirla, pero la presión de los lugareños lo impidió. Hasta se enfrentaron con Francisco Franco. Ahora la amenaza proviene del peculiar “amor al arte” que quiere expandir el Museo Guggenheim.
Se considera obvio que quienes aman el arte sean personas sensibles también a la belleza de la naturaleza, un motivo de inspiración y una alegría para el espíritu. Se presume de una sinergia intemporal y desinteresada. Pero detrás del proyecto de expansión del Museo Guggenheim a expensas de la Reserva de Urdabai se mueven mezquinos y oportunistas intereses que poco relacionados con el amor al arte y a la naturaleza. El cinismo de etiquetarlo como sostenible ha generado ira y rechazo de los residentes y activistas del medioambiente.
Urdaibai, joya de la biodiversidad vasca
La Reserva de Biosfera Urdaibai es la única en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Ocupa una superficie 220 kilómetros cuadrados que abarca 22 municipios con una población de menos de 45.000 habitantes. Forma parte de la cuenca hidrográfica del río Oka. Alberga una gran diversidad de ecosistemas y paisajes, que incluyen encinares cantábricos, campiña atlántica, litoral costero y marismas que constituyen el humedal más extenso y mejor conservado del País Vasco Atlántico, con una superficie de 8,7 kilómetros cuadrados.
Posee una gran relevancia ecológica y ornitológica; con cerca de 250 especies de aves censadas a lo largo del año, sirve como zona de descanso en los periodos migratorios y de invernada. Desde su declaración como Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1984, numerosos estudios científicos han revelado la extraordinaria riqueza ornitológica de la zona. Diez años después, en reconocimiento a su importancia ornitológica, los humedales de Urdaibai fueron declarados Zona de Especial Protección para las Aves. También forman parte de la Red Natura 2000 y fue incluida en el Convenio de Ramsar de humedales de importancia internacional en 1992.
En la Reserva de la Biosfera de Urdaibai funciona el Centro de Aves de Urdaibai, diseñado con la estética de una terminal de aeropuerto, ofrece una experiencia única para conocer la rica biodiversidad de la zona. Desde su plataforma de observación, con forma de torre de control, se pueden contemplar una gran variedad de aves migratorias que encuentran en Urdaibai un refugio en sus viajes.
Rowan Hardman, educadora ambiental del centro, afirma que el pantano se ha convertido en un refugio pacífico para especies como las espátulas, los avefrías y los archibebes. «Somos parte de una cadena de hábitats a lo largo del camino», subraya.
Corredor esencial de aves migratorias
La ubicación de Urdaibai, entre la Bahía de Bizkaia y los Pirineos, lo convierte en un corredor de vuelo esencial para muchas aves migratorias. Con vistas impresionantes, es un destino imprescindible para los amantes de la ornitología y la naturaleza en general y un espacio para la investigación y la educación, gestionado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi. El museo interactivo del Centro de Aves mapea los patrones de migración y reproduce cantos de aves
La experiencia en el Centro de Aves de Urdaibai va más allá de la simple observación de aves. Cuenta con un pequeño hotel que ofrece la posibilidad de pasar la noche y disfrutar de la naturaleza en estado puro. Una invitación a conectar con la naturaleza en todas sus dimensiones. Los visitantes pueden pasar horas contemplando los cambios de luz y el paisaje que se transforma a lo largo del día. Como dijo un visitante: «Nunca he visto tantas especies sin quitarme las zapatillas».
La tentación del desarrollo
La Reserva de la Biosfera de Urdaibai ha sorteado durante varias décadas la amenaza de un desarrollo turístico masivo que desfiguraría su paisaje. Todavía vivo Franco, en la década de los años setenta hubo planes para transformar el estuario de Urdaibai en una “Costa del sol del norte». Con marinas y hoteles de gran altura a lo largo de la playa.
La lucha de sus habitantes y con el reconocimiento internacional de la UNESCO logró preservar la belleza y biodiversidad del humedal.
El estatus de reserva de biosfera atrae un tipo de turismo menos invasivo. Excursionistas, ciclistas y kayakistas que exploran el paisaje de acantilados, cabos, bosques de encinas y fértiles llanuras aluviales. Cuando el mar Cantábrico se agita en otoño, los surfistas acuden a montar una ola especialmente larga que se forma en la desembocadura del río fuera del puerto de Mundaka.
La construcción de dos anexos del Museo Guggenheim Bilbao en las inmediaciones de Urdaibai plantea dudas sobre el futuro del frágil ecosistema. Pueden ser mucho más que nubarrones amenazantes. La situación es compleja, no solo es la molestia de los vecinos que no han sido consultado.
La ampliación del Guggenheim a Bilbao podría impulsar el empleo en una región deprimida por la caída de la pesca, pero también es fundamental no comprometer la integridad de Urdaibai. Preocupa también el posible aumento del turismo y su impacto en el entorno.
En el Centro de Aves de Urdaibai son absolutamente salomónicos. «No estamos en contra del Guggenheim, estamos a favor de la preservación del pantano», dijo Rowan Hardman.
Casi un cuento de hadas
En el año 2021 el Patronato del Museo Guggenheim dijo que la ampliación contemplaba la construcción de dos emplazamientos físicos. Uno en los terrenos donde se ubicaba la antigua fábrica Dalia en Gernika y el otro en los astilleros de Murueta, que estarían conectados por una vía verde. Quedaba claro que impactaba directamente la Reserva de Urdaibai.
En una comparecencia en Juntas Generales, la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe, presentó un informe actualizado sobre el proyecto que incluía la rehabilitación de antiguas instalaciones industriales en Gernika y Murueta. Serían transformadas en centros culturales y de investigación.
La Diputación Foral presentó planes para ocupar más de 17.000 metros cuadrados de superficie de ruinas industriales en la vieja fábrica de Dalia y habilitar un espacio de acogida a visitantes, oficinas, auditorio o área para actividades de investigación con un programa de residencia para profesionales.
Un eje central del proyecto es un programa de residencia que acoja a artistas, científicos y chefs, que podrían investigar y desarrollar proyectos en un entorno privilegiado como Urdaibai. El programa, además de fomentar la creación artística, generaría conocimiento y soluciones innovadoras para los desafíos globales.
Etxanobe afirma que en Murueta se plantea la construcción de un museo que conecte a los visitantes con el arte y la naturaleza. «El edificio, diseñado para integrarse en el paisaje, contará con espacios expositivos, áreas para programación educativa y zonas de restauración que ofrecerán productos locales», enumeró.
En cuanto a la la sostenibilidad del proyecto, la Diputación puso un especial énfasis en destacar que tanto en Gernika como en Murueta se han previsto medidas para minimizar el impacto ambiental y garantizar la eficiencia energética de los edificios; además de un estudio de movilidad para proponer soluciones que eviten la saturación.
La marisma tiene 80 metros menos de protección
En 2008 se planteó la idea de un «segundo Guggenheim» y disparó una estruendosa polémica entre defensores y detractores. No obstante, el proyecto ha avanzado a trompicones. Actualmente se encuentra paralizado a la espera de un plan estratégico que producirá el Patronato del Guggenheim a finales de 2025. Es una iniciativa política, no ambientalista. La impulsan el Partido Nacionalista Vasco y el Patronato del Museo Guggenheim Bilbao. La presentan como una manera de expandir la influencia cultural del Guggenheim más allá de la capital vizcaína.
No dicen, ni les molesta, que las dos ampliaciones estén proyectadas en la reserva de la biosfera de Urdaibai. Una casi a pie de costa, en el lugar que ocupan los Astilleros de Murueta. Con un agravante, la Diputación de Bizkaia solicitó con éxito al Gobierno central la reducción de la protección de la costa de la marisma de Murueta, de los 100 metros anteriores a los 20 actuales desde la línea de mar. Quitar protección nunca es positivo para la naturaleza, pero la Diputación Foral de Bizkaia, con mayoría del PNV, apoya la idea.
Las asociaciones vecinales críticas del «segundo Guggenheim» se quejan de la falta de información pública y temen los daños y costes ambientales. Saben que los castillos de aire y las promesas de sustentabilidad de los políticos son otra realidad cuando se ejecutan. El PNV logró que el Gobierno de España agregara otros 40 millones a la cantidad que estaba dispuesta a invertir la Diputación de Bizkaia.
Amenaza la esencia de Urdabai
A los ambientalistas les preocupa el proyecto de Guggenheim en Urdaibai. En una carta pública, WWF expone sus contundentes argumentos en contra del proyecto y demanda su paralización inmediata. Explica que la construcción de otras dos sedes en terrenos que forman parte de la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera es una decisión controvertida. «Los terrenos seleccionados están incluidos en un humedal de importancia internacional y forman parte de la Red Natura 2000», anota.
Las organizaciones ecologistas y defensoras de preservación del medioambiente afirman que la construcción de esa infraestructura turística atenta no solo contra la integridad ecológica de Urdaibai, sino también contra la esencia de una Reserva de la Biosfera, ámbitos cuyo principal fin «es servir como laboratorio de sostenibilidad donde experimentar y establecer una base científica para mejorar la relación entre las personas y su entorno».
Advierten que la capacidad de acogida turística de la comarca está superada y que seguir fomentándola generaría una presión insostenible sobre el ecosistema. “El elevado número del presiones del estuario aconsejan una gestión cautelosa para asegurar la conservación de los hábitats y de las especies que albergan”, asientan.
Paralizar el proyecto
Los ambientalistas denuncian que la expansión del Guggenheim responde a intereses privados y está siendo financiado con dinero público sin la participación ciudadana. “El proyecto ofrece de manera gratuita a la franquicia neoyorkina las infraestructuras necesarias para ampliar su negocio”, destaca WWF.
Igualmente, se pretende perdonar a Astilleros de Murueta sus responsabilidades medioambientales y los contribuyentes tendrán que pagar, a través del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, la eliminación de la contaminación de suelos que han generado los Astilleros. Como si no bastara, se modifica ad hoc la zona de servidumbre en la marisma y las normas urbanísticas de Murueta, Forua y Gernika para que el proyecto sea posible. Modificar las normativas ambientales para permitir la construcción del museo constituye una flagrante vulneración de los principios de protección ambiental y la misión del Ministerio de Transición Ecológica.
Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF exigen la paralización inmediata del proyecto de ampliación. Proponen un proceso participativo para acordar con la población local una estrategia integral de desarrollo respetuosa de los valores naturales, que impulse la sostenibilidad y la conservación de la riqueza biológica de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai”.
Contradicciones a troche y moche
La ampliación del Guggenheim, que promete impulsar el desarrollo cultural y turístico de la región, enfrenta serios obstáculos legales y ambientales por la propia concepción del proyecto y sus múltiples contradicciones achacables en una alta proporción al gobierno vasco. Veamos unos ejemplos;
En agosto reanudó su proyecto de restauración ambiental y puesta en valor del patrimonio natural y cultural del estuario superior de la Ría de Oka”, financiado por fondos europeos NextGenerationEU, que fue paralizado hace un año por la Diputación de Bizkaia por su posible incompatibilidad con una senda peatonal. En teoría, la iniciativa iba a fomentar la movilidad sostenible, pero en realidad era un subterfugio semántico para la caminería peatonal por la reserva que había rechazado la Diputación por su impacto en la fauna y flora protegidas; además su ejecución entraba en conflicto con la conservación del frágil ecosistema.
En el 2021, el Servicio de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai realizó un estudio de la posible afección al hábitat del visón europeo (Mustela lutreola, especie amenazada y al borde de la extinción) que pudiera ocasionar la propuesta de adecuación de itinerarios peatonales en la margen izquierda del estuario superior de la ría del Oka. Determinó que «como se ha configurado afectaría el hábitat del visón europeo, el hábitat de las tortugas autóctonas, del pez espinoso y de numerosas especies de avifauna protegidas”. Asimismo, impactaría el hábitat de diversas especies amenazadas de flora”.
Los informes de impacto de Icarus Estudios Medioambientales coincidieron en que la obra relacionada con el Guggenheim de Urdaibai puede tener enormes consecuencias para los ecosistemas vivos.
Intereses cruzados y luchas de poder
Detrás de las disputas técnicas y ambientales se esconde una compleja trama de intereses políticos. Las tensiones entre el Gobierno Vasco y la Diputación de Bizkaia, junto con la luchas internas del Partido Nacionalista Vasco, han jugado un papel fundamental. El clientelismo, las filtraciones interesadas de datos, la ocultación de convenios institucionales y el financiamiento de campañas de greenwashing afloran en cada paso de página.
Lo que parecía un proyecto seguro y con el respaldo de las instituciones (no del pueblo ni de los ambientalistas) se ha convertido campo de batalla entre el Gobierno Vasco y la Diputación de Bizkaia. La reactivación de un expediente administrativo por los dueños de los Astilleros de Murueta sacó a la luz serías irregularidades en la adquisición de los terrenos destinados a la construcción del museo.
Fracaso político
El proyecto de expansión del Museon Guggenheim en Urdaibai es un símbolo de mala gestión. Muestra la peor cara de la política vasca. Marcada por la ambición de algunos políticos que buscan atajos para dejar “su huella” (no necesariamente buena) en la historia poniendo en marcha un proyecto que los ambientalistas consideran depredador y que genera más problemas que soluciones.
El futuro del proyecto Guggenheim Urdaibai es incierto. El Patronato se ha dado un plazo de dos años para estudiar su decisión o para ganar tiempo mientras se calman los ánimos. Aunque los promotores sigan defendiendo su viabilidad, las organizaciones ecologistas y lo habitantes de la región son tajantes en su rechazo. Quieren su paralización definitiva.
Son miles los que en las calles de Gernika han rechazado al proyecto a viva voz y con letreros. Son descendientes de quienes se enfrentaron al generalísimo para impedir que transformara Urdaibai en la Costa Sol del Norte. Son quienes disfrutan de su paz y sus pájaros. De ese bucólico escenario en el cual hay un legítimo y desinteresado amor al arte y a la naturaleza. Quienes saben que hay que estar alerta cuando asoman los nubarrones del interés turístico-desarrollista porque obre su valiosa Reserva de Biosfera.