El conservacionismo que defiende la Amazonia desde un punto de vista ecológico, no puede dejar por fuera la defensa de los derechos de los pueblos originarios. Así lo reclama la exhortación apostólica del papa Francisco, que llega luego de una serie de reflexiones sobre los temas que estuvieron sobre la mesa en el último Sínodo Amazónico, celebrado el pasado octubre.
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— Vatican News (@vaticannews_es) February 12, 2020
Exhortación apostólica del Papa se desgrana en sueños
«Querida Amazonia» se desgrana en una serie de capítulos que engloban los Sueños para la Amazonia. Sueño social, Sueño cultural, Sueño ecológico y la Madre de la Amazonia componen un texto reflexivo. Su reflexión parte del principio de que los derechos de los pueblos originarios de esta región deben ser restituidos.
La exhortación apostólica del papa denuncia que la extracción legal e ilegal de recursos ha empujado a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendientes a las ciudades. En estos lugares, padecen las “peores formas de esclavitud, sometimiento y miseria”. El papa Francisco apunta directamente al corazón de las empresas que en su afán de conseguir beneficio económico han visto en los pueblos indígenas un obstáculo para el progreso.
Injusticia y crimen son los calificativos que merecen -según Francisco – los emprendimientos locales, nacionales e internacionales que dentro de la Amazonia atropellan los derechos territoriales y de autodeterminación de los indígenas. Explotación maderera, ganadería, centrales hidroeléctricas, hidrovías amenazan y presionan la vida de este gigante bioma que provee de carne, pescado, frutas y medicinas a los pueblos indígenas.
En su afán por conservar los bosques para el beneficio de sus hijos, los pueblos originarios de la Amazonia padecen un modelo económico ajeno a su territorio que quebranta cualquier forma de vida sostenible. La excusa del desarrollo económico criminaliza, persigue y minimiza a los guardianes del bosque. Mientras, los modelos foráneos de explotación generan un caldo de cultivo propicio para la proliferación de llagas sociales. Narcotráfico, trata de personas y explotación sexual vulneran los derechos de pobladores, especialmente las mujeres.
Sin banalizar el mal
El Papa apeló al pasado y al presente en su exhortación apostólica sobre la Amazonia. Recordó la época de explotación de caucho en la Amazonia venezolana. En ese momento, los indígenas fueron entrampados en un círculo vicioso de cambiar prendas caras por trabajo.
“A los indígenas no les daban plata, sólo mercancía y cara, y nunca terminaban de pagarla,… pagaban pero le decían al indígena: “Ud. está debiendo tanto” y tenía que volver el indígena a trabajar…. Más de veinte pueblos ye’kuana fueron enteramente arrasados. Las mujeres ye’kuana fueron violadas y amputados sus pechos, las encintas desventradas. A los hombres se les cortaban los dedos de las manos o las muñecas a fin de que no pudieran navegar…junto con otras escenas del más absurdo sadismo”.
Episodios como este solo pueden servir para llenarnos de santa indignación y abogar por la justicia en esta región. La tarea pendiente que nos dejó la anterior generación es la de no acostumbrarnos al mal. La exhortación apunta constantemente a que todos los excesos cometidos son parte de intereses colonizadores, aún en expansión.
Mantener la identidad
El detalle con la Amazonia consiste en promoverla no como un territorio vacío que debe llenarse a punta de civilización y desarrollo. No, sino como un vasto territorio que puede crecer exponencialmente desde su identidad.
En la exhortación de Francisco confluyen la compleción cósmica de los pueblos amazónicos, el entendimiento ecológico del territorio y el incalculable valor de la sabiduría indígena. Son estas las bases que se desprenden para su necesaria y urgente conservación.
La exhortación apostólica del papa Francisco concluye llamando al mundo católico a avanzar en el camino correcto. Este camino es el respeto de los derechos de los pueblos originarios. También, se ofrenda una oración a la Virgen María como la madre de la Amazonia.
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