Un homenaje a una niña palestina que organizó una sociedad literaria sirvió de cubierta a un evento antisemita que puso en evidencia la débil y limitada respuesta institucional de la Universidad de Columbia
Desde el 7 de octubre de 2023 los judíos han sentido una oleada creciente de antisemitismo cuyo epicentro ubican en las organizaciones propalestinas asentadas en las universidades de élite estadounidenses. La muy reputada Universidad de Columbia se encuentra envuelta en la controversia. La acusan de normalizar el antisemitismo en su campus. Un evento antisemita la puso en evidencia.
La Universidad de Columbia ha sido el centro de las protestas anti-Israel, por las tensiones relacionadas con el conflicto Israel-Hamas. En el último año experimentó un aumento en los actos antisemitas en el campus. Alcanzaron tal dimensión que el Congreso de los Estados Unidos abrió una investigación y provocó la renuncia de tres decanos e incluso, en agosto, de Minouche Shafik, presidenta de la institución.
Primavera violenta
Las protestas alcanzaron su punto álgido en el semestre de primavera del año pasado con un campamento de estudiantes que pedían a las escuelas que cortaran los lazos financieros con Israel y a las empresas que apoyaban la guerra.
Una acción que desató movimientos similares en otras universidades de élite de Estados Unidos. La situación escaló cuando los manifestantes tomaron por la fuerza el Hamilton Hall (edificio administrativo). Lo que resultó en la intervención policial y en docenas de arrestos. Aunque la mayoría luego fueron desestimados.
El antisemitismo en el campus también ha sido objeto de atención después de que tres decanos se vieran forzados a renunciar por las críticas recibidas por enviar mensajes de texto con comentarios despectivos durante un panel sobre el antisemitismo. A lo que se sumó la vandalización por activistas pro-palestinos de un edificio de apartamentos de un administrador de la universidad. La universidad incluso tuvo que restringir el acceso al campus debido a «posibles interrupciones».
Por lo que un comité de la Cámara de Representantes abrió una investigación sobre el antisemitismo en la Universidad de Columbia. La presidenta de la Universidad de Columbia para la fecha, Minouche Shafik compareció ante el Congreso a mediados de abril. Ocasión en la que denunció el antisemitismo. Pero enfrentó críticas por la forma en que había respondido a los profesores y estudiantes acusados de parcialidad.
En paralelo, la universidad designó un grupo de trabajo contra el antisemitismo. En agosto publicó su primer informe en el cual confirmó que los estudiantes judíos enfrentaban una discriminación «abrumadora» que «afectaba a toda la comunidad universitaria». Pero testimonios recientes indican que la situación sigue igual.
Museo del terror
Shoshana Aufzien, estudiante judía de Barnard, (escuela hermana de la Universidad de Columbia), nunca imaginó que una simple visita a una sociedad literaria universitaria se convertiría en una experiencia profundamente perturbadora. Lo que encontró en el evento ‘La casa de Hind’ fue mucho más que una conmemoración. Fue una exhibición de odio y una llamada a la acción violenta, disfrazada de activismo político
Aufzien estaba navegando por Instagram cuando vio una publicación de Columbia University Apartheid Divest (CUAD) y otros dos grupos pro-palestinos, que promocionaban un evento de dos días en la sociedad literaria de Columbia, Alpha Delta Phi (ADP). El evento, titulado «La casa de Hind», en teoría rendiría homenaje a Hind Rijab. Una niña de 5 años de Gaza que murió durante la guerra entre Israel y Hamás.
Al acudir al evento como estudiante judía preocupada, Aufzien quedó impactada por lo que presenció. «La única forma en que puedo describirlo es como un museo del terror», dijo. Se sorprendió al ver que todo el lugar se había convertido en una exposición, con más de 100 estudiantes y visitantes observando las exhibiciones
En el primer piso del edificio ADP vio carteles pegados a la pared que enumeraban los «crímenes contra el pueblo palestino» de cinco miembros del Consejo Directivo de Columbia. Incluía como delitos «formar parte del consejo de la Fundación del Departamento de Policía de Nueva York» y «hablar en el AIPAC» (Comité de Acción Política Americana-Israelí).
Además, observó una mesa de billar cubierta de herramientas utilizadas por los manifestantes antiisraelíes para entrar y ocupar el Hamilton Hall de Columbia el pasado mes de abril. Una nota ordenaba a los visitantes no dejar sus huellas dactilares sobre las herramientas.
Asalto a Hamilton Hall
Junto a las herramientas, Aufzien observó cintas rojas para la cabeza estampadas con el logotipo del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Grupo designado como organización terrorista por el Departamento de Estado desde 1997. «Generalmente asocio las fraternidades de Columbia con borracheras y novatadas. No con el FPLP», comentó Aufzien.
Otra mesa estaba llena de carteles inquietantes. Uno mostraba un ala delta utilizado por miembros de Hamás para caer sobre Israel y asesinar a civiles inocentes el 7 de octubre de 2023. «Así que ese día, la gente de Gaza se elevó hacia el cielo como una multitud de libélulas de colores», decía el mensaje debajo.
Una de las paredes estaba cubierta de arte con imágenes judías. Incluidas menorás y una estrella judía salpicada de sangre, subrayada con las palabras «Ceasefire Now» (Alto el fuego ahora).
La exhibición también incluyó fotografías de la ocupación de Hamilton Hall. Incluidos manifestantes enmascarados bloqueando puertas y la imagen viral del custodio de Columbia Mario Torres defendiéndose de un manifestante. Además, se exhibieron mapas, planes de seguridad y hábitos alimenticios de los ocupantes.
La ocupación de Hamilton Hall fue la culminación de una de las mayores protestas de la historia de Columbia, que comenzó el 17 de abril. Se extendió hasta convertirse en un campamento de varias semanas en el césped principal de la escuela.
Durante la ocupación, los manifestantes destrozaron ventanas y puertas, y tomaron como rehenes a varios custodios. Cuando la policía intervino para poner fin a la ocupación detuvo a 109 personas. El fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, retiró los cargos contra la mayoría de los estudiantes. Apenas 15, de los 46 acusados originales, afronta cargos penales.
Mas allá de las protestas
Más allá de las consignas y los símbolos, el evento ‘La casa de Hind’ reveló una realidad inquietante. Una planificación meticulosa para radicalizar a los estudiantes y prepararlos para acciones más allá de las protestas pacíficas. La exhibición, que se asemejaba más a un manual de resistencia que a una conmemoración, ofrecía una visión escalofriante de las intenciones de algunos grupos activistas en el campus.
Mapas, lugares para dormir, planes de seguridad, escenarios de respuesta y ubicación de la maquinaria pesada formaban parte del archivo. Incluso los hábitos alimenticios de los ocupantes, garabateados en una pizarra, quedaron registrados. Mientras Aufzien subía las escaleras hacia el segundo piso, pasó junto a un cartel que detallaba la guerra en los túneles de la Franja de Gaza.
La sesión de entrenamiento impartida por el equipo legal de CUAD fue el clímax de la jornada. Los participantes recibieron instrucciones detalladas sobre cómo evadir la vigilancia, cómo coordinar acciones de protesta y cómo construir redes de resistencia.
El amigo de Aufzien, Alon Levin, estudiante de doctorado que estudia ingeniería, también asistió a la exhibición. Observó la sesión dirigida por el equipo legal de CUAD. «Me sentí como si estuviera en un campo de entrenamiento», comentó.
Levin dijo que a unos 40 asistentes se les dieron instrucciones sobre cómo protestar de forma encubierta. Incluyendo el uso de mascarillas y llegar al campus en horarios que minimizaran la correspondencia entre sus identificaciones y la participación en la protesta.
«Sentí que se estaban preparando para algo. Pero no sé qué. Fueron muy profesionales en la forma en que enseñaban tácticas de resistencia. Tenían presentaciones en PowerPoint y libros de texto sobre la construcción de redes de resistencia», comentó Levin.
Radicales en el corazón de Columbia
En otro evento celebrado en el corazón de la prestigiosa Universidad de Columbia, líderes estudiantiles pro-palestinos celebraron abiertamente la violencia y el terrorismo, incitando al odio contra los judíos. Los videos obtenidos por The Free Press revelan una atmósfera de radicalización que desafía los valores fundamentales de la educación superior en los Estados Unidos.
El evento, organizado por el grupo activista Within Our Lifetime, contó con la participación de Nerdeen Kiswani, cofundadora y líder del grupo. Quien agradeció a los asistentes por su toma de posesión de Hamilton Hall y los alentó a «tomar la ciudad cuadra por cuadra».
«Es una responsabilidad aún mayor para aquellos de nosotros que vivimos en las entrañas de la bestia, particularmente en la ciudad de Nueva York, una de las capitales financieras del mundo. Una de las ciudades con los mayores índices de instituciones sionistas», añade Kiswani.
Poco después, tres estudiantes subieron al escenario para recitar un poema con texto «tomado prestado del testamento de Yahya Sinwar». El líder de Hamás que planeó los atentados del 7 de octubre y fue asesinado el 16 de octubre de 2024. Los estudiantes dijeron que aspiraban a «habitar la voz de Yahya». Lo que fue recibido con aplausos del público.
Cuadro alarmante
La celebración de un líder terrorista como Yahya Sinwar, la abierta incitación al antisemitismo y la aparente inacción de la administración universitaria ante estas acciones constituyen una grave amenaza para la seguridad y el bienestar de los estudiantes judíos. Pinta un cuadro alarmante de la radicalización en el campus de Columbia. Para Alon Levin, «La Casa Hind fue el lugar más inseguro en el que me he sentido en el campus desde los campamentos».
El 14 de noviembre, cuatro días después del evento, Shoshana Aufzien y Levin presentaron una denuncia en virtud del Título VI ante Columbia. En la cual detallan la «propaganda terrorista y los tropos antisemitas» que se exhibieron «de una manera tan descarada» y que los hizo «sentirse perseguidos e inseguros».
Aunque la universidad se comunicó con los estudiantes, no tomó ninguna acción más allá de una llamada por Zoom de la Oficina de Equidad Institucional (OIE). Levin dijo que las personas con las que hablaron «parecían muy comprometidas y preocupadas», pero más allá de eso, «no sabemos qué pasó después con la información que proporcionamos».
A pesar de que ha pasado más de un año desde que los presidentes de universidades de la Ivy League testificaron ante el Congreso sobre el brote de antisemitismo en sus campus, abundan las pruebas de que el problema persiste. En espacial en la Universidad de Columbia.
Células violentas en Columbia
En la Universidad de Columbia se registró un hecho insólito. Un grupo estudiantil pro-palestino, la División de Apartheid de la Universidad de Columbia (CUAD), se retractó de una disculpa por comentarios antisemitas. Reafirmó su apoyo a la violencia y desafió abiertamente las normas de la institución. «Apoyamos la liberación por cualquier medio necesario, incluida la resistencia armada (…) la violencia es el único camino a seguir», dicen en la declaración.
El estudiante, Khymani James, había hecho el comentario sobre los sionistas en un video que publicó en enero. En el que dijo también: «Sean agradecidos de que no estoy saliendo a matar sionistas». James era un activista prominente en el movimiento de campamento pro-palestino de Columbia en ese momento. Después de que el video resurgiera en abril, y recibiera amplia atención y críticas, la universidad prohibió a James ingresar al campus.
Días después, CUAD emitió una disculpa en nombre de James. Pero, a finales de septiembre, James presentó una demanda contra Columbia. Alegó que la universidad había violado sus derechos. Menos de dos semanas después, CUAD emitió su declaración retractándose de la disculpa. La presentó como una traición a los principios del grupo.
La retractación fue publicada un día después del primer aniversario de la invasión de Israel por parte de Hamas el 7 de octubre. CUAD elogió el ataque. «Somos occidentales luchando por la erradicación total de la civilización occidental», se lee en su publicación. El Grupo de Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) de Columbia también elogió el ataque de Hamas.
Pero las normas de la universidad establecen que «las amenazas de violencia o la incitación de otros a participar en la violencia» no están cubiertas por las protecciones de la libertad de expresión.
Ratificado por segundo informe
El segundo informe del Grupo de Trabajo sobre Antisemitismo de Columbia, publicado en agosto, documentó que los incidentes de odio contra los judíos no sólo provenían de estudiantes, también de profesores y administradores. Citan el caso de un profesor que, en la primera semana del programa de Maestría en Salud Pública, habló de los donantes judíos, llamándolos «capitalistas blancos ricos» que «lavaban» «dinero sucio» y «dinero manchado de sangre».
Una estudiante que estaba escribiendo una tesis sobre artistas israelíes reportó que su director de tesis le decía «Odio a Israel», cada vez que la presentaba en su seminario. Otra estudiante israelí contó que cuando buscó ayuda en los servicios médicos del campus, «escuchó una discusión entre dos profesionales de la salud en otra sala en la que uno dijo que no la tratarían porque era israelí».
Incluso la presidenta interina de Columbia, Katrina Armstrong, reconoció los «dolorosos y angustiosos incidentes de antisemitismo» del informe. Los cuales calificó como «completamente inaceptables». » Son antitéticos a nuestros valores y van en contra de los principios de investigación abierta, tolerancia e inclusión que nos definen», puntualiza.
Antisionismo en la Academia
Pese a lo cual la Universidad de Columbia, de manera inexplicable, decidió asignar un curso sobre sionismo a un profesor que ha expresado opiniones abiertamente antisionistas. La universidad decidió asignar el curso a Joseph Massad. Quien el 8 de octubre de 2023 calificó de «asombrosa» la invasión de Hamás contra Israel.
Entre otras perlas Massad denunció el concepto de un «antiguo Israel». Opina que la premisa de que los judíos son los «descendientes de los antiguos hebreos» son «invenciones» de los últimos tiempos. lncluso considera como un «proyecto hitleriano» cualquier tipo de vínculo genético entre los judíos actuales y los antiguos israelíes.
Luego de que se anunciara el curso de sionismo de Massad, Lawrence Rosenblatt, que es judío, renunció a su cargo de profesor en Columbia. En su carta escribió que el hecho de que Massad imparta un curso sobre sionismo es «similar a que un nacionalista blanco enseñe sobre el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos y la lucha por la igualdad de los negros”. Lo comparó además con que un negacionista del cambio climático enseñe sobre el impacto del calentamiento global o que un misógino enseñe sobre feminismo.
Medidas insuficientes de la institución
Las casas de estudios superiores anunciaron una serie de medidas para abordar el problema. Entre las cuales incluyen la actualización de sus códigos de conducta y reglas de tiempo, lugar y manera para reducir las posibilidades de violencia y de infringir en los derechos de los estudiantes judíos y de otros.
Pero, por sí solas, resultan insuficientes para resolver el problema. «Necesitamos un enfoque holístico que involucre un compromiso por parte de las universidades de hacer frente al antisemitismo y al odio hacia los judíos en múltiples frentes», afirma Evan Berstein, Vicepresidente de las Federaciones Judías de América del Norte.
Por lo cual presentaronun conjunto de recomendaciones. Incluyen adoptar una política de tolerancia cero con castigos apropiados y transparentes para los infractores, crear una cultura de inclusión donde se toleren ideas diferentes, tomar en serio las preocupaciones judías, y educar a la facultad, personal y estudiantes sobre cómo respetar los derechos de los judíos.
Bernstein puntualiza que estas no son solo las cosas correctas que hacer, sino que son necesarias para garantizar el pleno cumplimiento de las leyes federales de derechos civiles y la Constitución de los Estados Unidos. «Los estudiantes judíos tienen derecho a las mismas protecciones que todos los demás estudiantes en el campus. De lo contrario, terminarán yendo a otro lugar. Lo que será una pérdida no solo para los estudiantes, sino para el mundo de la educación superior que ayudaron a construir y dar forma».
El presidente electo Donald Trump también ha criticado las medidas de las universidades. Prometió actuar contra el antisemitismo en los campus universitarios estadounidenses. Advirtió a todas las universidades que deben poner fin al antisemitismo en sus campus o perderán la acreditación y el apoyo federal. Dijo que informaría a cada presidente universitario que «no vamos a subsidiar la creación de simpatizantes terroristas».
Normalizar el antisemitismo
Los campus universitarios, otrora vistos como bastiones de la tolerancia y el libre pensamiento, se han convertido en un terreno fértil para el antisemitismo. Generado una profunda preocupación entre los líderes comunitarios y los defensores de los derechos civiles. “El antisemitismo abierto se ha normalizado y se ha vuelto banal. Nosotros, la comunidad judía, no podemos simplemente fingir que la situación está ‘bien’ y seguir como antes”, puntualiza Alon Levin.
«La Casa de Hind», fue un evento claramente antisemita que puso en evidencia las limitaciones de la respuesta institucional de la Universidad de Columbia. Según los portavoces de la Universidad de Columbia se está investigando la exhibición. Tuvo lugar en una casa propiedad de la Asociación de Graduados del Capítulo de Columbia de ADP. Un grupo afiliado a la universidad. «Es absolutamente inaceptable que cualquier miembro de la comunidad de Columbia inste, promueva o celebre el uso del terrorismo o la violencia», declaran los voceros de la universidad.
Pero estudiantes y profesores judíos de Columbia sienten que la institución no está haciendo lo suficiente para abordar el antisemitismo en el campus. A pesar de las condenas públicas, parece estar utilizando tecnicismos legales para evitar asumir su responsabilidad por lo ocurrido en un espacio que, aunque no es propiedad directa de la institución, mantiene una estrecha relación. Levin, que ha estado trabajando con un asesor legal, señaló que Columbia paga algunos de los gastos de funcionamiento de la casa de ADP. Creando una «zona gris ambigua» en términos de responsabilidad.
El estudiante judío también criticó la respuesta de la universidad al antisemitismo. «Columbia está tratando el odio a los judíos como si fuera sólo una cuestión de relaciones públicas en lugar de abordar la raíz del problema: Un grupo central de afiliados racistas y un sistema que sigue permitiendo sus actividades».
Shoshana Aufzien, también siente que la universidad no ha condenado suficientemente la exhibición de Hind’s House. «La universidad no la ha condenadoy todos los administradores simplemente la aceptaron», dijo Aufzien.