Cuando la tensión global está en su punto más álgido y el mundo afronta grandes retos, Europa y Latinoamérica se acercan con la firma del Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea (UE) y Mercosur. Después de 24 años de negociaciones, ambos bloques se dan la mano en un acuerdo sin precedentes. La UE se adelanta a otras potencias como Estados Unidos y China y establece las bases para la integración económica del mercado europeo (500 millones de consumidores) con Mercosur (300 millones).
Vengo insistiendo en la necesidad de que la UE se revitalice en torno a una idea simple: recobrar la senda de crecimiento sostenible mediante la unión con el mercado de Latinoamérica, lo que situaría a España como centro de ese crecimiento y puente entre ambos continentes. También me he referido a la necesidad de que Europa recobre su relevancia geopolítica para que, entre otros efectos positivos, pueda ser el punto de equilibrio en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Solo con el acuerdo con Mercosur, Europa puede ejercer nuevamente esa influencia en términos numéricos (v. gráfico).
Este acuerdo también puede considerarse como la piedra fundacional para el renacimiento de la Comunidad Iberoamericana; primero con la integración económica y, luego, con la integración política. Y, por qué no, algún día con la integración social debido a los irrenunciables lazos históricos entre Europa y Mercosur, especialmente con España y Portugal.
Además de los obvios beneficios como la eliminación progresiva de los aranceles, la participación en licitaciones públicas y el acceso a nuevas tecnologías, el Tratado de Libre Comercio puede tener otros como la integración en los objetivos medioambientales. Europa tiene la oportunidad de liderar la transformación energética: cuenta con un mayor mercado, que incorpora a los países de Mercosur, a los que es necesario ayudar en el proceso de descarbonización hacia una economía verde. Más aún, esta integración es indispensable para la supervivencia del planeta y la preservación de su ecosistema. En una década, las reservas forestales, de agua, océanos y especies animales de los países de Mercosur serán uno de los activos más valorados.
El acuerdo reconoce los distintos niveles de desarrollo e integración, ya que mantiene mecanismos de admisión temporal y el drawback, para que los productores de Mercosur puedan abastecerse de bienes más baratos sin pagar aranceles. Los firmantes se comprometen a cumplir los compromisos con el medioambiente, los convenios de la OIT y las normas vinculadas a la responsabilidad social empresarial que tantas compañías siguen estrictamente en la actualidad.
Ahora esperamos que el proceso de aprobación final de los cuatro países integrantes de Mercosur, del Parlamento Europeo y de cada uno de los, todavía, 28 Estados de la UE tenga en cuenta estos elementos para que fluya de la manera menos engorrosa y rápida posible.
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