El calentamiento global amenaza con arrebatarle 80 millones de puestos al empleo mundial. Es el estrés térmico ocasionado por las olas de calor intenso y los efectos se verán en 10 años si gobiernos y empleadores en conjunto no adoptan medidas urgentes.
En junio pasado, un joven de 17 años de edad murió en Córdoba, minutos después de parar su faena en el campo, como consecuencia de la ola de calor intenso que en España alcanzó 44 °C y que afectó también a otros países europeos.
Como él otras personas que se encontraban al aire libre fallecieron o fueron hospitalizadas en estado grave, en distintas regiones del país, mientras miles de hectáreas se incendiaron.
Las altísimas temperaturas obedecieron a una “burbuja de aire muy caliente y polvo en suspensión, procedente de África”, explicó la agencia de meteorología estatal.
Sin embargo, lo ocurrido en España y en parte de Europa occidental es interpretado por expertos como una preocupante señal de lo que en realidad podría ocurrir en 2030 si los gobiernos en el mundo no trabajan desde ya contra los efectos del cambio climático.
De esta ola de calor intenso obviamente no escaparían las economías y ya se predicen sus efectos: la productividad en los cinco continentes caerá ante el impacto del estrés térmico: una carga de calor intenso, como consecuencia del calentamiento global que no se podrá soportar y afectará el rendimiento. Ese es el desafío que los gobiernos tienen que asumir cuanto antes.
El más reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé que en 2030 el estrés térmico hará perder al menos 80 millones de empleos –un promedio de 2,2% horas de trabajo– en el mundo, lo cual se traducirá en pérdidas económicas de 2,4 trillones de dólares.
La temperatura global base calculada por la OIT es de 1,5 °C, el mínimo aceptable según el Acuerdo de París. “Ir más allá de 1,5 grados es poner en riesgo la habitabilidad de la Tierra”, ha advertido un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), realizado en 2018. Y explican por qué se señala 2030: el límite podría superarse para ese año, según los cálculos.
De los 80 millones de puestos de trabajo en riesgo, la Unión Europea perdería apenas 23.100 empleos, una cifra poco alarmante frente a regiones de Asia Meridional y África Occidental más perjudicadas. Estas quedarían sin 43 millones y 9 millones de empleos, respectivamente.
España, sin embargo, sería el país europeo más afectado por el estrés térmico: desaparecerán 7.700 empleos –0,03 de horas de trabajo perdidas–, lo cual sería más de la mitad de los que se destruirán en el grupo de países del sur, indica el documento. El país resalta frente a Italia, por ejemplo, que le sigue en la lista, porque concentra mayor cantidad de trabajadores en la agricultura y la construcción, ha explicado la OIT. Y también por la vulnerabilidad al cambio climático.
Efectos que dan sofocones
La actividad agrícola y la de la construcción serán las dos áreas más golpeadas por el estrés térmico, debido a que están expuestas al aire libre. Y afectará principalmente a países pobres, según el informe ‘Trabajando en un planeta más cálido: el efecto del estrés por calor en la productividad y el trabajo decente’, elaborado por Catherine Saget, jefa de la Unidad de Ingresos Laborales y Equidad de la OIT. La agrícola sería la más perjudicada. El sector cuenta con 940 millones de trabajadores en el mundo, de acuerdo con los cálculos. El 60% de las horas de trabajo se perderán debido al intenso calor. El mundo se verá en serios aprietos para conseguir alimentos.
Se estima que el estrés térmico afectará a millones de mujeres, que son la mayoría de la fuerza de trabajo en la agricultura de subsistencia. Los hombres son la mayor parte de los trabajadores del sector de la construcción.
En América Latina, el problema preocupa a las empresas. El estudio CEO Outlook Global de KPMG, realizado en Colombia, determinó que a nivel global el cambio climático fue considerado el mayor riesgo para el crecimiento de las organizaciones, por encima de las amenazas tecnológicas o de las cibernéticas. Para la investigación se consultaron 1.300 presidentes ejecutivos de grandes empresas que se pronunciaron sobre las oportunidades y desafíos que les inquietan.
El estrés térmico ocasionaría además un aumento de la migración interna de los países afectados, según el informe de la OIT en el que se cree que gran cantidad de trabajadores abandonarán las zonas rurales asediadas por el calor.
Ya en países de Centroamérica la productividad ha comenzado a variar, debido a los primeros resultados.
“En América Central, el calentamiento global y la alteración del clima local están empujando a los caficultores a cambiar sus ocupaciones, convirtiéndose en agricultores de cacao (…). La pérdida de biodiversidad puede afectar la industria del turismo y sus trabajadores”, señala un estudio elaborado por Melissa Barandiaran y Adrien Vogt-Schilb, especialistas en el área ambiental y clima del Banco Interamericano de Desarrollo.
El impacto del estrés térmico en las economías también pondrá en riesgo la calidad de vida en las ciudades, de acuerdo con la OIT. Reducirá los empleos al aire libre relacionados con la producción de bienes y servicios medioambientales, la recolección de desechos sólidos, las emergencias, los trabajos de reparación, el transporte, el turismo y los deportes, así como determinadas formas de trabajo industrial.
Además, el informe advierte de los daños que el estrés térmico ocasionará en la salud de los trabajadores. Las altas temperaturas restringirán no solo las funciones, sino también la capacidad laboral. En casos extremos podrían provocar insolaciones mortales pero también accidentes laborales.
En junio de 2018, el Instituto de Salud Global de Barcelona difundió un estudio en el cual se estableció que el calor intenso incrementa en un 9% los accidentes de trabajo, al determinar que lesiones como las fracturas estaban relacionados con la exposición a altas temperaturas ambientales.
Los autores analizaron 16 millones de accidentes de trabajo reportados en España en 20 años. El impacto económico por la pérdida de días laborales tras los percances, tuvo un coste anual de 360 millones de euros para las empresas.
Medidas Urgentes
Ante la amenaza de pérdidas inmensas en la productividad mundial, la OIT exige a gobiernos y empleadores adoptar conjuntamente medidas urgentes para proteger a los trabajadores.
Menciona algunas medidas para paliar el impacto. Algunas de ellas son modificar los horarios de trabajo, adaptar la vestimenta a las olas de calor, promover el establecimiento de lugares de trabajo en la sombra y proporcionar agua potable suficiente a los trabajadores.
Sobre esta última sugerencia no hay buenos pronósticos, señalan los investigadores. Un compromiso que no han cumplidos los gobiernos. Según los datos del World Resources Institute (WRI) más de 1.000 millones de personas viven, en la actualidad, en regiones con escasez de agua y hasta 3.500 millones podrían sufrir escasez de agua en 2025. Los países más afectados por la escasez de agua son Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Qatar, con base a la información de WRI. La OMS, en un informe difundido el 14 de junio de 2019, advierte de la importancia de considerar desde ya los sistemas de abastecimiento de agua para los próximos 25 años.
“El cambio climático, el aumento de la escasez de agua, el crecimiento de la población, los cambios demográficos y la urbanización ya suponen desafíos para los sistemas de abastecimiento de agua. De aquí a 2025, la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua. La reutilización de las aguas residuales para recuperar agua, nutrientes o energía se está convirtiendo en una estrategia importante”
El tema preocupa y expertos sobre el calentamiento global plantean la importancia de saber qué hacer para contrarrestar el estrés térmico y el cambio climático, en los próximos años.
En 2006, el investigador británico Nicholas Stern lo advirtió en su Informe sobre la Economía del Cambio Climático: si no actuamos rápidamente para frenar el cambio climático podemos llegar a perder hasta un 20% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial anual de forma indefinida. El coste de evitar esta pérdida se sitúa en torno al 1% del PIB generado cada año.
“Hay que actuar contra el calentamiento global cuanto antes”, sostiene también el ingeniero Arnoldo José Gabaldón, exministro de Ambiente venezolano.
Afirma que ante la laxitud que envuelve al Acuerdo de París suscrito por más de 170 países y la Unión Europea en 2016, están surgiendo iniciativas privadas contra el efecto invernadero. Inclusive en el terreno político.
El cambio climático fue tema electoral en España. Y también lo es en Estados Unidos, refiere Gabaldón. Cita al multimillonario Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, quien durante un discurso en un acto público en Boston señaló que aportaría una contribución de 500 millones de dólares para impulsar medidas a nivel local. Invitó a no votar por candidatos que se muestren indiferentes ante el problema.
“Esto es un ejemplo de cómo hay cada vez más conciencia y los gobiernos deberían responder por igual”, dijo el ambientalista de Venezuela. Las acciones contra el calentamiento global para evitar daños futuros exigen sacrificios, indica. “Uno se da cuenta de que actuar tiene un costo social importante, pero no actuar tiene un costo mayor”.
Transición a cero emisiones
El Banco Interamericano de Desarrollo es un buen ejemplo de instituciones que destinan recursos para financiar a líderes mundiales para cumplir el compromiso de la transición a cero emisiones netas para fines de siglo. Y esto es un objetivo urgente.
Desde 1975 hasta 2019 han sido registradas 35 olas de calor, aunque la de junio fue la más cálida, según información de la AEMET (España). Las de mayor intensidad fueron las de 2002, 2003, 2010, 2016, 2018 y 2019, y todas están relacionadas con el cambio climático, refiere el ingeniero Rafael Mundaray Mago, profesor del departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la Universidad Central de Venezuela.
“Un grupo bastante amplio de científicos ha encontrado que estas olas cada vez se han hecho más cálidas, en un promedio de 1,3 °C (AEMET), lo que implica que cada vez sean más calurosas, y se rompan récords históricos. Estiman que 2019 será más caluroso que 2018. Claramente el cambio climático, aseveran científicos de todo el mundo, ha incrementado la frecuencia y las temperaturas de estas olas de calor”.
El informe de la OIT se complementa con la Declaración del Centenario de la organización para el futuro del trabajo. Su primera observación como institución defensora del empleo y de los trabajadores en el mundo es un llamado urgente para construir el futuro a través de la productividad. Enfrentar las transformaciones ambientales radicales en protección del empleo y la dignidad de los trabajadores es tarea fundamental.
“Es imprescindible actuar urgentemente para aprovechar las oportunidades y afrontar los retos a fin de construir un futuro de trabajo justo, decente, inclusivo y seguro con empleo pleno, productivo y libremente elegido. Ese futuro del trabajo es fundamental para un desarrollo sostenible que ponga fin a la pobreza y no deje a nadie atrás”.
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