Estrategia de almacenamiento energético
/ Edición 34 de Energía16

La transición energética, con la revolución digital, supone el gran fenómeno transversal que impulsa el cambio de paradigma en el modelo económico hacia la descarbonización.

Asimismo, un nuevo arquetipo de producción industrial y consumo más sostenible, eficiente y amigable con el medio ambiente, que preserve la biodiversidad y los recursos naturales con el objetivo de construir un mundo más humano, justo y regenerativo.

El sector energético ha liderado esta transformación para hacer frente al cambio climático y el calentamiento global, y lo ha hecho consciente del coste que debe afrontar, pero también de las oportunidades y beneficios que conlleva.

El plan estratégico de energía y clima presentado por España ante la Unión Europea es uno de los más ambiciosos, pero para que se haga realidad serán necesarias grandes inversiones en infraestructuras, interconexiones y almacenamiento.

Para alcanzar la meta de neutralidad climática en el año 2050, la Estrategia Europea sobre la Integración del Sistema Energético es fundamental. España sigue siendo una ‘isla energética’ y, en consecuencia, debe implementar los planes de interconexión, digitalización y almacenamiento, imprescindibles para cumplir con las previsiones en materia de energía y clima en el proceso de integración de las renovables.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, apuesta por la descentralización, la digitalización, los nuevos modelos de negocio y el autoconsumo renovable que permiten que el ciudadano adquiera un papel activo en la producción y la gestión de la energía que consume.

Los sistemas de almacenamiento energético son claves para garantizar la transición a una economía neutra en emisiones y la efectiva integración de las energías renovables en el sistema, ya que permiten guardar la energía en los momentos en que hay excedente para utilizarla cuando el recurso renovable es escaso o la demanda es elevada.

Estas tecnologías dotan al sistema de flexibilidad y estabilidad, lo capacitan para hacer frente a la variabilidad y a la parcial predictibilidad de las tecnologías renovables y evitan la pérdida de energía limpia cuando existe capacidad para generar más energía renovable de la que se puede consumir, pudiendo emplearla después.

El almacenamiento contribuye a la gestión de las redes eléctricas, fomenta la participación de la ciudadanía en el cambio de modelo energético y permite una mayor competencia e integración en el mercado eléctrico. Además, contribuye a la generación de empleo, la recuperación económica, el fortalecimiento de la industria, el desarrollo de la I+D+i y a la mejora de las oportunidades en las zonas de Transición Justa.

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