Por Andrés Tovar
05/01/2017
«El buen cine puede descansar en paz». Esto puede decirlo cualquiera; pero, cuando esta frase sale de la boca de Martin Scorsese, hay que detenerse.
En una entrevista con la Associated Press el mes pasado, el director ilustre de Taxi Driver, Godfellas y la contendiente al Oscar en 2017 Silence, sentenció que las películas de hoy simplemente «no son lo que solían ser (…) El buen cine se ha ido, el cine con el que crecí y el que que yo estoy haciendo, se ha ido. Sí, el cine siempre estará ahí para la «experiencia comunitaria», no hay duda. Pero, ¿qué tipo de experiencia va a ser? ¿Siempre va a ser una película de parque temático? Puede sonar a reproche de hombre viejo que soy, pero la pantalla grande para nosotros en los años 50, desde los Westerns hasta Lawrence de Arabia era mucho más especial».
Argumentó Scorsese que la «proliferación de imágenes» en dispositivos y pantallas de todo tipo ha hecho la experiencia cinematográfica mucho menos especial para el público joven. «Por desgracia las últimas generaciones no saben que (el cine) importaba tanto». También se quejó del «exceso de confianza en las técnicas superficiales» por parte de los realizadores, específicamente de las imágenes por computadora que ahora mandan en muchos de los últimos éxitos de taquilla.
Por su parte, Ridley Scott, director de Blade Runner y Gladiador, entre otras, expresó un sentimiento similar a la publicación Digital Spy la semana pasada. «El cine va muy mal» dijo Scott.
El año pasado, la taquilla de Estados Unidos fue una vez más dominada por las películas de superhéroes y remakes de otras franquicias populares. En 2015, la película de Scott Marte (The Martian) fue una de sólo dos historias originales (es decir, no parte de una franquicia ya establecida) en aparecer entre las 10 mejores películas de mayor recaudación de ese año. La otra fue Inside Out, de Pixar.
Scorsese culpa a un sistema de estudios de franquicias «obsesionados con una aversión al riesgo que alimenta la actual falta de creatividad» de la industria. Scott, por su parte, criticó específicamente al género de los superhéroes, que ha proliferado en los últimos años.
«No puedo creer que un hilo de araña sea lo que sostenga hoy en día el género de los superhéroes», dijo el director de la muy criticada Exodus: God and Kings, reconociendo que algunas de sus películas como Blade Runner son de naturaleza similar a las películas de cómics, excepto que en ellas se asegura de tener una «buena historia de mierda», mientras que la típica película de superhéroes, asegura, no lo hace. Añadió que se le ha pedido para dirigir varias películas de este tipo en el último año, pero las ha rechazado al conocer su argumento.
Scorsese, por su parte, lamenta la muerte del tipo de «cine» que existía cuando su carrera comenzó en la década de 1970, del que asegura aún tiene un futuro brillante. En una carta a su hija hace dos años, el realizador apuntaba que la tecnología ha dado lugar a una «revolución en el cine», que permite a cualquiera crear magia con poco presupuesto. También nombró a muchos realizadores que cree que están teniendo éxito a pesar de los retos del actual entorno de creación de películas: Wes Anderson, Richard Linklater, David Fincher, Alexander Payne, los hermanos Coen, James Gray y Paul Thomas Anderson.
El problema de Scorsese, entonces, no es con cineastas de la actualidad o incluso con la industria en su conjunto, al parecer, sino más bien con los grandes estudios que ofrecer presupuestos a bocajarro a «películas de parques temáticos», mientras que se la pone difícil a aquellos que están tratando de hacer historias originales.
El director de El lobo de Wall Street confesó que tardó décadas para culminar Silence, su último proyecto, el cual costó menos de $ 50 millones. Eso es aproximadamente el 28% del presupuesto de Suicide Squad. Scorsese, por ser Scorsese fue capaz de culminarla, pero muchos otros realizadores probablemente no tienen la oportunidad, a menos que su sueño sea dirigir la próxima secuela de Iron Man.
https://youtu.be/qp1eNtXG59Y