La comunidad china, percibida como una amenaza laboral y cultural, fue la primera en sentir el rigor de la marginación social y las restricciones migratorias de la Ley de Exclusión de los Chinos de 1882.
La primera gran redada migratoria en Estados Unidos se llevó a cabo con la implementación del Ley de Exclusión de los Chinos de 1882. El texto legal representó un cambio drástico en la política migratoria del país y tuvo profundas repercusiones económicas y sociales. Fue impulsada por un creciente sentimiento populista y la percepción de que los inmigrantes chinos representaban una amenaza para los empleos y la cultura estadounidenses, a pesar de que desempeñaban un papel fundamental en la construcción del ferrocarril transcontinental.
Estos trabajadores enfrentaron rechazo y hostilidad. La ley prohibió su entrada al país, lo que privó a la economía de una mano de obra esencial en sectores como la construcción y la minería. La mayoría de los primeros en llegar al oeste americano procedían la provincia de Guangdong, devastada por la guerra en el sur de China. Se sintieron atraídos por las mismas razones que muchos estadounidenses y europeos blancos: alcanzar la prosperidad que se vislumbraba en la región después del descubrimiento de oro en 1848.
Sin embargo, tan pronto como llegaron, fueron objeto de discriminación. Primero a nivel local y estadal con leyes que buscaban restringir sus derechos en la minería en California. Luego con una avalancha de legislaciones discriminatorias y acciones comunitarias que harían la vida más difícil para los inmigrantes chinos. Una historia que tiene paralelos en la actualidad y puede brindar información sobre las consecuencias económicas de las restricciones a la inmigración y las deportaciones masivas.
En pleno auge económico
Para entender plenamente la ley es importante considerar el contexto histórico en el que se produjo. A mediados del siglo XIX, Estados Unidos experimentó un gran auge económico gracias a la fiebre del oro y la expansión hacia el oeste. Miles de inmigrantes, incluidos muchos de China, llegaron en busca de oportunidades. La llegada de estos trabajadores no solo ayudó a satisfacer la demanda laboral en sectores como la minería y la construcción, sino que también contribuyó al crecimiento de comunidades.
Sin embargo, a medida que los inmigrantes chinos se establecían y competían por trabajos, comenzaron a enfrentar una creciente hostilidad. Los estadounidenses nativos veían a los inmigrantes como una amenaza para sus propios empleos y oportunidades económicas. Esta percepción se intensificó durante las recesiones económicas, donde los trabajadores inmigrantes eran frecuentemente culpados por la falta de empleo. La Ley de Exclusión fue una manifestación de este resentimiento y miedo. Reflejo de las tensiones raciales y económicas de la época.
Este contexto histórico destaca cómo las crisis económicas pueden influir en las actitudes hacia los inmigrantes. En lugar de reconocer las contribuciones que hacen a la economía, se tiende a buscar chivos expiatorios. Este patrón se repite en diversas épocas y sigue siendo relevante hoy en día.
Poco valorada
Los inmigrantes chinos tuvieron una participación determinante en la construcción del ferrocarril transcontinental, que unió el Atlántico con el Pacífico y fomentó el desarrollo económico del país al facilitar el comercio y la movilidad. Entre 1865 y 1869, la Central Pacific Railroad empleó a unos 20.000 inmigrantes chinos en total (hasta el 90% de su fuerza laboral) para construir la sección occidental del ferrocarril transcontinental.
Aunque estos trabajadores demostraron ser talentosos, valientes y productivos, la empresa no tuvo un trato acorde con sus aportes. Recibían menos remuneración que sus homólogos blancos y los obligaban a dormir en tiendas de campaña, mientras que los demás trabajadores lo hacían en vagones de carga más cálidos. Además, los reclutaban para hacer los trabajos más peligrosos.
Gran cantidad de trabajadores chinos perdieron la vida durante la construcción de túneles y vías férreas en las montañas sobre el lago Donner. Murieron en explosiones, al caer desde grandes alturas o congelados debido a tormentas de nieve y olas de frío bajo cero. También en avalanchas de rocas y nieve. La cifra de fallecidos se calcula en 1.200. Con la finalización del ferrocarril, aumentó la oposición hacia la inmigración china, lo que llevó a la implementación de políticas restrictivas y por último a la promulgación del Ley de Exclusión de los Chinos.
Al final son mucho más los perjudicados
Como sucede en la actualidad con inmigrantes, el sentimiento anti-chino fue avivado por la competencia laboral. Los trabajadores asiáticos eran percibidos como una amenaza debido a que aceptaban salarios más bajos. Además, la llegada masiva de inmigrantes de diversas partes del mundo provocó temores sobre la pérdida de identidad cultural y económica entre los estadounidenses nativos.
Los políticos aprovecharon estos temores y utilizaron la retórica populista para ganar apoyo. Las campañas y los discursos cargados de xenofobia y racismo ayudaron a consolidar el apoyo público para políticas restrictivas. Este contexto histórico muestra cómo los factores económicos, políticos y sociales se entrelazaron para dar lugar a una de las políticas migratorias más restrictivas en la historia de Estados Unidos.
La exclusión de los inmigrantes chinos afectó varias industrias, en especial la construcción y el ferrocarril, donde la mano de obra china era predominante. La ley provocó una escasez de trabajadores y, en consecuencia, un aumento en los costos laborales. Esto no solo ralentizó el progreso en varias obras, sino que también impactó a las economías locales que dependían de estos proyectos.
La falta de trabajadores calificados no solo estancó el desarrollo en algunas áreas, sino que también perpetuó ciclos de pobreza en las comunidades chinas ya establecidas.
Similitudes
Las actitudes hacia los inmigrantes pueden cambiar, pero también pueden persistir los prejuicios. La Ley de Exclusión de los Chinos sentó un precedente para futuras restricciones basadas en raza o etnicidad. Estas comunidades, aisladas y marginadas, enfrentan dificultades económicas que limitan su capacidad para prosperar. También crean barreras para la reunificación familiar y perpetúan estereotipos racistas.
Muchos inmigrantes chinos que llevaban años en el país no pudieron traer a sus familiares, lo que originó comunidades fragmentadas. Este aspecto resuena hoy en día, cuando las políticas migratorias a menudo dificultan el reencuentro familiar. Cualquier legislación migratoria debe basarse en datos y evidencia, no en estereotipos o temores infundados. La educación y la sensibilización son herramientas clave para contrarrestar narrativas negativas sobre los inmigrantes y destacar su valor dentro de la sociedad.
Otro punto que debe llamar a la reflexión es cómo el miedo a la competencia laboral impulsó esta ley. En tiempos de crisis económica se busca un chivo expiatorio para culpar por las dificultades. En el pasado, los inmigrantes chinos fueron señalados como responsables del desempleo y la falta de oportunidades. Actualmente, este fenómeno se repite con otros grupos inmigrantes. Es esencial abordar estas preocupaciones económicas sin caer en la xenofobia ni en el racismo.
La historia también revela cómo estas políticas pueden tener repercusiones más amplias en las relaciones internacionales. La Ley de Exclusión deterioró las relaciones entre Estados Unidos y China, dejó un legado de desconfianza que perduró durante décadas.
Como en el pasado
A semanas de las elecciones presidenciales en las que se alzó como ganador Donald Trump y en pleno proceso de transición, el flujo de migrantes sigue siendo bajo como consecuencia del decreto de Joe Biden que limitó dramáticamente las entradas. Sin embargo, todo apunta a un cambio de tendencia para los meses finales del gobierno demócrata y la asunción de los republicanos.
Aunque el panorama que se vislumbra bajo la nueva administración de Trump es de un cierre total de la frontera, la realidad es que prácticamente ya lo está. Igual se espera un pico repentino de ilegales intentando cruzar la frontera antes del 20 de enero. Desde ya las autoridades debaten si se cuenta con capacidad en los centros de detención temporales para alojar a miles de personas que se espera sean deportadas.
También estarían analizando si se mantienen los procesos de expulsión expeditos o se retoma la liberación en territorio estadounidense mientras se produce una cita judicial que defina cuál será su destino sobre la base de la política migratoria. Datos preliminares muestran que Estados Unidos completó más de 700.000 deportaciones entre octubre de 2023 y el mismo mes de 2024, más que en cualquier año fiscal anterior desde 2010. Esto incluye más expulsiones a países distintos de México que en cualquier año anterior.
En espera de más medidas
El presidente electo ya ha adelantado que se propone llevar a cabo la deportación más grande de la historia con ayuda de la Guardia Nacional, eliminar los amparos y cerrar la frontera sur para impedir la llegada de más migrantes.
Durante su primer mandato se trabajaron alrededor de 737 kilómetros del muro fronterizo con México, pero solo 79 kilómetros eran nuevos, el resto consistió en reparar mallas deterioradas o estructuras a mitad de construcción. Una cifra baja para los más de 3.200 kilómetros de línea limítrofe que separa a ambas naciones.
También adoptó medidas extremas de control fronterizo y de reversión de amparos. Impuso una política de “tolerancia cero” en la frontera que separó a 2.575 niños de sus padres. Un promedio de 51 menores de edad detenidos cada día durante los 50 días en los que estuvo en vigor la orden ejecutiva. Fue levantada ante la polémica que generaron las desgarradoras imágenes de niños recluidos. Hasta mayo de 2024, según el informe de la Fuerza de Reunificación creada por la Administración Biden, 1.400 seguían lejos de sus padres.
Equipo de mano dura
Trump asegura que apenas asuma decretará la emergencia nacional, lo cual le permitiría desplegar al ejército para contribuir con las políticas migratorias. También ha prometido una deportación masiva, el final de los programas del parole humanitario y el aumento significativo de las camas para alojar temporalmente a migrantes detenidos, incluso usando o expandiendo cárceles.
Para llevar a cabo esta agenda política, se está rodeando de figuras leales que se han caracterizado por tener mano dura hacia la inmigración ilegal. Una de ellas es la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, a quien nominó para estar al mando del Departamento de Seguridad Nacional. Por el cargo que ostenta, Noem está familiarizada con la situación y ha adelantado acciones. Por ejemplo, envió a la Guardia Nacional de de su estado a Texas para apoyar las labores de control en la frontera, usando donaciones privadas.
En esa línea de mano dura, eligió para fiscal general a Matt Gaetz, uno de los nombramientos más controversiales, pues se trata de uno de los congresistas que lo defendió después de que sus seguidores asaltaron el Capitolio en 2021. Gaetz visitó en julio El Salvador y alabó la megacárcel de Nayib Bukele, que ha sido cuestionada por organizaciones defensoras de derechos humanos por no cumplir con los estándares internacionales. Algo que da luces de cómo puede ser su desenvolvimiento contra la migración ilegal.
Otra nominación en políticamigratoria fue la de Tom Homan, un policía retirado a quien denominó como el «zar de la frontera”. Durante la primera presidencia de Trump, fue director interino de ICE, organismo que se encarga de ejecutar las deportaciones.