Las proyecciones coinciden en que la crisis de la biodiversidad se agrava. La COP16 acordó unas tímidas medidas para revertirlo. Estados Unidos optó por mantenerse al margen
La COP16 acaba de culminar en Cali, Colombia. A última hora se alcanzaron acuerdos de alcance global para proteger la biodiversidad, en los que Estados Unidos se mantuvo al margen en calidad de observador.
Joe Biden cuando asumió la presidencia de los Estados Unidos prometió que su país volvería a liderar los esfuerzos para preservar el medioambiente. Pese a sus iniciativas las tensiones internas lo impidieron.
Estados Unidos, lleno de contradicciones, mantiene una posición ambigua en su política medioambiental. Por ejemplo, sigue sin ratificar la Convención sobre la Diversidad Biológica y es uno de los países con más amenazas a su biodiversidad.
Situación crítica, alarmante
El estado actual de la biodiversidad en Estados Unidos es alarmante. Las especies de fauna silvestre de América del Norte siguen desapareciendo. Una tendencia n aumento. Un análisis de NatureServe en 2023 reveló que el 40% de los animales, el 34% de las plantas y el 40% de los ecosistemas del país están en peligro.
Más de un tercio de las especies de peces y vida silvestre de Estados Unidos están en peligro de extinción,1.600 están incluidas en la lista ESA. Las agencias estatales de pesca y vida silvestre identificaron otras 12.000 especies que necesitan esfuerzos de conservación inmediatos.
El informe «America the Beautiful» destaca el compromiso de la administración Biden de abordar la crisis climática y de la biodiversidad a través de iniciativas como la restauración de humedales, la creación de nuevos parques y la protección de más de 26 millones de acres de tierra y agua.
Sin embargo, si la pérdida de hábitat y el cambio climático continúan en su trayectoria actual, la actual crisis de biodiversidad se agudiza. Según las proyecciones casi el 40% de todas las especies podrían extinguirse para fines de este siglo. La política ambiental de los Estados Unidos ha sido históricamente compleja y a menudo ambivalente. Un ejemplo palpable fue lo ocurrido en la recién concluida Cumbre sobre la Biodiversidad COP16.
Letra escarlata de la COP16
En el corazón de las negociaciones globales sobre biodiversidad, una sutil insignia llamó la atención de los asistentes a la COP16. Una raya roja, adornada con la expresión «No Party» (No Signatario), distingue a la delegación de Estados Unidos. Una suerte de “letra escarlata” en la cumbre. El resto de los delegados de países exhiben credenciales con una línea verde y la palabra «Party» (Signatario).
Estados Unidos es la única delegación, junto a la Santa Sede, que no forma parte del tratado que sustenta los acuerdos globales sobre biodiversidad. Aunque participa activamente en las conversaciones de las Naciones Unidas sobre biodiversidad y otorga cientos de millones de dólares en fondos para la biodiversidad a otros países, no puede tomar decisiones.
Está relegado a un estatus de observador en las conversaciones más cruciales. Astrid Schomaker, secretaria ejecutiva del tratado, conocido como Convención sobre Biodiversidad (CDB), expresó su deseo de que forme parte del acuerdo. «Pero Estados Unidos está aquí», dijo.
La historia de la participación de Estados Unidos en el tratado se remonta a los años 80. Cuando desempeñó un papel importante en su redacción y negociación. Pero el presidente George Bush se negó a firmarlo. Fue el presidente Bill Clinton quien lo firmó en1993.
La ausencia de Estados Unidos como miembro de pleno derecho de la CDB es un vestigio de las divisiones políticas de los años 90. Cuando la ratificación del tratado fue bloqueada por el Senado. Los republicanos se oponen y la aprobación requiere dos tercios de los votos.
Desde entonces, el país ha mantenido su participación en las negociaciones, pero sin los derechos y responsabilidades de los demás miembros. Situación que resulta paradójica, considerando la magnitud de la crisis de biodiversidad y el papel que Estados Unidos desempeña como una de las mayores economías del mundo.
Sociedad civil presente
Mientras, la sociedad civil estadounidense hace una presencia cada vez más fuerte en las negociaciones globales sobre biodiversidad. En esta ocasión, ha asistido «en masa», según Astrid Schomaker, secretaria ejecutiva de la Convención.
El gobierno federal se encuentra en una posición peculiar. Envió una delegación de unas tres docenas de personas desde Washington y la embajada en Bogotá. A pesar de su compromiso declarado con la conservación, y su liderazgo en iniciativas como el 30×30, la falta de ratificación del tratado de biodiversidad limita su capacidad de influencia en las decisiones más cruciales.
«Estados Unidos está en camino de salvaguardar al menos el 30 por ciento de su tierra y aguas para 2030», afirmó Brenda Mallory, presidenta del Consejo de Calidad Ambiental de la administración Biden.
En compromiso global alcanzado en virtud del tratado de biodiversidad en 2022. Mallory destacó la necesidad de luchar juntos contra las crisis de biodiversidad y clima. Pero en Cali, Estados Unidos se encontró en desventaja en la lucha contra la crisis de biodiversidad.
Otro nivel de diplomacia
La ausencia de una ratificación formal colocó al país como simple observador y limitó su capacidad para incidir en las negociaciones más delicadas. Entre los importantes temas que se debatieron se encontraba la participación y financiación de los pueblos indígenas, la obtención de fondos y el establecimiento de un sistema para compensar a los países por el uso de información genética digital.
Según el Departamento de Estado de los Estados Unidos el país está concentrado en los tres temas, pero junto a otros observadores tuvo que abandonar las conversaciones sobre el material genético.
Su participación y capacidad de influir en las negociaciones se vio coartada. En especial para coordinar con sus aliados en la presentación de propuestas. También su acceso a las negociaciones más técnicas fue difícil. Peor aún, carecía de voto formal en las decisiones finales. «Realmente se requiere otro nivel de diplomacia», reconoció Christine Dawson, directora de la oficina de conservación y agua del Departamento de Estado de Estados Unidos.
California ONG
Delegados de otro nivel del gobierno estadounidense, como el estado de California, también estuvieron presentes en las conversaciones. El secretario de recursos naturales de California, Wade Crowfoot, incluso realizó una conferencia de prensa con representantes tribales en la que pidió al presidente Biden que designe tres nuevos monumentos nacionales.
La insignia del Secretario Crowfoot mostraba las letras «ONG», (organización no gubernamental). Aunque puede parecer extraño es una muestra de lo complicado que resulta resultar ser delegado por un gobierno regional de un país federalista.
Cuando se le preguntó sobre el estatus de “No signatario” del gobierno federal, Crowfoot lo lamentó. «Desafortunadamente, transmite el mensaje de que Estados Unidos no prioriza esto o no lo está haciendo».
La posición de Estados Unidos en las negociaciones del COP16 generó diversas reacciones en la comunidad internacional. Algunos reconocen los esfuerzos del país. Otros expresan decepción y frustración.
Una delegada de la Unión Europea, Carola Rackete, miembro izquierdista del Parlamento, fue directa al dar su opinión sobre el estatus de Estados Unidos. «Personalmente creo que es un escándalo».
Incógnita estadounidense
La ratificación del Convenio sobre la Diversidad Biológica por parte de Estados Unidos sigue siendo una incógnita. A pesar de la creciente necesidad de proteger la biodiversidad global. Su política exterior ha sido históricamente reacia a ceder soberanía ante organismos internacionales. De ahí la desconfianza hacia acuerdos como el CDB.
La oposición política, especialmente por parte de los republicanos, ha sido un factor clave para que el convenio no se haya ratificado. Argumentan que la ratificación del tratado podría comprometer la soberanía del país, afectar a las industrias nacionales y generar obligaciones financieras innecesarias.
La estructura política del Senado facilita que los republicanos bloqueen la ratificación del CBD. En especial en un clima político polarizado en el que las prioridades ambientales no son vistas como urgentes.
La política ambiental estadounidense retrocedió durante la presidencia de Donald Trump. Situación que contribuyó a la negativa percepción sobre el compromiso de Estados Unidos con la biodiversidad global. Aunque la administración Biden promueve varias iniciativas para protegerla dentro del país, los expertos opinan que son insuficientes.
Mantenerse al margen tiene un impacto significativo en la credibilidad de Estados Unidos en el ámbito internacional y erosiona su liderazgo en foros internacionales. Mientras que China refuerza su estrategia para ocupar esos espacios y aumentar su influencia.
En la medida que otros países avanzan en sus compromisos ambientales, su falta de participación activa le aísla y debilita su influencia diplomática. En especial entre naciones que valoran los esfuerzos por proteger la biodiversidad y combatir el cambio climático.
Estados Unidos también se arriesga a quedar al margen de las discusiones y decisiones importantes que afectan al medio ambiente global. Como quedó en evidencia en el COP16 que acaba de culminar en Cali, Colombia, donde debió conformarse con su papel de observador con voz, pero sin voto.
Acuerdos de último minuto
Según el informe bianual Living Planet del Fondo Mundial para la Vida Silvestre y la Sociedad Zoológica de Londres publicado en octubre, las poblaciones de vida silvestre global han disminuido en promedio un 73% en 50 años.
En este contexto los delegados de la Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB) acordaron otorgar a los pueblos indígenas y a las comunidades afrodescendientes un papel central en las futuras decisiones sobre biodiversidad.
Pero los compromisos financieros, punto clave en la agenda de la Conferencia de las Partes (COP16), quedaron muy por debajo de las necesidades reales para abordar el declive de la biodiversidad global. Apenas alcanzó los 400 millones de dólares.
En la cumbre de Montreal, las naciones ricas se habían comprometido a recaudar 20.000 millones de dólares para el financiamiento anual para la conservación destinados a las naciones en desarrollo para 2025. Cifra que aumentó a 30.000 millones anuales para 2030.
Además de garantizar la participación de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes, los delegados adoptaron un acuerdo para proteger la salud humana de los crecientes problemas de biodiversidad.
Según los grupos ambientalistas la degradación de los ecosistemas y la pérdida de integridad ecológica amenazan directamente la salud de personas y animales. Pero, pese a las advertencias de los expertos, las cumbres continúan registrando avances lentos y acuerdos insatisfactorios.
Estados Unidos, mientras tanto, se mantiene discretamente al margen, como un observador que maniobra desde fuera. Cada vez con menos poder e influencia, mientras los demás votan y deciden.