Oír que el ejército estadounidense puede perder una estratégica posición militar en el océano Pacífico suena al tráiler de una típica producción cinematográfica hollywoodense. Sin embargo, la batalla que libran las fuerzas militares para no perder las Islas Marshall es real. Y el enemigo al que Estados Unidos se enfrenta es el más letal y poderoso que pudiera imaginarse: el cambio climático. La ofensiva del invasor ha sido inclemente con un feroz aumento de los niveles de agua y tormentas más extremas y erráticas.
Las islas Marshall, oficialmente conocidas como República de las Islas Marshall, es un país insular ubicado en la región de Micronesia. Alberga parte del sitio de pruebas de defensa contra misiles balísticos Ronald Reagan. Por su ubicación y características específicas se convirtió desde principios de la década de 1950 en un lugar ideal para medir las capacidades misilística y de defensa. También es una base para rastrear satélites espías y habilitar el Sistema de Posicionamiento Global. Salvar el crucial atolón se ha convertido en una carrera contrarreloj.
Pero las sirenas de alarma también se escuchan en otras instalaciones militares ubicadas en zonas insulares y costeras en la que Estados Unidos tiene presencia. El Departamento de Defensa dice que 1.700 de las más de 5.000 desplegadas en todo el mundo son vulnerables de ser «atacadas».
Un primer aviso
El uso de islas y atolones del Pacífico se ha convertido en un foco de atención para el Departamento de Defensa mientras redirige recursos para igualar la expansión de instalaciones militares de China en la región. En enero grandes olas provocadas por una tormenta azotaron Roi-Namur, parte de la cadena de atolones Kwajalein en Islas Marshall, situada a medio camino entre Hawaii y Australia. Dañaron las instalaciones militares estadounidenses, inundaron la pista y obligaron a la evacuación de las tres cuartas partes de los 120 miembros del personal. La pequeña isla se encuentra a apenas un metro sobre el nivel del mar.
Mantener sus instalaciones operativas frente a los efectos del medioambiente se ha convertido en un punto central de los esfuerzos del Pentágono para incorporar el impacto potencial del cambio climático en la estrategia de seguridad nacional. Es fundamental para la última Estrategia de Defensa Nacional, publicada en 2022, que determina cómo se asignarán mejor los recursos.
A finales de la década de 1950 la Marina asumió la gestión de las instalaciones de Kwajalein, incluido el sitio de pruebas de Reagan. Las inundaciones de enero causaron el cierre de las instalaciones y fueron una llamada de atención, dijo el Ejército, ya que el último gran evento de «inundación» que hubo fue en 2008. Los daños tardarán meses en repararse por completo.
Más bien parece el enemigo
La lejanía del atolón Kwajalein del territorio continental de Estados Unidos lo convierten en la única opción para probar misiles envejecidos Minuteman III. Sin las ojivas nucleares, los disparan desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California, a unas 4.200 millas de distancia. Este mes lanzaron dos, preprogramados para aterrizar en aguas profundas cerca del sitio de pruebas de Kwajalein.
Islas Marshall ha sido objeto de 67 detonaciones de bombas nucleares, la última en 1958. En tiempos más recientes, ha servido para probar misiles nucleares. También se utilizó para despegar los primeros cohetes SpaceX. Encontrar formas de preservarlo como objetivo y lugar de lanzamiento se ha convertido en una prioridad del Pentágono a medida que desarrolla nuevos sistemas de armas. Aquí se llevan a cabo los ensayos con la nueva generación de misiles hipersónicos y otros sistemas de defensa aérea, como el Aegis, que se dispara desde barcos. Se tiene previsto también probar nuevos misiles intercontinentales Sentinel.
El atolón alberga activos cruciales como la llamada Valla Espacial, que encontrar desechos orbitales, y otros que sirven para rastrear las comunicaciones espaciales y monitorean los lanzamientos chinos. Los ensayos nucleares siguen dejando un legado no deseado . El material radiactivo de explosiones pasadas fue puesto con topadoras en pilas revestidas de concreto en dos islas. Ambas están amenazadas por la erosión de las olas.
Cambio climático y Estados Unidos se enfrentan
El Servicio Geológico de Estados Unidos pronostica que el nivel del agua aumentará y que las tormentas más frecuentes podrían hacer desaparecer las fuentes potables del líquido que hay en Roi-Namur. La mitad de la isla podría quedar inundada anualmente para 2055. «Estos fenómenos que ocurren cada 20 o 30 años, ahora están sucediendo cada década», dijo Curt Storlazzi , geólogo investigador del organismo con sede en Santa Cruz, California.
Los chinos ha empleado como solución a la vulnerabilidad de sus islas artificiales en el Mar de China Meridional millones de toneladas de arena, rocas y grava para elevarlas más o crear rompeolas. Esto ha significado un costo enorme y sin tener en cuenta los efectos ambientales, dicen funcionarios estadounidenses. Pero más allá de los gastos, en Marschall es inviable, pues a diferencia de las deshabitadas islas chinas, cuenta con una población de alrededor de 42.000 personas.
Los rompeolas de hormigón convencionales han demostrado ser una técnica costosas de construir y mantener. Tendrían que ajustarse constantemente con el tiempo debido al aumento del nivel del mar. Estas llamadas defensas grises pueden ser claramente efectivas para proteger algunas instalaciones costeras, como las bases navales alrededor de Norfolk, Virginia. Sin embargo, no impiden que el agua de mar corra por debajo y a través de los porosos arrecifes de coral que sustentan los atolones.
La sostenibilidad como defensa
La situación ha llevado a volver a centrarse en posibles soluciones inspiradas en la naturaleza. Las cuales, en opinión de funcionarios militares, son más baratas a largo plazo y más sostenibles. Para ayudar a proteger instalaciones como Kwajalein, el Pentágono contrató a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, o Darpa. Junto con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y tres universidades, Darpa se montó en el proyecto Reefense. Se prevé valerse de una selección de organismos naturales, incluido el coral, para proporcionar barreras para mitigar el impacto de las grandes olas y reducir la amenaza de inundaciones.
Se planea construir para noviembre una sección de malecón a base de coral frente a la costa de Hawái para probar su eficacia a la hora de mitigar el poder de las olas y reducir las inundaciones. La agenda de este año tiene dos proyectos similares frente a la costa de Florida. En uno se usarán mejillones y en el otro ostras como bloques de construcción. En el proyecto de Hawái, el coral se cultivará sobre una base de hormigón en forma de panal. Su altura se expandirá de acuerdo con el aumento del nivel del mar.
Solo uno o dos milímetros de las capas superiores de un arrecife de coral están vivos. El resto es tan duro como una roca, lo que lo convierte en un rompeolas natural ideal. El problema es que el coral crece lentamente, por lo que parte del proyecto incluye estudios de esfuerzos para acelerar el proceso mejorando la nutrición de los organismos, dijo Catherine Campbell , gerente del programa Darpa a cargo de Reefense.
Se replicará
Si funciona el experimento en las costas de Miami, las instalaciones más vulnerables, como Kwajalein, serán las primeras en tener instalados arrecifes artificiales a gran escala. El Pentágono está invirtiendo 71 millones de dólares iniciales en el proyecto, incluidos los tres diques de prueba y un nuevo estudio para examinar cómo los impactos de las tormentas en Kwajalein pueden extrapolarse a otras islas y atolones.
Incluso los arrecifes de coral solo sirven para ganar tiempo. Las proyecciones más pesimistas apuntan a un posible aumento del nivel del mar que inundaría Roi-Namur a finales de este siglo. Pero aseguran que, en última instancia, habría que construir más alto. El ejército dice que además tiene un plan de adaptación climática para Kwajalein que estipula la protección de la costa y mejores sistemas de drenaje de aguas pluviales. «No hay ningún plan para levantar toda la instalación, pero se están levantando nuevas construcciones para tener en cuenta los impactos proyectados del aumento del nivel del mar», dijo el Ejército en un comunicado.