Por Marta Rullán (Efe)
El grupo terrorista Estado Islámico (EI) puede ser el gran beneficiado de que Turquía haya decidido reanudar la guerra contra la guerrilla kurda del PKK, tras varios años de negociaciones de paz y en un momento especialmente convulso en la región por el avance yihadista.
Después de más de un año de mantenerse al margen de la lucha de la comunidad internacional contra el EI, que se ha aprovechado de la porosa frontera turco-siria para enrolar a miles de combatientes extranjeros en sus filas, Turquía finalmente ha cambiado de opinión.
Pero lejos de centrarse en objetivos yihadistas, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha focalizado los ataques en las bases en el norte de Irak del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), cuyos militantes en Siria, aliados de EEUU, están resultando fundamentales para detener el avance del «califato» del EI.
«Cualquiera que sea el impacto en Siria de la implicación de Turquía en la lucha contra el EI, su nueva política ha reiniciado la guerra civil turco-kurda», advierte el periodista y escritor irlandés Patrick Cockburn en el diario británico The Independent.
Según él, «es posible que el EI piense que las acciones del Gobierno turco van primero dirigidas contra los kurdos y que ellos han sido atacados solo como tapadera ante la opinión pública».
«Eso no significa que el EI tenga razón, pero un ataque del Gobierno turco al PKK, cuya rama siria (YPG) es el más efectivo oponente militar del EI, puede servir a los intereses del autodeclarado califato», asegura el veterano corresponsal, uno de los mayores expertos en Oriente Medio.
La afirmación de EEUU de que el uso de las bases turcas para los bombardeos de la coalición internacional será «un punto de inflexión» en la guerra contra el EI es «una ilusión», dice Cockburn, para quien «el problema es que EEUU depende totalmente del éxito de su campaña aérea. No se atreve a enviar tropas. Sí bombas».
«La coordinación entre los aviones de combate de EEUU y las fuerzas de tierra vinculadas al PKK ha demostrado ser eficaz en hacer retroceder al EI y recuperar ciudades, pueblos y territorios clave», aseguran Neil Quilliam, investigador de Oriente Medio del Real Instituto de Asuntos Exteriores de Londres, y Jonathan Friedman, analista del Centro de Estudios de Turquía.
«El acuerdo entre EEUU y Turquía, por lo tanto, corre el riesgo de socavar esta relación clave y ceder terreno al EI», añaden, al destacar que «combatir al EI en Siria será casi imposible sin la cooperación del PKK y el YPG», que «proveen a EEUU de información sobre los objetivos para sus bombardeos aéreos», los cuales sin ese apoyo tendrían «un efecto muy limitado».
En la web del Real Instituto, ambos expertos muestran su temor a que la zona de seguridad fronteriza con Siria que Ankara ha logrado que apruebe Washington «más que ser un refugio seguro para los aliados» sirva «de base para que los grupos que se oponen vehementemente a Occidente perpetúen su guerra contra el régimen sirio». Uno de ellos es el Frente Al Nusra o Al Qaeda en Siria.
La decisión de atacar al PKK tomada por el partido de Erdogan, el AKP, sin consultar con los demás partidos turcos tiene, según muchos analistas, tintes electoralistas.
«Oportunista»
En su editorial del pasado martes, The New York Times considera que la «oportunista decisión de Turquía de mezclar los riesgos del EI con sus tres décadas de conflicto con los separatistas kurdos puede echar por tierra los enormes esfuerzos de la coalición liderada por EEUU».
«A corto plazo, la acción de Turquía es contraproducente en la lucha contra el EI. La rama siria del PKK conocida como YPG figura entre los más fiables aliados para los militares de EEUU en Siria, cuyos militantes han luchado desesperadamente para demostrar que se puede confiar en ellos sobre el terreno», añade.
Esa capacidad de los kurdos de contener e incluso superar al EI en el campo de batalla a lo largo de la frontera turca y el aumento de la legitimidad política que ello les ha dado ante la comunidad internacional ha despertado todos los temores de Ankara.
«La imagen en Occidente de los kurdos como un aliado fiable sobre el terreno es terrorífica para Turquía. Por eso, antes de que sea demasiado tarde libra su batalla, pero no contra el EI sino contra el PKK», afirma Hoshang Waziri, analista político en Erbil (Kurdistán iraquí), en la revista Time.
A la situación de los kurdos en Siria se suma la de los kurdos en Turquía, que en las elecciones del pasado 7 de junio superaron el 13 por ciento de los votos, accedieron al Parlamento e impidieron la mayoría del AKP en el Gobierno por primera vez en una década.
Así las cosas, añade Waziri, el Gobierno turco del AKP «ve a los kurdos como una amenaza mayor que los yihadistas», que no dudarán en aprovecharse de ello.
Gráfico // Asesinados por el Estado Islámico: