Por Coque Malla
15/08/2016
. El músico recomienda el trabajo de Jacobo Serra, ‘Icebergs’
Porque vamos a ver, lo que entiendo yo por alguien independiente es aquel que (entre otras cosas) no tiene miedo a la soledad, ¿no? Tampoco a estar entre gente, entiéndanme. Lo que quiero decir, es que solo o acompañado, el independiente siempre es él mismo. Sin importar hacia dónde va la corriente ni dejándose arrastrar por ella. El verdadero artista con espíritu independiente lo es porque tiene un mundo interior propio, único, personal… independiente. No necesita desesperadamente pertenecer a un club de estrictas reglas porque se pertenece a sí mismo y tiene las suyas propias. Es más, el independiente tiende a huir de la manada, no a arrimarse a ella.
Sus reglas. Íntimas, secretas, únicas… Y disfruta con ellas, se recrea en ellas y las pone en orden para hacer cosas fantásticas y canciones inmensas. Le guste a quien le guste o le pese a quien le pese. Jacobo es independiente porque su música brilla y destaca en medio de la monotonía gris y perfectamente ordenada, etiquetada y con el hierro de esta o aquella ganadería de supuesta vanguardia. Su brillo es independiente, es SU brillo.
No me podía creer, cuando le escuché por primera vez, que se tratase de un artista nacional. ¡Claro que hay fantásticos artistas nacionales! ¡únicos, inmortales, maravillosos! Pero en casi todos detectas lo ibérico en el segundo tres de su canción y, por supuesto, me incluyo en esa categoría; cosa que por otro lado está muy bien. El que se te note lo ibérico, quiero decir…
Pero la música de Jacobo suena universal. Inmortalmente y auténticamente universal, con raíces profundas en el folk más creíble, más genuino. Suena moderno, auténticamente moderno y auténticamente independiente. Y un sonido así saliendo de un chaval de 32 años es directamente milagroso y muy esperanzador.
Por cierto, es un encanto. Educado, humilde, simpático y con un sentido del humor ácido y corrosivo. Sin prejuicios… Y curiosamente no parece tener ganado del todo el corazón de la vanguardia de este país. Quizás por eso, porque es diferente. Como Alondra Bentley, Bigott o Malcolm Scarpa. Gente a la que deberíamos estar escuchando callados, humildes… para saber hacia dónde tirar. Que no se nos escapen, que no tapen sus increíbles voces, letras y melodías el ruido monótono, uniforme y uniformado del ejército de la autoproclamada modernidad.
Mientras escribo esto escucho en bucle una y otra vez Icebergs, su última maravilla. Y cada vez que lo escucho tengo totalmente clara mi favorita. Es There´s a sign. Y luego pienso que es You Never came home. Y luego Icebergs. Y después Let it go. No, no: There´s a sign. Bueno… quizás You never came home. No, ya está, lo tengo clarísimo: Icebergs. Bueno, es que Let it go… Nada, nada: Theres´s a sign. ¡Venga, ya está! You never came home. No, no… Icebergs. Bueno, pero Let it go… Sí, sí, pero…