Por Andrés Tovar
08/04/2018
La decisión de la justicia griega de dejar en libertad sin cargos a los bomberos españoles Manuel Blanco, José Enrique Rodríguez y Julio Latorre es una gran victoria. En primer lugar, una victoria para ellos, quienes han visto reivindicada su verdad. Pero también es una victoria para ProemAid y para todos los activistas y organizaciones de rescate de migrantes. Quienes, en los últimos años, han sido víctimas de una avanzada de deslegitimación. Incluso, de criminalización de sus actividades.
https://youtu.be/NWyyv0XZ-2U
Lo está viviendo Helena Maleno a la espera del destino de su caso en Marruecos. Lo sabe Proactiva Open Arms que, pese a la liberación de su barco, aún Italia mantiene activa la causa en su contra. Y, con todo y eso, este fin de semana rescataron a 105 migrantes en las aguas cercanas a Libia, sumando a los 476 que realizó Salvamento Marítimo. Tanto los bomberos españoles, como Maleno, como Óscar Camps y sus compañeros de Proactiva saben que la criminalización del rescate no detendrá la solidaridad. Pero el debate sobre ello sigue siendo una tarea pendiente.
Los compañeros de @proemaid en libertad y sin cargos, porque #SalvarVidasNoEsDelito sino una obligación democrática. Ante las políticas del horror y la muerte en las fronteras respondemos defendiendo la vida. pic.twitter.com/US75eEVf2R
— Helena Maleno Garzón (@HelenaMaleno) May 7, 2018
¡Felicidades Manuel, Julio y Quique! Una magnífica noticia que todos esperábamos. https://t.co/LebavuaCZa
— Juan Ignacio Zoido (@zoidoJI) May 7, 2018
Principalmente porque las consecuencias siguen allí. Los lamentables argumentos de atacar los esfuerzos de rescate en el Mediterráneo, acusándolos de «confabularse con traficantes, alentando a más inmigrantes a intentar cruzar peligrosamente el mar y poniendo en peligro sus vidas», en los últimos meses ha salido de los pequeños círculos antimigrantes. Llegando a los titulares de periódicos prominentes y convertirse en posición oficial de varios Estados e instituciones europeas. Y mientras tanto los rescates se disparan -sobretodo en las aguas frente a España-. Y miles de náufragos siguen jugándose la vida huyendo del más puro infierno. Sin que aún haya una respuesta sólida y consonante con los valores de la Constitución europea.
Migrants wait to be rescued by members of the Spanish NGO Proactiva Open Arms, after leaving Libya trying to reach European soil aboard an overcrowded rubber boat, north of the Libyan coast, Sunday, May 6, 2018. @AP_Images @openarms_fund pic.twitter.com/DFKfANWrqd
— Felipe Dana (@felipedana) May 6, 2018
Del Mare-Nostrum al caso de los bomberos españoles
Acusaciones como la que pretendió condenar a los bomberos españoles están lejos de ser nuevas. Aún son recordadas las contras a la operación militar-humanitaria italiana Mare Nostrum. Una operación que durante un año desplegó medios sin precedentes para rescatar a los migrantes en el mar. Pero su fin, avalado por los argumentos de Frontex, la agencia de fronteras y guardacostas de la Unión Europea, de promover la inmigración ilegal demostró que no sólo no erradicó los cruces, sino que además aumentaron las muertes en el mar.
El final de Mare Nostrum fue reconocido demasiado tarde por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, como un «grave error» que «costó vidas humanas». Es en ese contexto en el que emergieron las ONG y los activistas. Con sus propios medios y barcos de rescate. Prácticamente mes a mes dan pruebas reiteradas de su papel fundamental para salvar vidas. A menudo operando al límite de sus capacidades para apoyar los operativos de rescate del Estado. Y en muchas ocasiones complementándolo.
No es ésta una defensa altruista. Datos empíricos como los realizados por Oceanografía Forense en Suiza con datos de la OIM y ACNUR demostraron cómo en el 2016 cuantos más barcos estuvieron presentes, menos muertes hubo en el mar.
Salvar vidas no puede ser un delito
Por consiguiente, la criminalización a activistas como los bomberos españoles, o Helena Maleno o a Proactiva es un gran error. No sólo porque están activamente tratando de detener a quienes compensaron su ausencia letal y siguen recordando a la UE lo inaceptable muertes en sus orillas. Sino porque además es un apoyo real a un drama mayor. Mientras los migrantes se vean obligados a recurrir a contrabandistas por falta de vías legales –Médicos Sin Fronteras alertó hace apenas cuatro días lo insostenible del hacinamiento en Libia-. O mientras algunos Estados continúen negándose a desplegar sus propias operaciones de rescate, las acciones de las ONG seguirá siendo una necesidad humanitaria.
Las propias ONG son muy conscientes de que no son la acción definitiva a la muerte de los migrantes en el Mediterráneo. Solo un cambio fundamental hacia políticas que permitan el paso de los migrantes a través de medios seguros y legales pondrá fin a la realidad cotidiana de miles de migrantes en peligro y con ello la necesidad de rescatarlos. Pero, ante el cementerio mediterráneo, su labor es heroica. No puede ser un delito salvar vidas. Por ello el debate es necesario. Hoy más que nunca.