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En su barómetro del 2015, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) apuntaba que el 39,4% de los españoles no había abierto un solo libro en todo el año. Esta tendencia está siendo revertida pese a la crisis económica y los avances de la tecnología.
Y esto lo dicen los propios libreros: la Federación de Gremios de Editores de España en su edición 2017 de su informe «La lectura en España» (las dos primeras revisiones las hicieron en 2002 y 2008), un estudio que rompe con la creencia predominante de que la gente cada vez lee menos.
“Los datos que se han ido recabando nos indican, de un modo pertinaz, todo lo contrario”. En los últimos 15 años se registra un incremento de 11,2 puntos en la proporción de lectores frecuentes» sentenció el Presidente de la FGEE, Daniel Fernández. No obstante acotó que el informe es “en parte, el paisaje tras la batalla de la durísima crisis económica y social que hemos sufrido en estos últimos años.
Una crisis que, en el caso del libro, ha implicado que los hábitos lectores de los españoles no hayan experimentado el fortalecimiento que desearíamos”, por lo que exhortó a editores, medios y sociedad a seguir haciendo una apuesta decidida por la lectura y su promoción.
El informe “La lectura en España” aborda la situación del sistema bibliotecario español y pone de manifiesto que, tras dos décadas (de 1990 a 2010) en las que creció el número de bibliotecas y puntos de servicio, al llegar la crisis si bien el número de bibliotecas desciende poco en términos relativos, se reducen los horarios de apertura y se produce un envejecimiento de las colecciones.
El gasto en adquisiciones baja de 1,50 euros a 56 céntimos por habitante del 2009 a 2014. Todo esto ha repercutido en el descenso de los préstamos (8.349.307 préstamos menos en 2014 que en 2010), a pesar del incrementó del número de habitantes inscritos en las bibliotecas que pasa del 28,72% al 34,49, algo que también ocurre con el número de visitas por habitante y año.
Lectores, entre bibliotecas e internet
Asimismo destaca que existen diferencias entre las bibliotecas públicas de las ciudades y municipios mayores y las de los pueblos pequeños, así como entre unas regiones y otras.
«La Ley 10/2007 no ha logrado garantizar un mínimo servicio bibliotecario similar para toda la población» sostiene, reconociendo como debilidad, la marginación de las bibliotecas escolares, el sector que, paradójicamente, ha tenido el mayor desarrollo en los últimos años, luego de una etapa de estancamiento –cuando no de retroceso- que llega hasta el 2016.
El tema de la oferta editorial y la entrada de Internet al negocio y como plataforma de lectura también se aborda en el documento.
Desde el punto de vista de la oferta cultural, al menos cuantitativamente, la edición española se sigue caracterizando por un fuerte pluralismo cultural y una rica bibliodiversidad que incluye, además el pluralismo lingüístico, a Internet, que ha transformado los modelos de negocio y de gestión para muchas empresas.
«Editar un libro o generar un contenido es cada vez más factible para cualquier persona gracias a la tecnología y a la posibilidad de subcontratar cualquier servicio o proceso industrial y comercial. Esta situación ha llevado a un importante crecimiento de la autoedición y a la fragmentación y diversificación de la oferta entre una multitud de agentes editores. Los nuevos modelos también están obligando a la adaptación de las librerías, unos establecimientos de la cadena del libro que ha sufrido de manera importante durante la crisis», sostienen los editores.