Cada vez son más los casos reportados en España de sarna o escabiosis. Una enfermedad cutánea parasitaria altamente contagiosa, estigmatizante y debilitante. Un estudio de la Academia Española de Dermatología asegura que aumentan 40% por año. Después de la pandemia de COVID-19 su incidencia se ha multiplicado hasta 20 veces. Solo en la Comunidad de Madrid ha escalado de 3.413 registros en 2018 hasta 18.352 en 2023.
Pese al estigma de asociarla con la falta de higiene, los expertos precisan que nadie está exento de contraerla. Por lo que la situación puede ser aún más crítica, si se suma que no es una enfermedad de declaración obligatoria y no se disponen de datos oficiales que permitan calcular la incidencia real.
La infestación de la piel la causa el ácaro Sarcoptes scabiei, un ectoparásito presente en todo el planeta. La Organización Mundial de la Salud precisa que, en cualquier momento en que se calcule, 200 millones de personas en el mundo la padecen, y la cifra acumulada de casos es de 400 millones cada año. Está presente en todos los países, pero es más frecuente en zonas tropicales de pocos recursos y afecta más a grupos vulnerables como niños y personas de la tercera edad. La sarna clásica se caracteriza por una erupción papular eritematosa y prurito intenso.
Prurito en las comunidades
Este aumento de casos en España comenzó en 2014, según el Instituto de Salud Carlos III, y se vio impulsado por la pandemia debido al cambio de hábitos que generaron las restricciones: más tiempo en casa en contacto con familiares y menor accesibilidad a los servicios de atención sanitaria. Entre 2022 y 2023 solo en Cataluña se declararon 234 brotes que afectaron a 1.012 personas. Durante octubre del año pasado, Navarra registró una media diaria de 11 consultas por esta patología en atención primaria. En Asturias, Castilla la Mancha y Baleares fueron 19.000 casos durante todo 2023.
En la Comunidad de Madrid el repunte ha sido mayor. La vigilancia se realiza siguiendo el Protocolo de Actuación frente a la Escabiosis que define un brote como la aparición de dos casos relacionados en tiempo y lugar. Entre 2018 y 2023 se notificaron 47.849 episodios de sarna en atención primaria. Hubo 1.125 personas que presentaron más de un episodio en los 6 años de estudio. De los 47.849 notificados, 22.718 (47,5%) correspondieron a hombres y 25.131 (52,5%) a mujeres. La media de edad masculina fue de 26 años y femenina de 31 años.
Entre 2018 y 2023, el número se multiplicó por más de cinco en ambos sexos, y en mujeres de 65 o más años fue por siete. El incremento respecto al año previo fue superior a 100% en 2022 y superior a 50% en 2023, mientras que el menor (4,5%) se produjo en 2020. En 2018, los centros residenciales supusieron la mitad de los brotes declarados y la tendencia se ha ido incrementado desde entonces. Pero no solo en las residencias de la tercera edad, también en cuarteles, prisiones, residencias de estudiantes, guarderías, colegios o campos de refugiados se están detectando brotes de sarna.
De piel a piel
La sarna suele transmitirse por contacto directo con la piel de una persona infestada, por ejemplo, al convivir con ella. El riesgo aumenta dependiendo del tipo y grado de infestación. La transmisión por el contacto con artículos personales infestados (prendas y ropa de cama) es poco probable en el caso de la sarna común, pero puede ser más probable en otros tipos más severos. Hay un período de la infestación sin síntomas. La persona inicialmente infestada puede transmitir la enfermedad antes de que empiece a presentarlos.
Una de las posibles causas de estos repuntes de los últimos años tiene que ver con el incremento en el número de parejas sexuales de los jóvenes. Una vía de contagio muy eficaz es la sexual, por el contacto estrecho y prolongado con la persona que porta el parásito. Una investigación del Carlos III de Madrid reflejó que la incidencia acumulada media anual de casos atendidos en atención primaria en 2023, fue mayor en menores de 15 años. Y dejó claro que no hay un paciente tipo: el 21,9% del total de casos pertenecían al grupo de 0-14 años; el 47,9%, al de 15 a 44 años; el 20,5%, al de 45 a 64 años y el 9,7% al de 65 años o más.
Expertos reiteran que la pandemia también favoreció por todo lo que significó el largo confinamiento de la población. Muchos que manifestaron la enfermedad no consideraron prioridad verse con un médico dadas las circunstancias y terminaron siendo supercontagiadores. También señala que la sarna la favorecen las altas temperaturas ambientales y la humedad, lo que ha sido una constante mundial en los últimos años debido al cambio climático.
Bicho con historia
La sarna la causa un ácaro microscópico de ocho patas. El ácaro hembra cava túneles debajo de la piel donde deja los huevos. Los huevos eclosionan y las larvas de los ácaros llegan hasta la superficie de la piel donde maduran. Estos ácaros pueden propagarse a otras áreas de la piel. La picazón proviene de una reacción alérgica del cuerpo a los ácaros, sus huevos y sus excrementos. Puede provocar úlceras en la piel y complicaciones graves.
Y al parecer esos bichos han existido siempre, pues hasta en la Biblia mencionan la enfermedad. En el Deuteronomio Moisés les enumera a los israelitas los padecimientos con los que les va a castigar Dios: “Con forúnculos de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de los que no podrás curarte”. Durante siglos se atribuyó a una naturaleza humoral conocida quizá por Aristóteles (384-322 a. C.), quien utilizó el término akari, para designar al “ácaro de la madera”. La escabiosis aparece en un manuscrito árabe el médico Abu el Hasan Ahmed el Tabari, en el año 970 en Tabaristán. En el siglo XII santa Hildegard von Bingen (Baviera) hizo descripciones acerca de la sarna en su libro Physica, incluido el tratamiento con azufre. En el mismo siglo, el médico árabe sevillano Avenzoar (1092-1161), habla del souab o sarna en el libro Taisir elmedaouat oua eltedbir. Atribuye la enfermedad a alteraciones humorales, pero hace referencia a la salida de un animalillo de la piel de los pacientes afectados.
Los médicos siguieron considerando por muchos años que la enfermedad era producida por humores o sangre incorrupta, hasta que en 1984 un estudiante de medicina, Simon François Renucci, demostró frente a un grupo de sabios en el Hospital Saint Louis de Paris que estaban equivocados, al extraer el parásito de la piel de varios enfermos.
Modelo clásico
Clínicamente se distinguen varios tipos de sarna. La más conocida es la clásica. Se presenta con múltiples lesiones cutáneas localizadas en espacios interdigitales, manos, muñecas, axilas, glúteos, areola en mujeres y genitales en hombres. El síntoma cardinal es el prurito, común en todos los pacientes. Suele iniciarse de forma insidiosa a los 15-20 días después del contagio (periodo de incubación), salvo en reinfestaciones, donde puede acortarse a 1-3 días. La intensidad es máxima en la noche, aunque también puede producirse durante el día, lo que interfiere en las actividades cotidianas.
Abarca todo el cuerpo, con excepción de la cabeza y la espalda. Sin embargo, esto puede variar en el paciente inmunocomprometido y en los niños de corta edad, donde normalmente el prurito es más generalizado, con un rascado incontrolado e insatisfactorio. Se produce un sueño interrumpido, por lo que el niño está cansado e irritable. Afecta el estado de la salud física y psicológica del niño y su familia.
Solo comparten nombre
La sarna humana y la animal son causadas por diferentes tipos de ácaros y no se transmiten fácilmente entre sí. Los que afectan a los animales no sobreviven ni se reproducen en las personas. Sin embargo, el contacto con un animal enfermo puede causar una picazón breve si los ácaros penetran en la piel. La sarcóptica es un tipo de sarna que puede transmitirse de los animales a los humanos, pero suele ser leve.
Las más complicadas
La sarna nodular, una rara variante clínica de la enfermedad, se caracteriza por nódulos eritematosos extremadamente pruríticos, que pueden persistir incluso después del tratamiento. El prurito es más intenso por la noche. Los sitios de predilección incluyen pene, escroto, ingle, glúteos y pliegues axilares. Estos nódulos habitualmente no contienen ácaros vivos y no indican una infestación activa, más bien, representan una reacción de hipersensibilidad retardada a partes de ácaros retenidos, huevos y/o gránulos fecales (escíbalos) de una infestación anterior o actual.
La sarna costrosa es la presentación más rara de esta enfermedad y constituye una forma clínica con una gran carga infectante. Clínicamente, presenta múltiples lesiones costrosas e hiperqueratósicas, donde habitan numerosos ácaros. El prurito, por el contrario, es mínimo y no corresponde a la extensión ni a la intensidad de las lesiones. También conocida como sarna noruega, escabiosis crustosa, sarna hiperqueratósica o sarna de Boeck, ocurre en el momento en el que el fallo del sistema inmunitario condiciona una superinfestación, lo que resulta en una gran reacción inflamatoria e hiperqueratosis epidérmica secundaria.
Los factores de riesgo para desarrollar una sarna costrosa se relacionan con un déficit en la respuesta inmunitaria celular, que puede encontrarse en los pacientes en situaciones especiales. Los síntomas son más graves que en la forma clásica.
La sarna ampollosa es otra variante clínica rara, que se caracteriza por una erupción ampollar acompañada de pápulas y túneles, con prurito nocturno. Aproximadamente, el 20% de los lactantes y niños afectados pueden tener principalmente picor diurno. Los sitios de predilección incluyen el tronco y las extremidades.
Tratamiento
La sarna es la primera causa de enfermedad renal y cardiaca en los países sin recursos porque el rascado favorece las infecciones. Por ello los especialistas aconsejan que ante la mínima sospecha se acuda al médico, ya que el tratamiento adecuado y precoz constituye el arma más eficaz para curarla y evitar su transmisión a otras personas. Los medicamentos que mayormente se recetan para contrarrestarla son la permetrina tópica y la ivermectina oral.
- Permetrina: la crema tópica al 5% de permetrina es altamente eficaz y tiene una tasa de éxito de 95 a 98%, cuando se usa adecuadamente. Es un piretroide sintético que actúa sobre las membranas de las células nerviosas, retrasa la polarización y provoca la parálisis y muerte del parásito.
Su tolerancia local es excelente, aunque hasta un 3% de pacientes refieren prurito y/o quemazón a los pocos minutos de su empleo. El medicamento es seguro de usar en el embarazo y la lactancia, así como en niños de 2 meses de edad. Los efectos adversos incluyen reacciones cutáneas locales como parestesia transitoria, ardor, prurito y eritema. - Ivermectina: es un antihelmíntico eficaz y seguro frente a la oncocercosis, que ha demostrado ser un escabicida excelente administrado por vía oral en una dosis única, incluso en pacientes con sarna noruega. No tiene actividad ovicida, por tanto, se recomienda una segunda dosis después de 7-14 días, para erradicar los ácaros que puedan haber eclosionado después de la primera dosis.
Además de una mayor adherencia para el tratamiento individual, la ivermectina oral tiene ventajas como tratamiento para los contactos domésticos y para el control comunitario. El medicamento debe tomarse con alimentos. Los efectos secundarios incluyen dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, anorexia, erupción cutánea y artralgias. También se usan como tratamiento crema azufrada, lindano, crotamitón, benzoato de bencilo y moxidectina.