Por Cambio16
13/01/2017
Un informe publicado por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia coloca a España en el grupo de países del continente donde crece con mayor rapidez la cantidad de mujeres sin hijos.
Junto a Italia y Grecia, el país alcanza una tasa del 20% entre las nacidas en la primera mitad de la década de los setenta. Factores como las altas tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes, combinados con «políticas familiares inadecuadas y desigualdades de género persistentes en la división en el trabajo doméstico y el cuidado de los niños», según el informe, hacen que la procreación sea muchas veces en demasiado «costosa» para las mujeres con buena educación.
Tradicionalmente, la tasa de mujeres sin hijos es más alta entre las mujeres que recibieron educación superior y mientras que es más baja entre las mujeres menos letradas.
La tasa de mujeres sin hijos ha crecido constantemente a partir de los años cuarenta en el oeste de Europa y a partir de los sesenta en los países del Este.
En Europa Occidental y del Norte, las tasas de mujeres que nacieron en la década de 1960 y no tuvieron hijos alcanzaron un 18% y 15% respectivamente, una tasa que se ha estabilizado en la actualidad, según revela un informe publicado por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia.
Pero en Europa del Sur, este índice sigue creciendo debido a varios factores, sobre todo económicos, y se espera que hasta una cuarta parte de las mujeres nacidas en los años setenta nunca dará a la luz. También es probable que esta tendencia se repita en los países de Europa Central y Oriental, que sufren las consecuencias del fracaso de sus regímenes políticos.
Bulgaria, Rusia y República Checa destacan en sentido contrario. Allí solo 8% de mujeres nacidas en 1968 no tienen hijos, mientras que en el conjunto de Europa la media es de 14%.
En cambio, en países como Alemania, Austria y Suiza hasta una quinta parte de las mujeres de esa misma generación no han tenido hijos, aunque posteriormente este índice ha empezado a reducirse gracias a la aprobación de políticas laborales que permiten conciliar trabajo y familia.