Por José Juan Verón
21/12/2015
Las elecciones de este 20 de diciembre han puesto sobre la mesa un nuevo paradigma político en el conjunto de España. Un nuevo tablero de juego que comenzó a fraguarse en el 15M, que ha terminado de cuajar en este momento y que resulta muy amenazante para el futuro de un partido histórico como el PSOE.
El nuevo paradigma se fue imponiendo y centró la campaña, en la que los antagonistas que se presentaban eran el PP y Podemos, con los líderes de estos partidos tratando de dejar a PSOE y Ciudadanos en un segundo plano. Muchos esperaban que el partido de Albert Rivera se situara en este nuevo escenario y que el bipartidismo tradicional PP-PSOE fuera sustituido por el nuevo bipartidismo Podemos-Ciudadanos. Pero no ha sido así.
La nueva situación coloca a cuatro fuerzas en situación de negociar y de optar a formar gobierno o ser decisivas en su formación. Sin embargo, todo apunta a que esto es algo transitorio. Algo que se sostiene gracias a una gran brecha entre el voto urbano y el voto rural, que en buena medida sigue en el antiguo paradigma; gracias a la brecha entre las generaciones más jóvenes y las más mayores, que sostienen la vieja estructura de poder político.
Los análisis postelectorales de la distribución de voto desde el punto de vista geográfico y también según los distintos tipos de edad resultan esenciales para determinar hacia qué España se está caminando desde el punto de vista político. Los resultados pueden ser sorprendentes mirados en conjunto, pero todavía lo son más si se analizan casos concretos como el hecho de que Podemos sea la primera fuerza en el País Vasco (cuando en mayo apenas tuvo representación) o Cataluña (asociado al fuerte pinchazo de Ciudadanos y de Democracia y Libertad), sus buenos resultados en la Comunidad Valenciana y la de Madrid, o cómo PP y PSOE resisten en Castilla La Mancha, Castilla y León o Andalucía.
La cuestión es si este movimiento tendrá continuidad, si el tiempo en el que existía una posibilidad de cambio para los partidos tradicionales ha terminado o si los nuevos partidos conseguirán consolidarse como las alternativas reales que hoy todavía no son. El resultado electoral del 20 de diciembre abre nuevas y poderosas incógnitas mientras que no logra cerrar ninguna. Unas nuevas elecciones en pocos meses tampoco ayudarían a resolver casi nada.
Probablemente, de lo que se hablará en los próximos días es de quién podrá formar gobierno. Pero lo que está en juego es mucho más que eso.