- Las escuelas españolas que están transformando la educación
- El (im)posible pacto educativo
- Las condiciones socioeconómicas del alumno son determinantes en su rendimiento
- ¿Qué proponen los partidos en educación?
- Con la educación no se juega
a crisis ha agravado la situación de la enseñanza en España, deteriorando aún más un modelo que genera fracaso escolar y condena al sistema educativo a colocarse a la cola de casi todos los indicadores de calidad europeos y en los resultados del informe PISA. Las consecuencias de esta fractura se traducen en desempleo y emigración. La hipoteca de toda una generación puede ser aún mayor si los partidos políticos no logran ponerse de acuerdo –todos los intentos han fracasado en las últimas décadas– y suscribir un pacto por la educación que garantice la financiación, la estabilidad legislativa, la autonomía de los centros y la formación del profesorado.
El debate público, potenciado en la última legislatura ante una ley –la LOMCE– que ha generado el rechazo mayoritario de la sociedad, no ha evitado la reducción del gasto público, pero sí ha contribuido a mejorar las tasas de escolarización, graduación, idoneidad y abandono educativo temprano. Los datos no admiten dudas. Frente a Finlandia, Corea del Sur o Japón, por citar los ejemplos más valorados en el ranking, el modelo educativo español, salvo contadas excepciones, merece el reproche de la OCDE, una clasificación ciertamente injusta puesto que sectorialmente el informe PISA presenta algunas anomalías que invierten los resultados. Quizás el caso más significativo sea Castilla y León, donde Soria lidera el podio europeo en la categoría de comprensión lectora, matemáticas y ciencia, un campo en el que España supera con creces a países como Suecia o Islandia.
Algunas comunidades autónomas presentan promedios superiores a la media: los alumnos de Navarra, Castilla y León, País Vasco y Madrid obtienen puntuaciones muy por encima del promedio de los países de la OCDE, situándose entre los diez territorios con mejores registros (Navarra aparece en novena posición en competencias matemáticas; Madrid, décima en comprensión lectora). Euskadi tiene el mayor porcentaje de alumnos que acaba la Secundaria (más del 90%), y ocupa el primer puesto en el ranking de jóvenes que aprueban Bachillerato (85%). Además es, junto a Cataluña, la que menos alumnos repetidores tienen, apenas un 7% en la ESO y Bachillerato, cuando la media española está por encima del 10% y el 14%, respectivamente.
Existen 55 puntos de diferencia entre las comunidades españolas con mayor y menor rendimiento educativo. ¿Qué hace que Soria se asemeje a Finlandia y que Andalucía sea de las peores clasificadas pese a que es la comunidad autónoma de España que más dinero se gasta en Educación –también la que tiene más alumnos–? La clave no está en el presupuesto. Los factores que inciden en el éxito tienen que ver con el grado de integración social, la competencia del profesorado, la gratuidad en la enseñanza o la rapidez en detectar y corregir los problemas de los alumnos y sus progresos.
Las diferencias entre comunidades autónomas se disparan. El esfuerzo inversor no tiene un reflejo directo en el éxito del modelo educativo. Según un informe elaborado por el Consejo Escolar del Estado, con datos facilitados por el Ministerio de Educación correspondientes al curso 2013-2014, Andalucía es, junto con Madrid, la comunidad que tiene menor gasto por alumno y, en consecuencia, la que cuenta con una mayor porcentaje de repetidores y un elevado índice de abandono escolar temprano (un 25% de los estudiantes de entre 18 y 24 años), sólo por delante de Baleares y Ceuta.
En cuanto al gasto en Educación, el informe fija en una reducción de 2,8 puntos porcentuales el presupuesto para todas las administraciones públicas en el año 2013 y un 19,8% en 2014. Menos Navarra, todas las comunidades autónomas redujeron el porcentaje de participación. País Vasco y Asturias están bien situadas en una tabla en la que Madrid ocupa el último lugar. Sin embargo, cuando se relaciona el gasto con los resultados educativos, Madrid es la comunidad con una gestión más eficiente.
El gasto por alumno se sitúa en unos 5.000 euros en los centros públicos y una cifra algo inferior en los concertados. La comunidad que más dinero recibe del Ministerio de Educación para los programas de ayuda para la financiación de libros de texto y material didáctico y escolar es, con mucha diferencia, Andalucía, que destaca asimismo en número de becarios y en el importe de las ayudas. También es la que más aporta. En el año 2014, el 88% de los alumnos superó las pruebas de selectividad y acceso a la Universidad. Este porcentaje es similar para todo el Estado, si bien en los extremos se sitúan Canarias (92,2%) y Asturias (73,7%).
El índice de excelencia educativa, presentado por el Consejo Escolar del Estado con datos oficiales del año 2015 analizados por Profesionales por la Ética, que ha evaluado hasta 58 indicadores en las 17 comu- nidades autónomas, sitúa en los cinco primeros lugares de la lista a País Vasco (8,8), Navarra (7,64), Castilla y León (7,39), Madrid (7,08) y Asturias (6,78). En los últimos puestos aparecen Baleares (3,08), Comunidad Valenciana (2,71), Murcia (2,48), Canarias (2,16) y Castilla-La Mancha (1,88). Resulta signi cativo el hecho de que las comunidades donde existe un mayor compromiso social con la educación, como sucede en País Vasco, Navarra y Madrid, lideran el ranking y destacan en el nivel de aprendi- zaje de los alumnos.
España se encuentra lejos de los objetivos que marca Europa para el año 2020 y sólo será posible progresar si se afronta la educación como una cuestión de Estado. De ahí la urgencia por alcanzar un pacto que desarrolle un modelo de excelencia educativa basado en las mejores prácticas y que, con el mayor consenso posible, contemple un presupuesto que garantice la enseñanza de calidad y una gestión e ciente de los recursos. Junto a ello, resulta imprescindible la promoción de proyectos educativos fruto de la iniciativa y el compromiso social, incentivar la denominada escuela para padres y promover la cultura del esfuerzo así como la formación del profesorado.