España posee escasos recursos de energías convencionales, con excepción del carbón. Pero ha sabido utilizar el desarrollo tecnológico y el aprovechamiento de fuentes alternas.
Para España no ha sido fácil abrirse paso en el complejo mundo del sector energético. Cuando el mercado mundial se expandía sobre la base de los combustibles fósiles, sus casi inexistentes reservas de hidrocarburos le obligaron a expandir su industria petrolera y gasífera y a buscar recursos en los cuatro puntos cardinales.
Su éxito le permitió no solamente acceder a fuentes primarias de energía para consolidar su crecimiento económico, sino también desarrollar una industria de los hidrocarburos capaz de consolidarse entre las grandes potencias globales.
Ahora, cuando el consenso mundial plantea la necesidad de una transición hacia fuentes de energía más amigables con el medio ambiente, España se encuentra ante un nuevo reto. Y en esta oportunidad cuenta con dos ventajas que le habían sido esquivas en el pasado reciente.
En primer lugar, el país posee importantes recursos en energías limpias, entre las que destacan la eólica y la solar, lo que le brinda una importante ventaja comparativa. Y en segundo lugar, su experiencia en el campo tecnológico le otorga una ventaja competitiva.
Todo ello permite ser justificadamente optimistas ante el futuro. España ya se ha adentrado, sin complejos ni arrogancia, en la industria energética del nuevo milenio.
Superando barreras
España es el sexto mayor consumidor de energías en Europa, después de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Turquía. Ha debido hacer frente históricamente a dos factores del alto impacto en su desarrollo económico. Por un lado, una alta dependencia de los combustibles fósiles y, por otro, unas casi inexistentes reservas de este tipo de recursos.
El panorama se ha vuelto más complejo, ante la creciente demanda mundial de reducir las emisiones de CO2 y la búsqueda de fuentes alternas de energía. En términos generales, España ha sabido adaptarse a estas realidades en cada tiempo histórico, político y económico.
El país tiene una cantidad modesta de reservas de petróleo y produce internamente cantidades muy pequeñas de crudo y condensado. Debido a ello, importa prácticamente todo el petróleo necesario para satisfacer su demanda, que se ubica actualmente en casi 1,3 millones de barriles por día.
En términos de gas natural, la realidad no es muy diferente. España, el séptimo mayor consumidor en Europa, quemó alrededor de 31.500 millones de metros cúbicos en 2018.
El gas natural representa aproximadamente el 19% de su consumo total de energía, según el BP Statistical Review of World Energy 2019.
Al igual que en el caso del petróleo, España casi no produce gas natural y tiene una cantidad insignificante en reservas, lo que obliga al país a importar prácticamente todo el volumen que consume para satisfacer la demanda.
En 2018, España importó 15.000 millones de metros cúbicos de gas natural licuado (GNL). Los tres mayores proveedores de GNL de España fueron Argelia (1.500 millones de pies cúbicos), Catar (3.400 millones) y Nigeria (4.500 millones), según el BP Statistical Review of World Energy 2019.
Asimismo, en 2018, el consumo total de carbón fue de 11 millones de toneladas de petróleo equivalente. Este monto representó un decrecimiento del 17,7% interanual. Ese año produjo alrededor de 1,1 millones de toneladas de petróleo equivalente de carbón, lo que representó menos del 1% del consumo total.
Y es que la producción española de carbón ha caído precipitadamente desde 1980 debido al carbón importado a precios más competitivos.
El futuro está en las renovables
Las energías renovables en España tienen un pequeño peso en la actualidad en comparación con otros países.
En términos generales, para finales de 2018, casi el 16% de toda la energía consumida en España provenía de energías renovables, y casi el 40% de la generación de electricidad.
Las energías renovables tienen una distribución desigual en España. En cuanto al sector eléctrico, el país busca ser un referente en integración de renovables. Por eso, más del 37% de la electricidad es renovable.
En España la energía renovable aumentó un 8,2% en 2018 hasta representar el 13,9% del total de la energía primaria. De esta manera, la energía renovable ocupa el tercer lugar en el consumo de energía primaria, por detrás de los productos petrolíferos (44,9%) y del gas natural (21,1%). Por debajo de las renovables se situaron la nuclear (11,3%) y el carbón (8,6%).
En relación con la energía final, las energías renovables representaron un 15,1% del consumo total en España.
Energía nuclear crece en el mix energético
Un factor importante a tener en cuenta en el desarrollo de la industria energética en España es el de la generación nuclear.
En 2018, la energía nuclear fue, una vez más, líder de producción en el sistema eléctrico español, al producir el 20,39% de su electricidad neta total con los siete reactores nucleares actualmente en funcionamiento. En 2018, la producción eléctrica nuclear ascendió al 34,39% de la electricidad sin emisiones producida en España.
Durante la última década, la energía nuclear ha proporcionado un suministro constante, no intermitente y libre de emisiones de una quinta parte de la electricidad que consumimos.
De cara a los nuevos tiempos
Hay claros éxitos en la transición de España hacia la producción de energía sostenible, todo lo cual ha contribuido a que la nación se acerque a una participación renovable del 50% en el mix de generación. Pero las circunstancias están matizadas y es difícil evaluar una perspectiva para el futuro.
El año pasado España anunció la implementación de medidas para garantizar que funcionará con energía 100% renovable para 2050. Todo ello con la finalidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
La meta es ir más allá del objetivo actual de la Unión Europea de 32% de energía renovable para 2030. Su propósito es alcanzar el 35%, con al menos un 70% de electricidad renovable.
Movilidad sostenible como clave
Un aspecto fundamental en este avance de España en los retos energéticos del nuevo milenio es la movilidad sostenible.
El sector del transporte es el que más contribuye al consumo de energía final (40%). Esto supone una importante aportación al calentamiento global. En función de ello, la industria automotriz y las autoridades realizan esfuerzos conjuntos con la finalidad de lograr una transición que haga viable el crecimiento del sector transporte, al tiempo de lograr una reducción de las emisiones de GEI.
Gracias a ello España es uno de los países mejor situados en cuanto a movilidad sostenible en la UE.
Autoconsumo: compromiso de todos
España es el país con mayor radiación solar de Europa, lo que le permite disfrutar de entre 2.500 y 3.000 horas de luz plena al año.
Con el cambio en las políticas energéticas –como la aprobación del Real Decreto y las nuevas partidas presupuestarias–, el autoconsumo está implantándose con fuerza y a gran ritmo.
De cara al futuro
Parte del camino ya está andado. El país ha dejado atrás la mayoría de las consecuencias de la crisis de la deuda europea y ha reanudado el desarrollo económico. También cuenta con leyes y reglamentos sólidos sobre inversión extranjera con alta transparencia política. Ciertamente, hay mucho camino por recorrer. Los resultados han sido, a veces alentadores, otras decepcionantes.
De lo que se haga de ahora en adelante –más que de lo que ya se ha hecho– dependerá la posición que ocupará España en el ranking energético mundial.
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