A mediados de este mes comenzó la retirada de amianto en el barrio de Orcasitas de Madrid. Es la primera acción en grande en España para desmontar las cubiertas de amianto en bloques residenciales, naves industriales, edificios públicos y centros culturales y deportivos. Un peligroso y cruel enemigo que acecha a toda hora.
El amianto no es un material tóxico creado por la revolución industrial o el desarrollo científico, como el plástico, los plaguicidas y las ondas electromagnéticas. Es un grupo de 6 minerales metamóficos y fibrosos compuestos de silicatos de cadena doble. Tienen fibras largas y resistentes para separar y entrelazar, además no se disuelven en el agua, soporta altas temperaturas y son excelentes aislantes térmico. Es fácil de extraer y se encuentra en grandes cantidades en la superficie terrestre. Se explota a cielo abierto, por lo que resulta muy barato. Su única desventaja: es mortal para los humanos.
El amianto se encuentra hasta en lo tampones
Se le conoce desde la Edad de Piedra. Los cavernícolas lo utilizaban para fortalecer las macetas de cerámica, pero fue en el siglo XIX cuando comenzó la minería a gran escala. La sociedad empezó a utilizar sus variadas propiedades en la industria de la construcción y en la manufacturera. Desde tejados, baldosas y azulejos hasta productos papel, pinturas, frenos, vagones de metro, tampones para la higiene femenina y talco para niños. Horror.
Desde 1906 las autoridades médicas demostraron el vínculo entre el asbesto/amianto con la aparición de enfermedades graves como la asbestosis y cáncer de elevada mortalidad. Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un boom en el uso del asbesto. Los principales proveedores eran la Unión Soviética y Canadá. Ambos extraían el mineral en minas a cielo abierto en localidades que coincidencialmente recibieron el nombre de “Asbest” y “Asbestos”.
Nunca ha sido obligatorio en España retirar el amianto
El amianto o uralita se utilizó ampliamente hasta la década de los años setenta del siglo pasado, cuando los gobiernos empezaron a prohibir su uso. La mayoría de los edificios erigidos antes de 1980 contienen asbesto en una variedad de cantidades y propósitos. Se calcula que los españoles viven entre más de 3 millones de toneladas el amianto, presente en casas, edificios, infraestructuras industriales y sitios de ocio y en el medio ambiente.
Orcasitas también fue el primer barrio español que con variadas maneras de autoconstrucción, sus habitantes participaron en el diseño y edificación. Hasta el color de los ladrillos, el alto de las ventanas y la textura de los pisos lo decidieron en asamblea. Sus residentes escogieron el nombre de las calles, el ancho de las avenidas. También el tamaño de los parques y la ubicación del comercio vecinal, la escuela, el centro de salud, el polideportivo, los pisos de cada comunidad y los metros cuadrados de cada piso.
En 1977, tres años antes de que los terrenos de Pedro Orcasita fuesen registrados como la superficie que alojaría una comunidad residencial, la Organización Mundial de la Salud declaró el amianto como una sustancia cancerígena. Desde 1935 había claros indicios al respecto y demostraciones desde 1944. Entonces se publicaron los primeros trabajos científicamente que relacionaban la exposición al asbesto con el cáncer de pulmón.
Con amianto habrá cáncer
El investigador Alfredo Menéndez Navarro, de la Universidad de Granada, ha declarado en repetidas oportunidades que España «carece de una estrategia nacional para evitar la exposición ambiental al amianto entre la población general».
Josep Tarrès, neumólogo de Cerdanyola del Vallès y experto en amianto, advierte de que, si bien los estudios apuntan a que en 2020 se tocará techo con el número de afectados por dolencias relacionadas con exposición al amianto, sus estudios indican que la tendencia al alza se mantiene. «Hasta que no se desamiante el país, habrá casos. El foco de exposición será cada tejado con amianto que empiece a degradarse. Solo Navarra ha aprobado, con un presupuesto, un plan de desamiantado de su territorio», anotó.
El amianto es la más conocida de las sustancias industriales vinculadas con el cáncer de pulmón. Su exposición causa tres tipos de cáncer: asbestosis, cáncer del pulmón y mesotelioma. No se reconoce una cantidad mínima del agente causal por debajo de la cual un expuesto pueda considerarse seguro. Lo que sí se ha determinado es que el cáncer de pulmón en trabajadores expuestos es 10 veces más frecuente que en la población general.
Indestructible y mortal
El asbesto enferma cuando es inhalado. La ingestión o el contacto con la piel no son vías de ingreso al organismo demostradas como causa de enfermedad . Las fibras de amianto son de tamaño microscópico. Se desprenden con facilidad, no se disuelven en agua. Sin embargo, se desplazan por el aire e ingresan en el pulmón con cada inhalación en un ambiente contaminado.
Las fibras de asbesto pueden pasar al aire o al agua por la degradación de depósitos o de productos manufacturados con asbesto. Las personas que trabajan en industrias que fabrican o usan productos de asbesto o en la minería de asbesto corren un alto riesgo de sufrir cáncer. Igual las personas que viven cerca de estas industrias. Además, las fibras de asbesto pueden liberarse al aire en demoliciones, mantenimiento y renovación de edificios y afectar amplias comunidades.
Las partículas de asbesto no se evaporan ni se disuelven en agua. Permanecen suspendidas en el aire por largo tiempo y ser transportadas largas distancias por el viento. Las fibras y partículas de mayor tamaño tienden a depositarse más rápidamente y no son degradadas a otros compuestos. Permanecen inalteradas por largo tiempo hasta que el viento las levante y se las lleve hasta otra víctima.
Hoy manipulas asbesto y te enfermas 20 años después
Las enfermedades que produce el asbesto tienen una larga «latencia», el tiempo que transcurre entre la inhalación de la fibra y la aparición la patología. Pueden pasar 30 años. El uso del amianto se interrumpió en los años noventa; por tanto, se espera el mayor número de enfermos en 2020. En Estados Unidos, fallecieron 1.493 personas por cáncer de pulmón relacionado con la exposición al amianto en el año 2000 frente a 77 muertes en 1968. Asimismo, en España los casos de cáncer de pulmón relacionados con la exposición al amianto han aumentado hasta el medio millar al año a partir de 2015. No existe cura para esta enfermedad y la esperanza media de vida una vez detectada es de nueve meses.
El barrio de Orcasitas, en el distrito de Usera de la Comunidad de Madrid, comenzó a retirar el amianto cancerígeno de sus tejados en la Plaza de los Mil Delegados a mediados de agosto. Una pesadilla con la que han vivido por más de 15 años. Son 116 bloques de viviendas con techo de amianto. En algunos edificios, residen 32 familias, en otros viven entre 6 y 8.
Con el techo de la chabola encima de la cabeza
«Hemos vivido durante años sin saber el peligro que teníamos sobre nuestras cabezas», dijo un vecino que se enteró del peligro después del escándalo que estalló por la presencia de amianto en estaciones y vagones del Metro de Madrid y la muerte por cáncer de varios extrabajadores.
Orcasitas comenzó a finales de los años cincuenta como un asentamiento de siete centenares de migrantes procedentes de La Mancha, Andalucía y Extremadura que llegaron a Madrid. La capital no era capaz de absorber la gran cantidad de personas que llegaban en buscan de trabajo, educación y salud. La falta de viviendas constituyó un grave problema. Construyeron toscas chabolas con tipología rural en el terreno fangoso, a tramos inhóspito. Los techos eran baratos, de uralita, amianto o asbesto blanco.
A mediados de los años sesenta germinó en el barrio un movimiento social que en los setenta se concretó en la Asociación de Vecinos de Orcasitas, que logra gran predicamento entre la gente del barrio. Es un momento clave. Se vislumbra el final de la dictadura franquista. Obtienen mejoras en las condiciones de vida y avances en el proceso democrático.
Sin miedo ni aprensiones
Ante la perspectiva inmobiliaria de la zona, los propietarios de terreno, con el apoyo del Ministerio de la Vivienda, pretendieron desalojar a los pobladores de Orcasitas. Como consecuencia, se puso en marcha un amplio movimiento ciudadano que logró que tanto los chabolistas como los ocupantes de las muy deterioradas viviendas públicas pasaran a residir en nuevas viviendas construidas por el Estado y convenientemente dotadas.
En los ochenta, los vecinos de Orcasitas abandonan las chabolas para ir a pisos promovidos por el Ministerio de la Vivienda y fabricados en buena parte con sus manos. Los tejados amianto los colocaban sin aprensiones ni miedo. Nadie se extrañó y a quien preguntaba le respondían que era provisional, que no sería para siempre. Los vecinos con su participación consiguieron un barrio muy bien dotado, con amplios y numerosos jardines, espacios para participar y un urbanismo saludable. Orcasitas, carente inicialmente de los más elementales servicios e infraestructuras urbanas, se fue dotando de instalaciones de agua, alcantarillado, electricidad, viario, etcétera. Hoy cuenta con una extensión de poco más de un kilómetro cuadrado (110 hectáreas) y una población que supera los 22.500 habitantes, todos en riesgo.
Modelo de transformación urbana
Orcasitas fue en los años ochenta un modelo de transformación del espacio urbano como expresión de las demandas ciudadanas. No obstante, la crisis industrial afectó fuertemente a sus residentes, en especial a los jóvenes, que registran las más elevadas tasas de paro de la región madrileña. La crisis también se manifestó en el enorme impacto de la heroína, cuyo consumo desarticuló a toda una generación.
En 2002 la incidencia del cáncer de mama en las mujeres de Usera era cuatro veces superior al resto de la Comunidad de Madrid, algo que se atribuye a la presencia de cables de alta tensión y al amianto. La uralita no solo es peligrosa para quien la manipula o la tiene como techo. Cuando es vieja, y la de Orcasitas tiene más de treinta años, las partículas se desprenden y vuelan hasta cinco kilómetros. Según sople el viento, siempre habrá alguien que respire y aloje en sus pulmones esas microscópicas partículas de amianto que se desprenden de los tejados.
En febrero pasado los vecinos de Orcasitas protestaron en la Plaza de la Villa. Querían saber cuándo el personal debidamente entrenado comenzaría a quitar las cubiertas de amianto. Pero no se quedaron en su propio problema, también quieren saber qué escuelas, qué centros deportivos, que centros públicos tienen amianto, cáncer, muerte. Piden que se haga un mapa del amianto en España y que el gobierno tenga un plan para la retirada del cancerígeno en los barrios pobres y menos pobres. Es un grave problema de salud pública.
El dinero primero, luego la salud
Los bajos costes y el afán de lucro, más que la ignorancia sobre los peligros para la salud del polvo de asbesto, primaron en que las cubiertas de los edificios de Orcasitas sean de amianto. En los años ochenta la mayoría de los países había ilegalizado el amianto, pero como la enfermedad tardaba en aparecer se actuaba sin responsabilidad social y humana. El que viene atrás que arree.
Después de tantos millones de toneladas de amianto, se calcula que 100.000 personas mueren cada año en el mundo a causa de enfermedades relacionadas con la exposición al asbesto. Actualmente se registran en España entre 250 y 300 casos anuales de mesotelioma, MPM, un tipo de cáncer de extrema mortalidad, que en un 85% de los casos se vincula a la exposición al amianto.
Han pasado más de 100 años desde que en 1906 se describió en Londres el primer caso de «fibrosis pulmonar por asbesto» en una trabajadora de 33 años de edad, de una fábrica textil. No obstante, Rusia se niega a dejar de extraer amianto y cada año coloca 1 millón de toneladas en los países poco desarrollados que requieren un techo barato. En Asbest, que significa asbesto en ruso, y que es el nombre del pueblo donde se encuentra la mina más importante, los lugareños no se preguntan qué tan sabio –y saludable– sea extraer asbesto con cargas explosivas que generan nubes densas de un polvo saturado de fibras mortales. No ven razón para hacerlo. ¿Ignoran el peligro?
Viajar en el metro con el enemigo
En Estados Unidos, casi 50.000 personas por año presentan una denuncia a causa de enfermedades causadas por el amianto. Las empresas aseguradoras gastaron 21.600 millones de dólares en estas enfermedades hasta el año 2000. El asbesto volvió a ser tema de polémica luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001: el derrumbe del World Trade Center liberó varias decenas de miles de kilogramos de amianto pulverizado a la atmósfera. En Madrid el gran escándalo ha sido que en los vagones y en las estaciones hay amianto, aunque cuando se utilizó se sabía su toxicidad.
En 1991 el Banco Mundial adoptó como política no financiar la manufactura o el uso de productos que contengan asbesto. Actualmente, 67 países y territorios (incluidos los de la Unión Europea) han prohibido el uso de amianto. La Comisión Técnica de la Unión Europea esperó hasta el 4 de mayo de 1999 para aprobar la prohibición de uso de cualquier tipo de amianto. No tan rápido, entraría en vigor a partir del 1 de enero de 2005, para los países que todavía no habían prohibido. En el año 2006 la UE lanzó una campaña contra el amianto con el lema: «¡El amianto es mortal!». En virtud de la directiva de la Unión Europea, todos los Estados miembros han debido prohibir la comercialización y uso de asbesto. No ha ocurrido de manera efectiva, siempre se impone el interés crematístico.
La epidemia oculta
La Comisión Europea habla de una epidemia de 500.000 muertes en los próximos años por enfermedades derivadas del amianto, una cantidad 10 veces superior a la de accidentes de trabajo. Se calcula que el cáncer por exposición al amianto provocará más de 200.000 muertes en la próxima década en el Reino Unido.
Debido al excesivo tiempo que tarda el cáncer en manifestarse, los fallecimientos son de personas que trabajaron con este material hace décadas en zonas industriales como Ferrol (Galicia) y Oviedo (Asturias), pero Cartagena es la ciudad de España con mayor incidencia de mesoteliomas. En ciertas zonas del País Vasco se ha disparado el incremento de cáncer en los últimos años por encima de la media nacional.
Adelantados, pero no tanto
En España la regulación del amianto comenzó en 1940. Desde 1947 era obligatorio para las empresas realizar controles de los niveles de exposición de los trabajadores. En la década de los ochenta, precisamente la del gran auge del amianto, se promulgó la normativa básica sobre trabajos con riesgo de amianto y en 1995 se incluyó el amianto en la clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas.
España prohibió la fabricación de fibrocemento en el año 2000, solo se permitía vender lo que ya estaba fabricado. En diciembre de 2001, España “se adelantó” al plazo máximo fijado por la Unión Europea para prohibir la comercialización y utilización del amianto blanco, sobre todo en la forma de fibrocemento o uralita. El «amianto azul» y el «amianto marrón» fueron prohibidos en el Reino de España en 1984 y 1993, respectivamente. La normativa no afectaba a los materiales que ya estaban instalados y que, por tanto, permitidos hasta el final de su vida útil. Las prohibiciones y regulaciones no fueron óbice para que numerosas empresas continuaran utilizando amianto en materiales de protección personal como guantes y delantales, que facilitaban a sus trabajadores como “protección”.
En España no es obligatorio retirar la uralita, siempre que se encuentre en buen estado y no se haya completado su vida útil. Solo hay que asegurarse de no se haya deteriorado por otras causas externas, como afecciones climáticas o naturales, que podrían haber acortado su vida útil. Ese control no existe de manera eficaz ni tampoco claridad en los procedimientos que se deben seguir. Muchos optan por recubrir las piezas onduladas de uralita con otro tipo de material. La solución puede funcionar corto plazo y es muy económica. Sin embargo, no es la mejor solución. La uralita seguirá deteriorándose con el tiempo y el clima. El enemigo sigue ahí, agazapado.
¿Encapsular el cáncer?
Retirar el amianto de la cubierta es sencillo, pero muy peligroso y, por tanto, acarrea costes elevados. Orcasitas empezó a retirar las cubiertas de amianto de lo bloques. 1.517 personas que viven bajo el veneno sintieron un alivio. En el barrio se han multiplicado los casos de afectados por cáncer, también las muertes. Los tejados se han deteriorado y presentan graves desperfectos, mucho más que simples goteras. La pátina negra protectora que cubría la uralita se ha difuminado por completo. Casi como los 8,6 millones de euros que el Gobierno central cedió en 2008 a la Comunidad de Madrid para el retiro de la uralita.
El amianto mata, la burocracia…
Lo acordado con la Comunidad de Madrid es que un total de 116 bloques de viviendas con tejados de uralita recibirían una subvención del 75% para retirar el amianto. De ellos, 68 están encaminados: 39 espera la licencia de obra y hay otros 29 a la espera. Los 48 restantes, que son bloques bajos y con menos hogares y dinero, están en el limbo. Quedaron fuera. No se sabe el porcentaje de la subvención ni cuándo la darán. Todos, sin excepción, ya saben que el amianto mata. Lo han vivido. El riesgo no se restringe a la Meseta de Orcasitas, sino al resto del barrio y del distrito de Usera, y alcanza al colindante Villaverde. «Mi barrio se muere de cáncer, y lo sabes» y con el grito de «pita, pita, pita, el amianto sí se quita» los residentes de Oscasitas reclaman su derecho a la salud.
La uralita es la marca comercial de unas placas onduladas de fibrocemento que muy comunes en edificios, naves industriales y cobertizos. También en canales, depósitos y conducciones de agua.
La operación para retirar uralita de una casa es larga y costosa, aunque se trate de una pieza de pocos metros cuadrados. Dada la peligrosidad del fibrocemento con amianto, la retirada de este material no debe hacerse de forma particular, sino que se tendrán que contratar los servicios de una empresa especializada. Desde que se tienen los permisos hasta que se retira pueden llegar a pasar hasta cuatro meses y más. No hay prisas. Los residentes y vecinos de Orcasitas lo saben.
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