Por Cambio16
«Es posible considerar que entre los fragmentos» encontrados en la cripta de la iglesia madrileña de las Trinitarias «se encuentran algunos» pertenecientes a Miguel de Cervantes, sin «discrepancias». Así es como el forense y director de la búsqueda del padre de El Quijote, Francisco Etxebarria, ha confirmado que la búsqueda ha finalizado.
Los expertos están convencidos de que los restos pertenecen a Cervantes, lo que sucede es que la certeza total no es posible, ya que sólo la proporcionaría una prueba de ADN.
La agencia Efe informó el pasado día 11 del hallazgo de los restos de Cervantes y su esposa, Catalina de Salazar, cuyos detalles han desvelado este martes los investigadores en rueda de prensa, a la que ha asistido también la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, quien ha afirmado que este hallazgo ha contribuido a la historia y la cultura de España.
Según han explicado los investigadores, en la búsqueda han aparecido restos muy descompuestos asociados al escritor, a su esposa y a las primeras personas enterradas en la iglesia primitiva, que estaba ubicada en un punto distinto al actual.
Se trata de los restos de 17 cuerpos, que fueron inhumados entre 1612 y 1630 de la iglesia primitiva de las Trinitarias, ubicada al contrario de lo que se pensaba hasta ahora en un lugar distinto al actual, y que fueron trasladados a la cripta entre 1698 y 1730, en el momento en que estaban terminando las obras de construcción del convento.
Según ha expresado en la rueda de prensa la antropóloga Almudena García Cid, concretamente hay restos de un mínimo de cinco niños y un mínimo de diez adultos (de ellos cuatro masculinos, dos femeninos, dos indeterminados y dos probablemente masculinos), lo que se corresponde con los 17 enterramientos documentados en la iglesia inicial.
No se han practicado pruebas de ADN porque, según ha informado el forense Francisco Etxeberria, solamente podría contrastarse con la de una hermana de Cervantes, cuyos restos están en un osario común de un convento de Alcalá de Henares.
Los restos estaban en el subsuelo, en el conjunto que los investigadores han nombrado con el 32, y han aparecido junto con elementos y ropajes que han permitido datarlos con los del siglo XVII y contrastarlos con la documentación histórica.
Esta investigación, liderada por el forense Luis Avial y el georradarista Francisco Etxebarria, ha costado 124.000 euros y ha estado apoyada por el Ayuntamiento de Madrid.
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