En las próximas décadas, los combustibles fósiles seguirán jugando un papel clave en el abastecimiento de energía mundial y no parece muy probable que se vaya a producir un cambio de paradigma. La energía nuclear puede y debe ser, juntamente con las renovables, un elemento imprescindible en esta transición, puesto que es capaz de producir enormes cantidades de energía con un impacto mínimo en el medioambiente.
Manuel Fernández Ordóñez demuestra que las críticas a la nuclear se basan en mitos, y que cualquier intento de descarbonización generalizada de las economías será un fracaso sin ella. En su obra Nucleares sí, por favor (Editorial Deusto, 2022) desgrana por qué es una energía de futuro, además de profundizar en el papel real que juega en el suministro mundial. También es autor de En busca de la libertad: el planeta en peligro (Gaveta ediciones, 2021) y coautor de Un modelo realmente liberal (LID Editorial, 2012).
La crisis ecológica y la necesidad de una transición energética son innegables. También que el tiempo de los combustibles fósiles se está agotando y debe dar paso a tecnologías más eficientes y sostenibles.
Fernández Ordóñez es licenciado en Física de Partículas por la Universidad de Santiago de Compostela, donde también obtuvo el título de doctor en Física Nuclear. También cuenta con un máster en Marketing Digital por la EAE Business School. Además, es profesor en el Máster in Environmental Economics de la Universidad Francisco Marroquín, donde imparte las materias de Enviropreneurship y Free Market Ecology.
La crisis desatada por la guerra de Ucrania nos ha hecho caer de bruces ante la realidad: nuestro bienestar depende de la energía. ¿No le parece que lleva años predicando en el desierto?
La energía no suscita el interés de la sociedad generalista. Únicamente cuando algún evento pone en riesgo la seguridad de suministro o aumentan de manera apreciable los precios energéticos los ciudadanos se interesan por la energía. La criminal invasión de Ucrania por Rusia es uno de esos eventos, pero cuando las cosas vuelvan a la normalidad, la sociedad se olvidará de la energía y volveremos a basar nuestro bienestar y calidad de vida en unos recursos que no poseemos.
Es un enorme error dar por sentado que la calidad de vida que tenemos es un derecho. No lo es. Es una conquista del progreso y el desarrollo de la humanidad que podemos perder si no hacemos las cosas bien. Y no las estamos haciendo bien.
La Comisión Europea considera que existen evidencias del potencial de la generación nuclear para contribuir a los objetivos de cambio climático y apunta que facilita el desarrollo de fuentes de energía renovable. ¿Por qué se armó tanto revuelo cuando propuso su inclusión en la taxonomía como energía sostenible?
Hay ciertas corrientes ideológicas que han hecho bandera política de su posición antinuclear y tienen que seguir justificándola para atraer el voto de cierta parte de la población o la influencia política. Lo cierto es que cuando se le pregunta a la Ciencia (como hizo la Comisión Europea), su respuesta es clara y contundente: la energía nuclear es tan verde como otras de las energías que todos consideramos verdes y no hay ninguna razón objetiva para dejarla fuera de la taxonomía de la Unión Europa.
Además, no conseguiremos hacer una transición energética a nivel europeo sin energía nuclear. Hoy, produce el 25% de la electricidad en Europa y el 50% de la electricidad libre de emisiones de gases de efecto invernadero. Simplemente es imposible prescindir de ella y conseguir los objetivos marcados.
Al parecer, la opinión pública no es consciente de que la energía nuclear tiene un peso importante en el mix energético. ¿Tiene mala prensa?
La energía nuclear produce más del 20% de la electricidad en España. Es un pilar fundamental de nuestro sistema eléctrico. La mala prensa de la energía nuclear es la consecuencia de muchas décadas de discurso único contra esta tecnología. Pero sabemos que la opinión pública está cambiando de parecer, lo hemos visto en las últimas encuestas nacionales e internacionales.
Ante la falta de un conocimiento firme y contrastado, ¿surge la demagogia interesada y aparecen el catastrofismo y la ecoansiedad?
El psicólogo Steve Pinker nos explica muy bien cómo el ser humano está especialmente programado para prestar más atención a las noticias negativas que a las positivas. Los medios de comunicación, los grupos de presión y los partidos políticos conocen muy bien y lo explotan a su conveniencia.
Los grupos antinucleares surgieron en Estados Unidos a mediados de los años setenta, muchos de los financiaba la industria petrolífera. Utilizan argumentos catastrofistas para ganarse el beneplácito de la opinión pública. Los discursos catastrofistas venden mucho.
La ecoansiedad es un fenómeno interesante. Surge, precisamente, de pregonar la catástrofe del fin del mundo debido a la emergencia climática. Hay decenas de miles de jóvenes que, literalmente, creen que el mundo se va a acabar en las próximas décadas. Acabo de reunirme con políticos y representantes de la sociedad civil ucraniana en un congreso internacional y me he dado cuenta, en primera persona, que cuando alguien tiene problemas reales no tiene tiempo para ansiedades ecológicas. Las prioridades son otras.
Como escribe Jano García en su libro El rebaño, somos la generación sin tragedia y lo único que nos queda es la histeria. Eso explica mucho de lo que estamos viviendo.
¿Cree que es necesario construir una narrativa sobre la energía nuclear?
Las narrativas se construyen cuando tienes que vender un discurso que, generalmente, no es verdad. La energía nuclear no necesita narrativas. Lo que realmente necesitamos son dos cosas: la involucración de la industria nuclear en divulgar de manera abierta para que las personas vuelvan a ejercer sus responsabilidades democráticas y dejen de comprar las narrativas falsas de las élites políticas y los grupos de presión. Vivimos en una era donde la información está accesible a cualquiera y debemos ejercer nuestra responsabilidad como ciudadanos.
Sitúa el origen de la estigmatización de la nuclear en las sectas neomalthusianas que decían que lo peor que le puede pasar a la humanidad es tener una fuente de energía barata, fiable y abundante. ¿Realmente nos quieren forzar a la senda del decrecimiento?
Sin duda. Hace unos días la Unión Europea financió un congreso sobre decrecimiento. Se ha construido el relato de que no podemos crecer indefinidamente y que nuestro modelo social es insostenible. Y es cierto, pero no por las causas que el neomaltusianismo considera, sino por las contrarias. Ellos creen que el crecimiento debe ser frenado porque no tendremos recursos naturales para seguir creciendo. Un enorme error de concepto. No podremos seguir creciendo porque, dentro de unas décadas, la población mundial comenzará a decrecer y con ello se ralentizará el crecimiento económico. En el mundo no sobran seres humanos, de hecho, faltarán seres humanos.
¿Por qué califica la actitud de España y Alemania de hooliganismo antinuclear?
Alemania es el claro ejemplo de cómo una narrativa falsa conduce a resultados contrarios a los que vendía la propia narrativa. Más del 20% de la electricidad de Alemania era de origen nuclear en 2010. Hace unas semanas se cerraron sus últimos reactores nucleares y la realidad es que siguen siendo el país de Europa que más gases de efecto invernadero emite.
Nos quisieron vender que las nucleares se sustituirían por renovables, pero siguen quemando enormes cantidades de combustibles fósiles. Perseverar en el error y no admitir que había mejores opciones es de un hooliganismo extremo y, desafortunadamente, es el camino que sigue el gobierno de España.
La fusión combina ventajas de las renovables, como cero emisiones, y de los combustibles fósiles, como su disponibilidad. ¿La viabilidad técnica y económica es su mayor reto?
La fusión nuclear es una de las tecnologías que nos tiene que ayudar en el futuro. Desafortunadamente, ese futuro no parece estar cerca. Faltan todavía décadas hasta que la energía nuclear de fusión pueda producir electricidad a escala industrial y de manera estable y continua.
¿El futuro del mercado eléctrico pasa por la fusión nuclear como fuente de energía limpia coexistiendo con la fisión y las renovables?
Nadie tiene una bola de cristal para saber lo que pasará en el futuro. Pero en las décadas que tenemos por delante, los combustibles fósiles seguirán teniendo un papel primordial en el abastecimiento de energía. Las energías renovables crecerán de manera espectacular y la energía nuclear crecerá de manera más moderada. No es muy probable un cambio mundial de paradigma energético en los próximos años. Necesitamos desarrollar mucha tecnología todavía. Faltan años.
¿Qué ventajas presentan los reactores modulares pequeños, los SMR?
Tienen muchas ventajas. Por nombrar algunas: la fabricación en serie, que reducirá mucho los costes; un amplio rango de energías, que los hacen apropiados para multitud de usos industriales y no solo para la producción de electricidad. Asimismo, hacen un uso eficiente de los recursos naturales que extienden las reservas de uranio para miles de años. Son capaces de producir hidrógeno de forma masiva y algunos diseños de SMR son capaces de reciclar los residuos radiactivos de los reactores actuales.
¿A qué se refiere cuando asegura que las críticas a la nuclear se basan en mitos como los generados en torno a Fukushima y Chernóbil?
Un mito es una historia que la sociedad cree de manera generalizada sin cuestionarse la veracidad de la misma. Mucha gente cree que en Fukushima murieron casi 20.000 personas cuando la realidad es que no ha habido ningún fallecido por causa del accidente nuclear. Ninguno. La gente también cree que Chernóbil es una especie de desierto nuclear donde no volverá a haber vida durante miles de años y la realidad es que la naturaleza ha recuperado ese espacio y se ha desarrollado con una exuberancia espectacular. Como este, hay muchos mitos que rodean la energía nuclear que se pueden desmontar con datos de manera irrefutable.
¿Es un mito que los residuos radiactivos sean potencialmente peligrosos?
Los residuos radiactivos son potencialmente peligrosos, lo cual no quiere decir que sean peligrosos. Quiere decir que lo pueden serlo si no se gestionan del modo adecuado. Sin embargo, la industria nuclear ha demostrado durante décadas que sabe gestionar la totalidad de sus residuos de manera segura y eficiente. De hecho, es la única industria que lo hace. Los residuos radiactivos no han ocasionado nunca en la historia de la energía nuclear ningún daño a persona alguna ni al medioambiente. ¿Por qué seguimos entonces diciendo que son muy peligrosos?
¿No exagera cuando califica a los defensores de la nuclear como héroes climáticos?
En absoluto. La energía nuclear produce el 50% de la electricidad libre de emisiones en Europa. No hay ninguna otra tecnología que haya conseguido reducir las emisiones de forma tan contundente como la energía nuclear. Ni la eólica, ni la solar, ni la hidráulica. Ninguna. Por tanto, no hay ninguna tecnología en Europa que contribuya a mitigar el calentamiento global de manera más intensa que la nuclear.
Los países ricos no pueden exigir a los pobres que no se desarrollen. ¿Es la pescadilla que se muerde la cola? ¿Es una forma de colonialismo climático?
Occidente hace mucho tiempo que vive ajeno a la realidad del mundo. En nuestro planeta hay más de 2.000 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza, millones de personas que cocinan en el interior de sus casas quemando excrementos de animales.
Millones de personas que mueren de tuberculosis o malaria y que no tienen acceso a las comodidades básicas que nosotros tenemos. Pretender convencer a alguien de Burundi o de la República Democrática del Congo de que el problema más importante de la humanidad es el cambio climático es de una superioridad moral intolerable. Una nueva forma de colonialismo.
¿Por qué critica la estrategia de España?
Porque se basa en cerrar las centrales nucleares y mantener las centrales de gas que tenemos. Absolutamente todas. Si el propio gobierno decretó que estábamos en una “emergencia climática”, ¿qué sentido tiene cerrar las centrales que producen el 20% de la electricidad de España sin emitir CO2 y dejar abiertas centrales que queman gas? Un gas que, además, es responsable de la enorme escalada de precios de la electricidad de los dos últimos años.
También se refiere a la inseguridad jurídica y la presión fiscal. ¿Puede deberse a prejuicios ideológicos que derivan en costes políticos?
Más bien se debe a que los gobiernos que hemos tenido (de todos los colores) han utilizado el recibo de la electricidad como un cajón de sastre donde han ido metiendo toda suerte de políticas que no tienen nada que ver con el hecho de producir electricidad y hacerla llegar hasta nuestras casas.
Han desarrollado todo un entramado de ingeniería fiscal, con una técnica legislativa nefasta, que nos ha llevado a tener una de las electricidades más caras de Europa. En todo este proceso, han decidido que la energía nuclear es la vaca a ordeñar fiscalmente y la han sometido a una presión asfixiante en la que existen impuestos triplicados para el mismo concepto.
¿Quiere explicar su afirmación de que los grupos ambientalistas siempre se oponen a las tecnologías capaces de solucionar el problema que les preocupa?
Es un hecho incontestable. Los grupos medioambientalistas fabrican continuamente su propia coartada. Argumentan que no se puede apostar por la energía nuclear porque no hay uranio suficiente, pero persiguen una ley para prohibir la minería del uranio en España. Argumentan que los residuos radiactivos no tienen solución, pero boicotean sistemáticamente las soluciones planteadas para la gestión de los residuos. Se ha demostrado que la energía nuclear es la que puede descarbonizar un sistema eléctrico de manera rápida y fiable. Por eso la rechazan.
Dado el peso que hoy tiene la nuclear, ¿qué papel está llamada a encarnar en el futuro?
Los principales países están construyendo centrales nucleares. En Europa se está formando una alianza de 16 países liderados por Francia para intensificar la apuesta nuclear. Será una energía de futuro, no solo para producir electricidad. Y España se está quedando sola en su postura antinuclear.
El calentamiento global tiene un impacto negativo en la economía. ¿Compensarán en el futuro todos los esfuerzos económicos que estamos haciendo hoy para tratar de conseguir algo en lo que estamos claramente fracasando?
El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) dice en sus análisis económicos que no está claro que vaya a compensar. Estamos invirtiendo ingentes cantidades de dinero sin conseguir los efectos deseados en reducción de emisiones.
El problema es que ese dinero nos va a hacer falta para adaptarnos al cambio climático si no conseguimos mitigarlo. S lo gastamos, no lo tendremos. Todos entendemos que el calor extremo se combate mejor en una casa bien aislada con piscina y aire acondicionado.
Si condenamos a los pobres del mundo a no desarrollarse económicamente, jamás podrán tener casas aisladas ni aire acondicionado. Nuestro principal objetivo debería ser sacar a esos millones de personas de la pobreza. Es nuestro deber moral como occidentales que, además, nos desarrollamos en los últimos 200 años quemando combustibles fósiles.