La primera extirpación de un tumor ovárico fue realizada con éxito el 25 de diciembre de 1809 fue descrita, sin ninguna duda, como un milagro navideño.Tenía todo en contra, pero la paciente sobrevivió y vivió muchos años más para contarlo. La intervención la hizo el cirujano Ephraim McDowell en la paciente Jane Todd Crawford, de 45 años de edad.
McDowell, un cirujano originario de Kentucky, revisó a Todd Crawford quien pensaba que sus síntomas de cansancio, dolor y un vientre tenso y pesado eran debido a un embarazo de gemelos. Fue el diagnóstico que le habían dado dos médicos que consultó previamente y, aunque era improbable, no era imposible que estuviese embarazada. Esperó nueve meses y comprobó que su problema de salud no se relacionaba con ningún embarazo. Ella ya había sido madre cuatro veces y “este embarazo” era diferente. Le propusieron inducir el parto. Ella decidió consultar a otro médico.
Primera ovariotomía documentada por McDowell
El cirujano McDowell, tras una revisión determinó que esta valiente mujer tenía un tumor de gran tamaño en un ovario. Debía operarse, pero para la época este tipo de intervención era más que temeraria. Se realizaba sin anestesia y sin medidas de antisepsia y las posibilidades de sobrevivir eran muy bajas.
Todd Crawford, en ese momento, solo tenía dos opciones, explicó Lauren Clontz, subdirectora de la Casa Museo McDowell en Danville, Kentucky. Podía morir en su casa en las próximas semanas o meses o hacer el largo viaje desde su hogar en Greensburg, Pensilvania, lo que significaba “Ir a caballo durante tres días, en el mes de diciembre y a través del desierto, para someterse a una cirugía experimental y probablemente morir lejos de su familia”.
En aquella época, la cirugía abdominal se veía como un procedimiento equivalente a un asesinato.
Poca higiene y sin anestesia
Las medidas de higiene eran tan escasas que las infecciones posoperatorias terminaban con la vida de quienes sobrevivían a la cirugía. Jane Todd Crawford tomó la decisión de operarse. Ella misma dijo que permanecer con el tumor ya era una condena. El cirujano McDowell le extirpó un tumor de unos 10 kilos en la Navidad de 1809. Todd Crawford no solo sobrevivió a la intervención, sino que vivió 30 años más. Fue un milagro de la ciencia, por lo menos el primero de este tipo que quedó documentado.
En un artículo de una revista de 1817, McDowell describió haber hecho un corte de nueve pulgadas en el lado izquierdo de la paciente y drenó un gran tumor. Durante la intervención tanto la paciente como los médicos cantaron himnos religiosos y recitaron salmos bíblicos. Ella era sostenida con firmeza a la mesa de operaciones y se desconoce si le suministraron algún calmante utilizado en esa época. No había ningún tipo de anestesia. La intervención duró unos 25 largos minutos y tuvo algunos contratiempos, pero fue se salvó.
Jane Todd Crawford tuvo que guardar reposo unos 30 días para recuperarse. Regresó a su hogar y sobrevivió otros 32 años. Su recuperación fue sin antibióticos y sin analgésicos. No existían y pasarían muchos años hasta que la medicina pudiera hacer uso de ellos. Jane murió a los 78 años.
Casi sufre un linchamiento
El cirujano relató que durante la operación se oían los gritos de la multitud que se juntó frente a su casa para lincharle por faltar a la ley de Dios. Un reverendo encendió los ánimos de la comunidad con el sermón de la mañana y lo acusó de pecador. El comisario tocó la puerta insistentemente para entrar en la residencia poco después de la operación. Cuando finalmente entró en la casa, la paciente tendida en la mesa de operaciones parecía no respirar. McDowell estuvo a punto de ser detenido cuando de repente la mujer comenzó a mostrar signos de que estaba viva.
El comisario salió de la casa y gritó a los presentes:
—¡Os lo digo yo, os digo que vive! Y, ahora, no olvidéis que hoy es Navidad.
De la agonía a la milagrosa recuperación
La mujer pasó varios días de agonía, pero al quinto día pudo ponerse en pie. Al mes volvió a un hogar donde nadie contaba con volver a verla. Tenía a su favor que McDowell era un médico con una rutina de esterilización del instrumental quirúrgico y acostumbraba lavarse las manos. Algo que para la época no era común.
El relato de primera mano de McDowell sobre el procedimiento, aunque fue asistido por otros médicos, fue publicado ocho años después de la cirugía. Esta primera ovariotomía se considera un momento de orgullo en la historia del estado de Kentucky, un verdadero milagro.
A Ephraim McDowell se le considera uno de los fundadores de la ginecología quirúrgica en Estados Unidos. Fue el primero en extirpar un tumor de ovario en 1809, o por lo menos quien realizó el procedimiento en una mujer blanca y libre, que dio su consentimiento. Demostró que era viable la cirugía abdominal electiva y en su honor se colocó una estatua de bronce en el Capitolio de Estados Unidos. A McDowell se le conocería como el “padre de la cirugía abdominal”.
Realizó un total de 13 ovariotomías, 8 exitosas, a pesar de la opinión predominante de que ese tipo de intervención quirúrgica para la época era necesariamente fatal. Estaba inusualmente capacitado porque había cursado estudios en la Universidad de Edimburgo, en Escocia.
Lo que no se ocultó de las esclavizadas
En 2018 se iniciaron los debates sobre James Marion Sims, el médico conocido como el padre de la ginecología moderna. Experimentó y practicó en una clínica improvisada en su jardín, muy cerca de plantaciones en Montgomery, Alabama, con esclavas sin anestesia entre 1845 y 1849. Para algunos, sus aportes fueron importantes para la medicina, sin embargo, sus técnicas fueron consideradas crueles, antiéticas y racistas. Tenía una estatua en el Central Park de Nueva York. Después de protestas, fue retirada en abril de 2018.
El uso de personas esclavizadas para experimentar técnicas médicas también empaña la trayectoria del cirujano McDowell porque. Cuatro de sus pacientes fueron mujeres esclavizadas que no pudieron dar su consentimiento. “Sus propietarios las entregaba a la ciencia para experimentar”.
Revisión del ejercicio médico de McDowell
Durante muchos años se citó a McDowell como el pionero de este tipo de cirugía, pero la memoria pública ahora revisa su actuación. Sus registros están incompletos. No solo operó a Jane Todd Crawford, también experimentó con mujeres esclavizadas. Se cuestiona su estatua en el Centro de Visitantes del Capitolio, pero la aún sigue allí.
Actualmente, la Casa Museo McDowell en Kentucky recibe alrededor de 1.000 visitantes al año, que son guiados dentro de la casa en recorridos turísticos. El propósito es conmemorar la historia de esa primera ovariotomía exitosa. En esta visita guiada no se habla de las otras cirugías, las que vendrían después de la de Todd Crawford.
Entre 1809 y 1818, McDowell escribió que había realizado cinco ovariotomías distintas, incluida la de Crawford. Los cuatro restantes se realizaron con mujeres esclavizadas, lo que lo convirtió, al igual que Sims, en un eslabón de una cadena de experimentos ginecológicos sin consentimiento.
En el siglo XIX, la línea entre la cirugía destinada a curar y la cirugía experimental no era muy rígida. En los estados esclavistas como Kentucky, hogar de aproximadamente 40.000 trabajadores esclavizados en la época de McDowell, muchas de estas cirugías experimentales se realizaron en esclavos.
Cirugías a mujeres esclavizadas y anónimas
Un médico como McDowell, rico y prominente ciudadano de la comunidad, tuvo muchas conexiones con destacados propietarios de esclavos. Era hijo de Samuel McDowell, uno de los fundadores del estado de Kentucky, y estaba casado con Sarah Shelby, la hija del primer gobernador.
En un artículo de 1817, McDowell se refiere a la cirugía de Todd Crawford y sobre la cirugía a una mujer esclavizada anónima con “un tumor duro y muy doloroso en el abdomen”. En realidad, a la mujer no le parecía una gran idea, pero «la intensa solicitud de su amo y su propia condición angustiosa” le hicieron aceptar intentarlo. Aunque la paciente sobrevivió, la operación implicó que hundiera un bisturí directamente en el tumor y lo drenara, provocando una hemorragia en el proceso.
McDowell le sugirió varias semanas de descanso, como lo había hecho con Todd Crawford, pero en su relato explica que la mujer no pasó esas semanas cerca de él para hacerse chequeos regulares. Se recuperó, pero el tumor reapareció.
La segunda mujer, también anónima, trabajaba como cocinera. Su operación fue más complicada. En plena intervención dijo tenía frío y temblores. Después de un breve descanso, le administró “una copa de vino llena de cerezas y 30 gotas de láudano”. También se recuperó y en 1817 fue empleada “en la laboriosa ocupación de cocinera de una familia numerosa”. En un segundo artículo, publicado en 1819, McDowell contó dos operaciones más de mujeres esclavas en 1817 y 1818, respectivamente. El tercer paciente se recuperó, el cuarto no.
Se cuestiona la ética médica de McDowell
Harriet Washington, historiadora médica y autora de Medical Apartheid: The Dark History of Medical Experimentation on Black Americans from Colonial Times to the Present, señaló que no hay forma de saber si la cirugía de Todd Crawford fue siquiera la primera ovariotomía. “Es el primer procedimiento registrado, pero no significa que fuera el primer procedimiento”.
Si había intentado el procedimiento antes, ya sea en pacientes negros esclavizados o en pacientes blancos libres, se pierde por completo en el registro histórico. Las mujeres negras, como los trabajadores esclavizados en general, fueron con frecuencia objeto de experimentos médicos porque eran “convenientes”.
Una paciente blanca y adinerada como Todd Crawford, claramente dio su consentimiento al procedimiento. Para intervenir a una esclava solo se necesitaba del permiso de su dueño. «Si también dieron su consentimiento al procedimiento es “casi irrelevante. Eso se debe a la naturaleza de la esclavitud. Las mujeres esclavizadas no eran capaces de decir un “sí” o un “no” libre porque, simplemente, no eran libres», dijo Washington.
Un testimonio de esta “conveniencia” es el hecho de que, si bien la primera operación registrada de McDowell fue a una mujer blanca, las operaciones que le siguieron, y que decidió publicitar, las hizo a mujeres esclavizadas. «Al desarrollar una técnica quirúrgica que se percibía ampliamente como equivalente al asesinato y que estaba muy fuera de las convenciones médicas, decidió experimentar principalmente con mujeres esclavizadas”, apuntó la historiadora.
Nadie recuerda a las mujeres negras sacrificadas
“Fue en los cuerpos de las mujeres negras donde se perfeccionaron y aplicaron estas cirugías. Eso no quiere decir que estuviera tratando genuinamente de curar a estas mujeres, ya sea por el juramento hipocrático de “no dañar” o por el valor monetario para los esclavistas, es decir que no lo hacía intrínsecamente por su salud.
Washington manifestó que los estadounidenses no recuerdan a la mujer que sufrió temblores después de haber sido abierta a la fuerza, ni a la mujer que murió de una infección insoportable en su casa, ni a la mujer que yacía en su mesa cubierta con su propia sangre. «Se recuerda a a McDowell y a Jane Todd Crawford. Sobrevivieron valientemente a su operación mientras cantaban himnos religiosos», sentenció
Es un fracaso de nuestra sociedad se honre con estatuas a hombres como James Marion Sims o Ephraim McDowell. Si bien no existe un movimiento concertado que solicite eliminar a McDowell de la colección del Statuary Hall, como lo hubo para Sims en Central Park, el debate probablemente reflejaría los que ya están en marcha sobre los generales confederados y los propietarios de esclavos prominentes. Pero hasta que se cuente toda la historia, una que incluya las vidas de cuatro mujeres esclavizadas, cualquier monumento a una parte de ella es insuficiente.