Conservar los alimentos de forma segura y por más tiempo ahora es posible. Un equipo de químicos de la Universidad RUDN, en Rusia, lo logró creando un nuevo envoltorio para recubrir los alimentos. El producto está hecho de componentes antibacterianos seguros que prolongan la conservación de los comestibles desde 2,5 hasta 8 veces más que los envoltorios convencionales.
La revista Food Packaging an Shel Life pubicó que el nuevo protector de alimentos está hecho por la mezcla de dos elementos seguros que forman una película delgada sin color, olor ni sabor y que además es totalmente biodegradable y no es tóxica.
Este nuevo material protector no solo debe mantener protegidos de forma confiable los alimentos sin producir sustancias nocivas, sino que además debe desintegrarse sin dejar residuos.
Un envoltorio seguro e innovador
El protector está hecho a base de macromoléculas naturales, es decir, polisacáridos, que también se conocen como el “material de construcción” de los organismos vivos. Estos no causan reacciones tóxicas en el organismo y son biodegradables.
El equipo químico de la RUDN logró desarrollar este nuevo envoltorio gracias a un tipo específico de polisacárido que se obtiene de las conchas de los cangrejos u hongos inferiores.
De ese material se usaron dos sustancias que son derivadas del quitosano: la sal sódica del succini quitosano (SC-Na) y un compuesto que tiene propiedades que se pueden comparar con los antibióticos modernos: triazol, betaína y quitosano (TBQ).
Durante este proceso los químicos descubrieron que las nanopartículas de TBQ se encuentran incrustadas en una red de SC-NA que da como resultado una película delgada resistente que permite que pase menos oxígeno y vapor de agua.
“Hemos obtenido derivados no tóxicos con una actividad antibacteriana excepcional y similar a la de los antibióticos comerciales”. Así lo explicó Andrey Kritchenkov, doctor en Ciencias Químicas y asistenta del Departamento de Química Inórganica de la Universidad RUDN.
La efectividad y seguridad del nuevo envoltorio
Para poder comprobar la resistencia y calidad de cada componente del protector, los químicos hicieron una prueba. El experimento consistió en cubrir algunos bananos con el protector y otros no.
Con el paso de los días, los químicos midieron el peso de las frutas, su contenido de vitamina C y la cantidad de emisión de dióxido de carbono. Con este experimento pudieron probar que los bananos que estaban cubiertos perdieron 3 veces menos peso y 8 veces menos vitamina C. Además, se ralentizó la liberación de dióxido de carbono.
Gracias a todas estas propiedades, concluyeron que estos envoltorios a base de quitosano funcionan de manera exitosa para conservar los alimentos; además, no causarán daño al medio ambiente porque se degradarán de forma segura, contribuyendo así con un estilo de vida más positivo para el planeta.
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