Por Iñigo Aduriz | Fotos y vídeo Benito Guerrero
29/10/2017
ENTREVISTA | Jaime Malet. Presidente de la Cámara de Comercio de EEUU en España
Lleva al frente de la Cámara de Comercio de EEUU en España (AmChamSpain) 15 años. Un tiempo en el que la inversión española en el país norteamericano ha pasado de ser casi imperceptible a la solidez de hoy en día, cuando se sitúa como noveno país inversor en la primera potencia mundial. Jaime Malet (Barcelona, 1964) destaca el potencial de las compañías españolas en el mercado estadounidense. Se han convertido en empresas de referencia.
¿Qué ven las empresas estadounidenses en España?
Ven lo que ven en el resto de los países del mundo. Las empresas americanas tienen una vocación internacional y son el primero, el segundo o el tercer inversor en el 98% de los países del mundo. Dicho esto, España es un país atractivo por varias razones. Es un país estable con unas reglas claras, con un Estado de derecho y una democracia occidental. Tiene un mercado muy atractivo de 47 millones de personas. Hay que recordar que el PIB de España es igual que el de Rusia, que el PIB per cápita es superior al de Italia y que España está en un mercado grande como es el de la Unión Europea. Tiene una capacidad de influencia cultural y empresarial en Latinoamérica, tiene mucha capacidad de influencia en el Magreb y en una parteimportante del Mediterráneo. Tiene unas capacidades también de directivos muy importantes. Todo en conjunto supone un país atractivo para atraer inversión y talento, lo cual no significa que no haya que hacer más esfuerzo. Porque en España hay unas 1.000 compañías de las cuales 500 o 600 tienen presencia real. En otros países hay muchísimas más, como es el caso de Inglaterra, Irlanda, Francia o Alemania.
¿Cuál es el freno para que eso no suceda en este país?
A los españoles siempre nos falta el marketing. No tenemos grandes capacidades de venta. No hemos sabido vender el país como un hub para hacer negocios en el mundo, no hemos sabido vender el atractivo que tiene un país como este para muchas cosas.
¿Tiene que ver también la regulación?
El país tiene muchos problemas: un sistema piramidal en la que hay una parte que trabaja, mucho desempleado, mucho jubilado, poca juventud, una deuda pública y privada enorme, tiene que mejorar su Educación y tiene que mejorar su exceso de regulación. Son problemas que no son diferentes a los que puedan tener otros países occidentales que compiten con nosotros a la hora de atraer inversión o atraer sus bienes y servicios, como Francia, Italia, Inglaterra o Alemania. Pero en España hay una buena base y se puede trabajar para mejorar todos esos temas.
¿Cuáles son los sectores en los que la colaboración entre EEUU y España es más intensa?
Ni España ni EEUU son países unipolares. Aquí hay un tejido productivo, industrial, agrícola y de servicios potente y diversificado. Y en EEUU todavía más. Todos los sectores funcionan. Hay mucha empresa americana con una base fabril en España muy importante. Lo que aportan los grandes fabricantes desde las empresas automovilistas hasta otras muchas que hacen piezas y otro tipo de bienes y servicios es muy importante. Las marcas de gran consumo tienen mucha fuerza en España y crean clusters de inteligencia. Pero, sobre todo, lo más importante que hacen las empresas americanas aquí es la transferencia tecnológica. Hay empresas tecnológicas que apuestan por nuestro país y que crean enorme valor en el tejido productivo.
¿Qué aporta España a EEUU en el ámbito energético?
Ha aportado poco en este campo porque son dos países que están muy separados geográficamente. Ha habido inversiones de renovables en España por parte de empresas americanas que por los cambios regulatorios no han dado satisfacción a los inversores. Y, por otro lado, España es un país que no tiene recursos fósiles para vender al primer consumidor de ese tipo de energía en el mundo que es EEUU. Pero eso tendría que cambiar. España tiene una red de transporte de gas y de petróleo que quizás es de las más avanzadas del mundo y tiene unas refinerías y sobre todo, plantas de licuefacción muy importantes. EEUU se está convirtiendo en el principal productor de gas del mundo. El primer barco que sacaron se fue a un barco fletado por una compañía española. Y esperamos que una parte del gas americano que se venda en Europa se haga a través de España.
Hay estados de EEUU que están apostando claramente por energías renovables y por la economía verde, como el caso de California. ¿Tienen las empresas españolas allí un nicho de mercado?
Soy presidente de la Cámara de Comercio de EEUU desde hace 15 años. Me eligen cada tres años los socios, lo cual dice mucho a su favor y no tanto a mi favor. Y lo que me parece muy importante es cómo en estos 15 años España ha pasado de tener una presencia prácticamente nula en el primer mercado mundial, a ser hoy en día el noveno inversor en EEUU. Esa inversión la han protagonizado hasta ahora las grandes empresas. De los sectores de la banca, construcción y energía. En este último sector, socios nuestros tienen una fuerza muy grande en oil and gas, en energías renovables y en distribución. Hay muchísimos planes y muchas empresas que lo están haciendo muy bien. Esperemos que esto siga. También vemos una oportunidad enorme de colaboración entre empresas americanas y españolas en distintas partes del mundo. Por supuesto estoy pensando en el Mediterráneo, en Europa y sobre todo en Latinoamérica, donde España y EEUU comparten el primero, segundo o tercer puesto como inversores en sectores en los que normalmente no se pisan y donde su competidor juega con reglas muy diferentes. Esa colaboración podría generar muchísima estabilidad y clamor por el Estado de derecho en muchos países latinoamericanos.
¿Cuál es el país latinoamericano que resulta más atractivo y puede tener una mayor proyección de futuro tanto para las empresas españolas como las estadounidenses?
Los países donde las empresas tendrían que colaborar y crear riqueza de una forma inteligente, invirtiendo en el bienestar de la gente, que es lo más importante para tener estabilidad, tienen que ser aquellos países donde hay capacidad de hacer mucho negocio pero quizás la política no lo esté permitiendo.
¿Habla de Venezuela?
No quiero poner nombres concretos porque creo que cada país tiene su estadio. Pero pienso que las empresas tienen que buscar siempre una estabilidad regulatoria y política pero no metiéndose en política sino al revés, ayudando a las comunidades en las que invierten.
Pero precisamente la situación política impide a veces que lleguen esas empresas.
Entonces vayamos a otros países para que no lleguen a esas derivas. Esa colaboración entre empresas españolas y estadounidenses tendría que estar basada en apoyar a las comunidades para conseguir estabilidad política y el Estado de derecho. Si no se puede, mejor que no se haga. Pero si se puede hacer sin meterse en política, es una función social que las empresas hacen en los países avanzados. En los EEUU las empresas dan muchísimo dinero a temas sociales y son buenos ciudadanos. En España quizá hay menos tradición al respecto pero sí es el momento de que haya más colaboración entre las empresas para desarrollar lo que se llama diplomacia pública, aquella que no va dirigida por los estados sino por el sector privado.
Es también su labor desde la Cámara de Comercio de EEUU en España.
Eso es lo que intentamos hacer en España. Las entidades empresariales tienen que servir para este tipo de cosas y no para ser los alfiles de las administraciones o de los políticos.
Se dice que EEUU está controlando el mercado del petróleo con sus excedentes. ¿Es así?
No comparto esta idea. Hay varias revoluciones energéticas en marcha que hay que tener muy en cuenta. La primera y fundamental tiene que ver con las nuevas técnicas de extracción. Eso determina que el comercio del petróleo a nivel mundial haya caído enormemente, que el primer país consumidor del mundo pase a ser el primer productor, que los intereses de la primera potencia mundial en Oriente Medio pasen de ser unos a ser otros, no sé si mejores o peores, y que el poder de la gran potencia en cuanto a sus limitaciones e ideas geostratégicas van a cambiar a medida que eso se vaya consolidando. La otra idea es que está habiendo un boom brutal en las renovables. Cada vez vemos que van bajando el precio de producción de la energía renovable. Y esto es imparable. Eso de alguna forma está influyendo en la producción de carbón y también en la del petróleo. Hay que enfocarse en ese contexto sin intentar ser demasiado clarividente en los resultados. Es mejor mirar la fotografía de lo que tenemos y no intentar sacar deducciones porque el mundo está cambiando de una manera brutal y en el sector energético también.
Había un cierto miedo ante el triunfo de Donald Trump. ¿Ha habido algún cambio de estrategia de las empresas a raíz de esa victoria?
El mundo empresarial americano es muy difícil poderlo resolver o buscar arquetipos. En un país tan importante, que es el tercero más habitado de la Tierra y que representa el 24% del PIB, hay empresas para todos. He visto a muchísima gente muy contenta con la nueva Presidencia y a otra gente menos contenta. Estuve en la toma de posesión –había estado también en las de Bush y Obama– y vi a una cantidad de empresarios acompañando al presidente que no había visto en anteriores. Hay que pensar que EEUU es muy amplio y que hay algunas empresas que están a favor, otras en contra. He estado con muchos presidentes de multinacionales en los últimos meses y todos ven algunas cosas buenas y otras malas. Otros tienen pulsiones personales. En general, el mundo de los negocios es bastante flexible y se fija más que en quién gobierna en cómo gobierna y qué decisiones toma.