Por Paz Mata
06/08/2017
Puede que, de haber nacido hace cinco décadas, el gran Alfred Hitchcock se hubiera quedado prendado de ella y, seguramente, hubiera olvidado a Grace Kelly, Tippi Hedren y Kim Novak. Charlize Theron (Benoni, Sudáfrica, 1975) reúne todas las cualidades que el gran maestro del suspense sabía explotar tan brillantemente. Rubia, delicada, fría a la hora de enfrentarse al peligro y siempre envuelta de un halo de seducción y misterio.
A pesar de no haber contado con la ayuda de Hitchcock a la actriz no le faltaron padrinos. Fue descubierta por Tom Hanks, que se enamoró de su naturalidad y seguridad en sí misma, Taylor Hackford supo ver, más allá de su impresionante fachada, su sensibilidad y vulnerabilidad y finalmente fue Woody Allen quien con el grito de “pasen y vean a la más hermosa de las criaturas,” la lanzó al estrellato. Pero esta rubia de ojos azules y piernas interminables no se ciñe al guión de Hollywood.
A pesar de sus obvios atributos físicos, Charlize Theron ha tratado siempre de ocultar su impresionante belleza. De hecho, ganó el Oscar dando vida a una asesina en serie en Monster, y jamás la hemos visto interpretar a la novia romántica o a la mujer objeto. Está claro que la actriz llama la atención cada vez que se pone frente a una cámara. Por eso se la rifan tanto los más célebres directores de cine como las firmas de alta costura, a las que ha servido de musa para anunciar una famosa fragancia.
Tras un corto período alejada de las pantallas para centrarse en criar a sus hijos Jackson y August que ha adoptado como madre soltera, y para abrirle el corazón a otro inconformista actor, Sean Penn, con el que salió durante dos años, Theron ha iniciado una nueva etapa como actriz y productora a la que no se la resiste ningún género. La vimos desenvolverse con bravura y sentido del humor en Mil maneras de morder el polvo, encarnar a la malvada madrastra de Blancanieves (Blancanieves y la leyenda del cazador) y, más tarde, enfrentarse a la furia de Mad Max: Furia en la carretera.
Ahora se mete en terrenos movedizos en el thriller de espionaje, Atómica, estrenada este fin de semana en España, donde además de derrochar sensualidad demuestra tener todos los recursos para manejarse en los peligrosos juegos del espionaje internacional.
¿Qué le motivó a hacer esta película?
Mi amor al cine y porque es la clase de largometraje que a mi me gusta ver como espectadora. Ojalá hubiera más de este tipo.
Siempre ha hecho un magnifico trabajo cuando se trata de meterse en acción. Esta película la lleva aún más lejos. ¿Le supone un reto físico interpretar estas escenas?
Practiqué danza clásica durante muchos años y eso me obligó a entrenarme físicamente cada día. Sabía que Dave Leitch (el director del filme) quería ir aún más lejos, porque tenía ideas geniales y eso me hizo sentirme fuerte y segura de mi capacidad para llevarlas a cabo.
¿Cuáles son las actrices que más le inspiran en su trabajo?
Cuando vi a Sigourney Weaver interpretar a Ripley en Alien algo despertó en mí. Por desgracia, a pesar de haber recibido una gran respuesta por parte del público, cuando una película de acción protagonizada por una mujer deja de funcionar, nadie quiere hacer otra, algo que no sucede con los largometrajes protagonizados por hombres.
Este verano estamos viendo una tendencia contraria. ¿Cree que Hollywood ha captado el mensaje?
Vivimos en una sociedad en la que, durante mucho tiempo, creíamos que a las mujeres no les gustaba este género. Se ha comprobado estadísticamente que les encantan los videojuegos y el cine de acción. Creo que, poco a poco, las cosas están cambiando.
¿Cómo explica la fascinación que tiene la gente por los espías?
Los espías son, por lo general, gente muy interesante. Tienes que tener una mentalidad muy especial para ser capaz de trabajar en ese ámbito. Cuando lees historias sobre ellos sientes que pueden inmolarse en cualquier momento. La mayor parte son alcohólicos, temerarios, y viven en ese mundo de misterio y peligro durante tanto tiempo que seguramente no saben funcionar en un ámbito normal. Todo eso es muy divertido para el actor que tiene que interpretarlo y para el publico que va a ver estas historias.
¿Sería usted buena espía?
Sería extraordinaria como espía (ríe).
La acción transcurre a finales de los años 80, cuando el muro de Berlín estaba a punto de caer. ¿Qué recuerdos tiene de ese periodo?
Tenía 15 años el año en el que cayó el Muro de Berlín, y en mi país [Suráfrica] estábamos viviendo el Apartheid, o sea que estábamos muy interconectados con toda la gente de que estaba pasando por momentos de gran dificultad y confusión. Sentimos que si la Europa del Este se liberaba y se democratizaba podría suceder lo mismo en Suráfrica. Mis recuerdos de esa época siguen muy vivos.
Charlize nació en Benoni, una pequeña población a una hora de Johannesburgo el 7 de Agosto de 1975. Creció en una granja, en la que aprendió a ordeñar vacas antes que a leer. A los 13 años, sus padres la enviaron a un internado de su ciudad natal donde terminó sus estudios secundarios y se inició en la danza clásica. Tras la muerte de su padre, al que disparó su madre en defensa propia, cuando esté la estaba atacando, Charlize decidió dejar Suráfrica, animada por una oferta de trabajo como modelo en Milán. A los dieciocho, cansada de las pasarelas y con doce años de danza clásica, probó suerte en el Jeoffrey Ballet de Nueva York, pero una lesión en la rodilla la apartó para siempre de su sueño de convertirse en bailarina profesional. Su madre le animó a que probara con la actuación, le compró un billete de ida a Los Ángeles y le dio dinero para pagar un hotel durante una semana. Para ganarse la vida trabajó de camarera, hasta que le salió una prueba para hacer un anuncio de Martini. El resto es ya su historia.
¿Cuál ha sido la clave de su éxito desde que llegó a Hollywood?
La clave ha sido tener integridad, los pies en la tierra y unos cimientos firmes.
¿Cuáles son esos cimientos?
Tener muy claro lo que quería hacer en la vida y estar dispuesta a sacrificarme para obtenerlo. No estaba dispuesta a vivir una existencia que no me proporcionara satisfacción personal y felicidad.
Se dice de usted que siempre dice lo que piensa y que se compromete con ello.
No se hacerlo de otra manera (ríe), la culpa la tiene mi madre. A mi me educaron sin compartimentarme en un género determinado, y sin pensar que ser mujer era algo negativo o me iba a limitar en la vida. Por eso le estoy muy agradecida. Crecer en un país en el que la gente vivía sin conocer toda la verdad, con mentiras propagandísticas o queriendo ignorar lo que estaba pasando no era el modo de educar a una persona que está empezando a crecer y a entender lo que es la vida. Todo eso me influyó mucho cuando era adolescente y vivir en ese ambiente hizo que me diera cuenta de la importancia de hablar y decidir por mi misma y a no callarme por miedo a no ser comprendida o por pensar diferente a los demás. Al final de tus días tienes que tener la conciencia tranquila. Eso no te lo puede quitar nadie. Desde luego no pensaba ocultarme tras una máscara o una mentira para pasar desapercibida.
Hablando de pasar desapercibida, eso es lo que les ocurre a mucha actrices en Hollywood cuando cruzan el umbral de los cuarenta, como es su caso ¿Cuál es su experiencia?
Para mí, cumplir años es motivo de alegría. Las mujeres deberíamos celebrar a cualquier edad el nuestros cumpleaños con energía y llenas de vida. Se trata de darnos cuenta de que envejecer no es tan malo como mucha gente piensa y de que no nos marchitamos. Eso es algo que se piensa cuando se tienen 20 años, pero yo, con 42, me siento mejor que nunca. Estoy mucho más serena y segura de mí misma.
¿Ha tenido algo que ver el hecho de haber sido madre soltera?
Sí, mucho. Cuando decidí adoptar a mi hijo Jackson estaba soltera. Hacía dos años que me había separado de mi pareja [el actor y director Stuart Townsend] y no las tenía todas conmigo. Pero decidí que, si no lo hacía entonces, no iba ser capaz de hacerlo nunca. Eso es lo que me dio esa seguridad en mí misma. Hace dos años adopté a mi hija August y ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida.
¿Cómo se ve ahora cuando por las mañanas se mira al espejo?
Diferente (risas), para que voy a negarlo. Como cualquier otra mujer, hay días que me veo bien y otros que tengo que armarme de valor para mirarme al espejo. Tengo el ejemplo de mi madre, que tiene 65 años y los lleva muy bien, con dignidad y gracia. El truco es ese: la edad está en los ojos del que te mira. Si uno se encuentra en buena forma física y tiene energía y sentido del humor, los años son lo de menos. El problema está en nuestra sociedad, que trata de estigmatizar el cumplir años.